Teresa Gil
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El 13 de septiembre se cumplen 172 años de la gesta heroica de los cadetes de Chapultepec, llamados los Niños héroes. Tenían entre 14 y 19 años cuando murieron víctimas de la guerra invasora de Estados Unidos, después de que su ejército derrotó insistentemente al México de entonces, avasallado con su poderío y ambición. Escépticos y burlones algunos niegan el acontecimiento y lo catalogan como algo inventado, pero hay datos históricos que lo confirman. Lo desmiente gente de derecha, presuntos analistas que se burlan incluso del poema que les dedicó Amado Nervo, que tenía informes fidedignos de Juan Escutia que era su paisano de Nayarit. En ese estado está el museo Juan Escutia en homenaje al héroe, precisamente. Así negarán algunos el día de mañana, los datos que existen sobre el caso de los 43 de Ayotzinapa. En este mes, el 26, estos jóvenes cumplen cinco años de haber desaparecido sin que se sepa con exactitud que sucedió con ellos. Los jóvenes normalistas daban una lucha cotidiana para evitar que los gobiernos priístas desaparecieran las escuelas normales de formación de maestros. Y se cree que su desaparición fue la advertencia urdida contra los que se opusieran a la reforma educativa de Enrique Peña Nieto.
CONTRA MUERTES Y DESAPARICIONES, LOS JÓVENES DAN LA LUCHA
¿Cuántos jóvenes morirán en el mundo este mes en el que inicia el otoño, víctimas de guerras, de enfermedades no atendidas, migrantes, miles que se suicidan, en un mundo que está destruyendo su propio futuro? No es solo la muerte física, inmediata; está la muerte de ilusiones, de perspectivas que también matan a corto o a mediano plazo. Es el propio suicidio del mundo. La humanidad expresa de esa manera su deseo de no seguir viviendo ¿Será el Apocalipsis? La OCDE menciona que el 14.3 de los jóvenes entre 18 y 24 años, está casi en la antesala del no ser. En 2016 ese organismo los cifraba en 40 millones, 7 de los cuales estaban o están en México. No hay futuro, no hay trabajo para ellos, dice el priísta José Angel Gurría, con su pensión muy bien asegurada. Los augurios catastróficos son para los que estorban a los viejos. Esos que vienen empujando y pueden desbancar. No obstante, como esas plantas que reverdecen en un páramo, la juventud rechaza esa premonición de la que no participa y se levanta en rebeldía. No quiere la invasión que el gobierno de Israel anuncia en los territorios de Palestina; no quiere la prevalencia absurda de un enfermo mental como Trump, tampoco desea que el gobierno ultraderechista de Duque, en Colombia, se levante como brazo ejecutor del imperio contra una Venezuela golpeada y agredida. En México exigen becas, ganan preseas en eventos deportivos internacionales; participan en manifestaciones, no quieren reelección en la UNAM , ni la presencia del derechista Ricardo Anaya. Es una forma de demostrar su vida, el deseo de seguir viviendo y que esa vida se exprese a través de ellos. Con su actitud reivindican a aquellos jóvenes que defendiendo a la Patria, murieron el 13 de septiembre de 1847 : los Niños Héroes.
LOS INVASORES DEL NORTE, NO PUDIERON VULNERAR NUESTRA BANDERA
Se creyó durante mucho tiempo que fue el cadete Juan Escutia el que se envolvió en la bandera y se lanzó desde el Castillo de Chapultpec, para impedir que los invasores gringos la pudieran tomar. Posteriormente se descubrió que quien realizó ese gesto fue Fernando Montes de Oca, que tenía 19 años. Los cadetes estudiaban en el Colegio militar y dieron una lucha cuerpo a cuerpo pese a la superioridad numérica de los gringos. Se refugiaron en Chapultepec; eran 200 los cadetes y 632 los soldados. Las fuerzas invasoras eran comandadas por el general Winfield Scott quien envió a su mayor Pillow a enfrentar a los mexicanos. Estos resistieron dos días, pero finalmente se dieron por vencidos. México había sido un escenario de guerra desde años atrás y se peleaba en Veracruz y otros sitios contra un Estados Unidos desbocado -como ahora-, que quería a todo trance anexar más territorios de los que ya había robado. Los cadetes honrados desde entonces en todas las escuelas de México fueron: Juan de la Barrera, Juan Escutia, Francisco Márquez, Agustín Melgar, Fernndo Montes de Oca y Vicente Suárez. Amado Nervo les dedicó su famoso poema: Los héroes niños de Chapultepec (Ediciones del sur, Córdoba 2003)
CASI CINCO AÑOS DE DESAPARECIDOS Y SOLO ALGUNOS SABEN LA VERDAD
Todos los que participaron en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa saben perfectamente donde están. La propias autoridades de alto y bajo nivel que supieron o dieron las órdenes están enteradas . Hay muchas tesis, pero los que quieren salvar la cara del gobierno priísta de EPN insisten en la verdad histórica que acuñó Jesús Murillo Káram. Las investigaciones de los argentinos del Equipo de Antropología Forense contradicen esa tesis y sobre esa contradicción está trabajando la subsecretaría de Gobernación que encabeza Alejandro Encinas, sin que hasta ahora se vea algo concreto. En ese lapso se ha permitido a los padres de los normalistas penetrar al cuartel del batallón 27 que les había sido vedado en el pasado régimen y salió libre Gildardo López Astudillo, El Gil, uno de los principales acusados, lo que ha causado estupor y sorpresa. La fecha que cierra los cinco años presagia una exigencia mayor de parte de los padres. Pero lo que está sucediendo con el caso de la guardería ABC que ha sido reabierto, también advierte que el de Ayotzinapa no se dejará en la duda. Así tipos como los que están negando el caso de los héroes de Chapultepec tomen las riendas de la difamación y sostengan que el caso de Guerrero nunca existió.