jueves, mayo 23, 2024

OTRAS INQUISICIONES: “Martillo para golpear a las brujas”

Pablo Cabañas Díaz.

El “Martillo para golpear a las brujas ”, es un libro de 1486, escrito por dos monjes dominicos, Heinrich Kramer de Alsacia y Jacob Sprenger de Basilea, ambos del Sacro Imperio Romano Germánico, hoy Suiza. Su edición corresponde a  la caza de brujas que se dio durante la baja Edad Media. Este libro integra en un mismo escrito el origen del mal, sus manifestaciones y la criminalística como método para descubrir a las brujas. Después de la muerte de un tercio de la población europea entre 1347 y 1352 a causa de la peste negra, las prácticas reproductivas y los aspectos sexuales de los herejes adquirieron mayor importancia y fueron motivo de persecución.

 

El  libro en su primera parte habla sobre la brujas desde la perspectiva de la filosofía, la teología y de la sagrada escritura. En su segunda parte incluye casos prácticos y supuestas experiencias de encuentros cercanos con brujas y presenta remedios para combatir los maleficios que “las mujeres malignas” hacen sobre los hombres, animales o cosechas. En su tercera parte el libro da instrucciones y métodos de interrogatorio para enjuiciar a las brujas.

 

En sus páginas se refiere a las mujeres como “el mal necesario, la pena ineludible, el peligro doméstico, el mal de la naturaleza pintado con buen color”. Se menciona que las brujas infectan de siete modos, según la libre interpretación de la Biblia: la primera forma es mediante el “arrastre” de los hombres a un amor descontrolado; la segunda es bloqueando su capacidad para embarazar mujeres; la tercera, desapareciendo el miembro viril a través de un sortilegio; la cuarta es que transforman a los hombres en bestias diversas; y la quinta, arruinan la fecundidad de las mujeres; sexta, provocan abortos y séptima, ofrecen a los niños al demonio.

 

En el libro  se apunta que había que sospechar especialmente de las “mujeres sabias”, o aquellas que tuvieran conocimientos obstétricos, ya que podían ayudar a las mujeres a abortar, y se proponía que cambiaran su función a vigilantes de los procesos reproductivos de las mujeres, controlando que no ocultaran sus embarazos y que no parieran hijos fuera del matrimonio. En  esa época en países como Francia e Inglaterra no se les permitía a las mujeres practicar la obstetricia.  Quienes eran consideradas brujas eran juzgadas ante los Tribunales de la Inquisición. Si había sospechas, quienes dictaban las sentencias, decidían el destino de las acusadas. Las mujeres podían arrepentirse, pero había que probar con llanto y con seguimiento por más de un año que no habría “reincidencia” en la “perversión de la brujería”.

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