Teresa Gil
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La consulta que se aplicará del 25 al 28 de octubre, decidirá el futuro del aeropuerto internacional de México y una encuesta podría contribuir con su muestreo a definir el futuro de los vuelos internos y externos. Pero atrás hay mucho mar de fondo, principalmente la disputa por el país entre dos concepciones, una que privilegia el capital, el desarrollo urbano y los grandes negocios y otra, que propugna la permanencia comunitaria, el entorno ecológico y las áreas de cultivo que alimentan a parte de la zona metropolitana. En muchas ciudades en el mundo -Londres, París, Roma, Praga, Viena, Lisboa y otras 40- en las que se dio esa disyuntiva hace muchos años, permaneció la segunda opción y lo vemos en los ríos que atraviesan esas ciudades, los jardines y entornos boscosos que las rodean y los lagos y lagunas saneados como recursos ambientales y turísticos. Lo bucólico también tiene fines de utilidad. La permanencia de esos recursos no impide el acceso a capitales: la belleza, la naturaleza y los verdes paisajes también venden. Muy pertinentes han estado los grandes representantes del capital, ahora que se acerca la hora de la decisión. Carlos Slim ha dicho que participará sea el aeropuerto en Texcoco o Santa Lucía. Otro influyente como Miguel Alemán se refiere a AMLO en este momento crucial, como un futuro buen gobernante. Pero las sombras rastrean y mientras se dan esas declaraciones, los medios más cercanos al gobierno tiran cabezales principales señalando como mejor opción Texcoco. Empresarios, grupos bancarios como Citibank, organismos internacionales comandados por priístas como José Ángel Gurria, titular de la OCDE, invierten sus recursos en las últimas horas, para fijar la idea de la vecina ciudad mexiquense. Opuesto al proyecto, el Frente de Pueblos de Defensa de la Tierra, parece sumarse a esa postura, al negar su participación en la consulta.
REYES: “CUANDO LOS CREADORES DEL DESIERTO ACABEN SU OBRA, IRRUMPE EL ESPANTO SOCIAL”
Si viviera Alfonso Reyes, daría cuenta de su acierto: los lagos se secarán y lo que fue un vergel será arrasado y convertido en desierto, un desierto de concreto y plataformas. Editado en la Habana, Cuba en 1979, Visión de Anáhuac (narrativa, colección Caracol) es un libro tan pequeño, que no puede uno creer que en un ensayo tan corto -33 páginas- pueda caber tanto. Al grado dice el editor cubano, que a Alfonso Reyes su autor lo consideran otro Alfonso el Sabio. La síntesis de todo el conocimiento que impactó al invasor español durante la llamada conquista, abunda en matices poéticos en descripciones que parecieran a la misma vista del regiomontano. Toda esa maravilla que se centró en la región de Anáhuac, sus conocimientos, su belleza, la singularidad de su cultura, de sus emperadores, de los nombres que fueron emergiendo con los siglos -Nezahualcóyotl sobre todo-, para redondear poesía, creación, ciencia y luchas por el poder, que se han equiparado a las que Shakespeare menciona en sus obras, es impresionante. Por ahí desfilan Humboldt, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo y otros grandes cronistas. Y Reyes recoge uno que otro chistecito que asume con sarcasmo; como el de los que sostienen que Nezahuacóyotl podría tener influencia del poeta romano ¡Horacio!
LA DESTRUCCIÓN ES DE SIGLOS: LE DIO LA PUNTILLA EL NAIM DE TEXCOCO.
“Abarca la desecación del valle desde 1449 a 1900”, escribe Reyes. Tres tipos de razas han trabajado en ella y hasta la llegada de Porfirio Díaz, “parece correr la consigna de secar la tierra”. Ha habido tal maniobra permanente, “que nuestro siglo -XX-, nos encontró todavía echando la última palada y abriendo la última zanja” Pero si advierte sobre el futuro y las consecuencias. “…a través de los siglos, el hombre conseguirá desecar sus aguas. Trabajando como castor; y los colonos devastarán los bosques que rodean la morada humana devolviendo al valle su carácter propio y terrible…En la tierra salitrosa y hostil destacadas profundamente, erizan sus garfios las garras vegetales, defendiéndose de la seca” No vivió el gran ensayista para saber lo que se fraguaba con el NAIM, cuyo futuro está en este momento en manos de la consulta popular. Impidamos esa gran devastación que se auguraba en parte de nuestra vieja tierra, Anáhuac.