Pablo Cabañas Díaz.
En 2006, apareció en Nueva York, editado por la Princeton Architectural Press, el ensayo de Margaret Hooks (1945-2021): “Surreal Eden: Edward James and Las Pozas”. Hay una traducción al español de Gabriel Bernal Granados, publicada en 2007, con el título: “Edward James y Las Pozas. Un sueño surrealista en la selva mexicana”. Se trata de un libro sobre Las Pozas de Xilitla, pueblo de la Huasteca Potosina, que se encuentra a 350 km de la capital de San Luis Potosí.
Hooks bosqueja Las Pozas y Xilitla, mediante un esbozo biográfico, cargado de anécdotas e ilustrado con imágenes que van del nacimiento de Edward Frank Willis James el 17 de agosto de 1907 en Greywalls, Escocia, hasta su muerte en un asilo de San Remo, Italia, el dos de diciembre de 1984. También es un homenaje póstumo al legado de Plutarco Gastélum, y Carl Walter, dos amigos con los que Edward James llegó a Xilitla en noviembre de 1945, en busca de orquídeas salvajes, que no hallaron porque florecían en junio.
Según Hooks fue a principios de 1947, Edward había invitó a Plutarco a que dejara su empleo en Cuernavaca y ejecutara para él en la creación de su “Jardín del Edén”, cerca de Xilitla. Luego hubo un viaje por Europa en que llevó a Plutarco a París a la mansión en West Sussex, Gran Bretaña, heredada de su padre, el magnate William Dodge James, Edward.
Edward James destinó terrenos de Las Pozas al cultivo de orquídeas, pero en 1962 una inusual nevada acabó con todo. Según Margaret Hooks: En una noche se arruinaron cerca de dieciocho mil orquídeas. James, enloquecido y furioso, en un arrebato melodramático agitando el puño metafóricamente hacia el cielo, juró que las próximas orquídeas y plantas tropicales que trajera a Xilitla nunca se verían expuestas a semejante destino. Más tarde, a la pregunta de cómo había llegado a crear las estructuras que construyó en la selva, respondió: “Decidí que haría algo que no pudiera sucumbir a un clima extremo, de modo que empecé a construir en concreto cosas que parecían flores y plantas.”
En la construcción muchas veces inconclusa, inútil y absurda de esos ornamentales caprichos de concreto que Edward James dibujaba en papel, Hooks resalta el papel que tuvieron como administradores a Plutarco Gastélum y a su esposa Marina Llamazares en los impredecibles períodos de ausencia de Edward y al maestro carpintero José Aguilar Hernández al que casi a diario Edward lo importunaba con ideas e incluso la petición de formas nuevas, así como con la explicación de cómo las quería: “A veces llegaba muy temprano en la mañana, complacido con una nueva idea que tenía y nosotros solíamos bromear diciendo: ‘¡Seguro que ha soñado eso! Luego se iba a caminar por Las Pozas con su cuaderno de apuntes en mano y de repente se paraba y empezaba a hacer un boceto. No podías interrumpirlo cuando estaba haciendo uno”.
Según Margaret Hooks , durante la construcción de Xilitla, James repartía insultos a sus trabajadores y sus despidos le causaron conflictos y resentimientos entre los artesanos. Una vez despidió a un trabajador por haber tenido la audacia de interrumpirlo cuando estaba “hablando con un flor”. Una década después de adquirida la finca, un albañil rencoroso, que trabajaba en las terrazas, hizo rodar un tronco, colina abajo, que le causó a James, una severa fractura espinal. Como consecuencia de este accidente cuatro trabajadores lo subían y bajaban por los empinados senderos de Las Pozas. La escena era verdaderamente insólita: una silla curva de color amarillo canario con cuatro trabajadores transportando a don Eduardo, enfundado en su viejo saco y con un guacamayo de opulento plumaje en cada hombro, sendero arriba y sendero abajo entre la exuberante maleza. Y luego el perpetuo uso de un bastón, como su cetro.