jueves, diciembre 12, 2024

Modernización de la subestación Buen Tono da pie a descubrimientos arqueológicos

CIUDAD DE MÉXICO.— Una casa habitación asociada a una zona chinampera de la antigua Tenochtitlan, vestigios de su transición en la época virreinal, así como una serie de contextos industriales, son parte de los descubrimientos arqueológicos derivados del proyecto de modernización de la Subestación eléctrica de Buen Tono del Metro, en la colonia Centro.

Los hallazgos, registrados en un predio de la intersección de las calles Delicias y Buen Tono, parten de la intervención oportuna del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), esta última responsable de la construcción de las nuevas instalaciones para transformadores.

Al respecto, el director de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH, Salvador Pulido Méndez, indicó que estas tareas derivan de un convenio de colaboración signado por dichas instancias, lo que ha permitido planificar la excavación y recuperar diversos testimonios materiales, los cuales van del periodo Posclásico Tardío (1200-1521), en pleno dominio mexica, a las postrimerías del siglo XX.

Quince arqueólogos, asistidos por medio centenar de trabajadores, han explorado dos y media hectáreas del predio, reconociendo la transformación que experimentó esta área —la cual fue una zona residencial y chinampera de la capital tenochca— a partir del México independiente, principalmente tras las leyes de desamortización y la industrialización porfirista.

La responsable del salvamento arqueológico, Alicia Bracamontes Cruz, detalló que en la época prehispánica el predio se hallaba en los límites de dos barrios: Yopico y Teocaltitlan, dentro de la parcialidad de Moyotlan, una de las cuatro que integraban Tenochtitlan, localizada al suroeste de la urbe.

Los restos de la vivienda mexica identificados se distribuyen en 400 metros cuadrado. Dentro del área habitacional se rescataron elementos bajo los pisos de adobe de 11 a 15 cm de grosor, entre ellos un par de vasijas funerarias —de los tipos Rojo Texcoco y Canal Café Monocromo— que contienen restos óseos de infantes; y un par de entierros asociados con una ofrenda de incensarios, malacates y herramientas para hilar.

Debajo de esos pisos también se ubicó una escultura en piedra del Posclásico Tardío, de 60 cm de alto, la cual estaba orientada al este. Representa a un hombre con maxtlatl o taparrabo, en posición de lanzar algo. La falta de pulimento en el cuerpo indica que fue inacabada y se especula que la ocultaron intencionalmente en la época del contacto español, a partir de 1521 d.C.

Del asentamiento colonial de los siglos XVI-XVII sobresalen restos de muros, de 50 cm de ancho, elaborados con piedras unidas con lodo, los cuales daban acceso a cuatro habitaciones y a un patio. Mientras que para el siglo XIX, es posible que el terreno fuera ocupado, en parte, por los baños públicos “Las delicias” (de ahí el nombre de la calle), a los que asistía la gente pudiente, según crónicas de José María Marroquí.

La hipótesis de los baños públicos se basa en el hallazgo de pisos de baldosas de baños con grandes coladeras y un sistema de desagüe bien construido, en el área noreste de lo que será la nueva subestación. En la parte sur, donde estará el edificio de transformadores, se ubicaron cuatro tramos con placas de concreto armado que mostraban materiales térmicos expuestos a altas temperaturas, posiblemente hornos.

⇒ En el predio también se ubicaron contextos de talleres de talabartería y de cerámica, los cuales datan de la época colonial, aunque el terreno mantuvo funciones de actividad productiva hasta finales de 1960, entre ellos de una jabonería.

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AM.MX/dsc

Redacción/dsc
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