Este movimiento responde al interés del Kremlin por consolidar su soberanía digital, una estrategia que ha tomado fuerza desde que empresas occidentales se retiraron del mercado ruso tras la invasión de Ucrania en 2022. Moscú ha insistido en fortalecer su infraestructura tecnológica interna y disminuir el uso de plataformas operadas fuera del país.