jueves, abril 25, 2024

TEXTOS EN LIBERTAD: 26 de julio: el pastel y los estudiantes

José Antonio Aspiros Villagómez

 

Con felicitaciones para las cumpleañeras

Leticia Gaona, colega y amiga, y

Mariana Bolívar Aspiros, sobrina nieta.

Para mis hijos

Hugo, Diana, Paty y Susi, aquí citados.

 

         El 26 de julio de 1968 hubo pastel en el hogar de este tecleador en Mixcoac, Distrito Federal. La segunda de sus cuatro hijos cumplió entonces un año de vida y los sucesos en el centro de la ciudad no impidieron el festejo.

En esa fecha la policía capitalina dispersó con violencia dos manifestaciones que pretendían avanzar hacia la Plaza de la Constitución: la de un grupo estudiantil y la del Partido Comunista Mexicano que celebraba el aniversario de la Revolución Cubana.

         En cambio no hubo celebración familiar cuando otra hija cumplió un mes de nacida, el 3 de octubre del mismo 68, dada la conmoción en la ciudad porque el día previo había sido dispersada en el conjunto habitacional Tlatelolco, con un saldo aún desconocido de muertos, una manifestación de los mismos estudiantes que marcharon en julio.

         El año de nacimiento de los cuatro hijos coincidió con diversos hechos que se recuerdan, como los del 68, pues también en 1966, cuando llegó el primogénito, una huelga estudiantil derrocó al rector de la UNAM Ignacio Chávez y fue decapitada la estatua del ex presidente Miguel Alemán; en 1967 fue asesinado Ernesto ‘Che’ Guevara y se convirtió en un ícono rebelde para siempre, y en 1971 otra marcha de estudiantes en la capital mexicana fue disuelta de manera cruenta por ‘Los halcones’, grupo de choque creado por el gobierno.

         El tecleador no era reportero en 1968. Tras de haberlo sido antes en un semanario y una agencia de noticias, en ese año trabajaba por las tardes en otra agencia y por las mañanas en la oficina de prensa del Seguro Social, en ambas como redactor.

Por eso no le tocó cubrir aquellos sucesos, pero sí conocerlos a través de las versiones oficialistas que publicaban los diarios junto con crónicas maniqueas donde los estudiantes eran presentados de manera subjetiva como los culpables de todo. Y, con el tiempo, con la lectura de diversos libros de los protagonistas y nuevas crónicas periodísticas, más verosímiles.

         Para qué teclear de nuevo lo mismo, si ya lo hicimos en algún aniversario anterior y lo reproducimos a continuación para los nuevos lectores, con el agregado de que el ex presidente Luis Echeverría fue indiciado por aquellos hechos durante el gobierno de Vicente Fox y un juez lo exoneró en 2009 porque prescribió el delito antes de que llegara la sentencia.

         Mientras que uno de los protagonistas del 68 y preso político, el ingeniero Heberto Castillo, escribió sus memorias sobre aquellos días con el título sugerido por la Editorial Océano, de lo que le dijo el general Lázaro Cárdenas cuando se escondía para no ser detenido: “Si te agarran, te van a matar”.

         Esperamos que todo esto sea tratado con justicia histórica y social durante las actividades que, para recordar aquellos hechos, llevarán a cabo de manera conjunta las universidades Iberoamericana, Nacional Autónoma de México y Autónoma de Chapingo, así como el Instituto Politécnico Nacional y El Colegio de México.

         Entre tanto, éste es nuestro resumen de aquella historia:

Así comenzó el conflicto

Hace cinco décadas, el 26 de julio de 1968, comenzó en México un movimiento estudiantil que duró 140 días, de los cuales -según uno de sus líderes, Marcelino Perelló-, 139 los protagonizaron los jóvenes y uno el gobierno: el 2 de octubre.

Aunque el día 26 se reconoce como inicio de un conflicto que en su origen fue policiaco y después se convirtió en una demanda “democrática” (Octavio Paz) o bien “revolucionaria” (Joel Ortega), su antecedente data del 22 de julio, cuando pandilleros que dijeron ser estudiantes del Politécnico atacaron a los alumnos de la escuela ‘Isaac Ochoterena’, y un grupo de preparatorianos agredió también a los de la escuela ‘José G. Calvo’.

Al día siguiente se repitió la agresión de quienes fueron identificados como miembros de las pandillas ‘Los Ciudadelos’ y ‘Las Arañas’, ante la mirada impasible de la policía que después provocó y atacó a los alumnos de la ‘Ochoterena’.

De inmediato el Politécnico se deslindó de los provocadores, la UNAM denunció una campaña contra la autonomía universitaria y el escritor Ermilo Abreu Gómez consideró “preciso oír y atender la voz de los estudiantes porque el instinto de la juventud nunca se equivoca”.

La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (cuyo dirigente José Cebrero fue virtualmente el primer líder del movimiento) manifestó que había “turbios intereses políticos” detrás de los ataques, y organizó para el día 26 una marcha de protesta de la cual se desprendió un grupo para dirigirse al Zócalo y en su camino se encontró con otro desfile que celebraba el aniversario del inicio de la Revolución Cubana.

Como ambos grupos se unieron en su recorrido hacia la Plaza de la Constitución, los atacó la policía, se produjo una lucha que dejó decenas de heridos, fueron acusados de provocación algunos membretes comunistas y 76 de sus integrantes quedaron arrestados.

Continuaron los conflictos; militantes de izquierda fueron culpados de ellos y en ese mismo mes de julio comenzó a intervenir el Ejército con la ocupación de escuelas, mientras el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, izó la bandera nacional a media asta en el campus universitario y dijo que la autonomía estaba “amenazada gravemente”.

Así fue, según datos periodísticos de la época, el inicio del movimiento estudiantil que a través de un Consejo Nacional de Huelga integrado posteriormente, pidió al gobierno la libertad de los presos políticos, derogación del artículo 145 del Código Penal, disolución del cuerpo de granaderos, indemnización a los familiares de las víctimas y destitución de jefes policiacos.

Para ello, propusieron un diálogo público que nunca se discutió en serio, pues las intenciones de unos y otros tenían mayores alcances y distintas estrategias, la más grave de las cuales fue la matanza del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.

En el balance, según el sociólogo Gerardo Estrada, “1968 fue y es algo más que un simple recuerdo de una generación”. Gracias a aquellos jóvenes que se movilizaron en México y otras partes del globo, y a muchos adultos también, la década de los años 60 fue una de las pocas “en la historia de la humanidad (que, según Estrada) han contemplado tantos cambios en el terreno de lo social y de lo cultural”.

El Distrito Federal no fue la única parte del país donde hubo movimientos universitarios reprimidos en 1968; también en entidades como Michoacán, Tabasco, Puebla, Sinaloa y Sonora.

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