Norma L. Vázquez Alanís
Un texto ‘chinesco’, sin tregua, atropellado como era su hablar, como ese torbellino de palabras que era en sí María Luisa ‘La China’ Mendoza, entretenido, hipnotizante y a la vez reflexivo, es la novela ‘De Ausencia’ de esta escritora y periodista mexicana recientemente fallecida.
Es una narración circular sin tiempo ni espacio, sólo recuerdos que llenan la memoria, compartidos con dos hombres por Ausencia, esa mujer -protagonista del relato- eternamente joven por fuera, pero envejecida de adentro ante la incertidumbre que dejaron en ella esos amores tan llenos de erotismo.
‘De Ausencia’, una de las cinco novelas que escribió María Luisa Mendoza, vio la luz en 1974 en una primera edición de Joaquín Mortiz dentro de su colección ‘Nueva narrativa hispánica’ y después de cinco publicaciones más, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado la incluyó en 1999 en su colección ‘¿Ya leíssste?’, de su Biblioteca del ISSSTE, y uno de los 20 mil ejemplares que se imprimieron en los Talleres Gráficos de México está en nuestro acervo literario personal como parte del legado del profesor Gilberto Vázquez Moreno.
Con una cascada de palabras sonoras, cantarinas, de esas que hoy poco se escuchan, que decían nuestras abuelas y repetían nuestras madres; esas que quedaron grabadas en el inconsciente colectivo de la generación de los 50 y que ahora al oírlas causan estupor a los ‘millennials’, la autora cuenta la extraña y aciaga, pero al fin y al cabo gozosa vida de Ausencia Bautista, una pueblerina sumida en la miseria y repentinamente convertida en pudiente señorita de la alta sociedad.
Su prosa, que parece fácil y que en realidad es compleja, como solía decir el escritor y periodista español Azorín, conduce a recapacitar en el extenso significado de las palabras en español, esta lengua tan corrompida y maltrecha; ‘La China’ Mendoza juega interminablemente con el profuso léxico de este idioma, así como con ese ingenioso manejo de la ironía y la picaresca tan característico de ella.
Esta novela de 180 páginas es la crónica de Ausencia Bautista: una gozadora, nunca una pervertida; se trata de un texto fuerte acerca de un personaje femenino que no existía hasta entonces en la literatura mexicana, que se mira en el reflejo de los siete espejos que la contemplan, la reproducen y asimilan.
“Como discurso literario, el texto de ‘La China’ Mendoza está organizado en torno al espejo como signo metafórico, un indicio de la autocontemplación narcisista de Ausencia, tanto literalmente al observar su cuerpo, procurando alcanzar la satisfacción sexual y detener el deterioro de la carne, como de manera figurativa cuando ella se ve a sí misma como el personaje central de sus fantasías eróticas”, señala al respecto el director del Departamento de lengua y literatura de la Universidad estatal de Arizona, en Phoenix, David William Foster, doctor en Filosofía por la Universidad de Washington.
Y plantea que la imperfección del espejo, sus distorsiones y su calidad dispareja, son testimonio de las limitaciones del planteamiento de Ausencia en busca de la autodefinición a través del erotismo y la sensualidad, lo que destruye la imagen tradicional de la mujer sumisa que pasivamente espera la satisfacción de su apetito sexual por el macho dominante.
‘La China’ Mendoza recurre esencialmente al erotismo, el cuerpo, el amor, el crimen y el misterio en la construcción de esta obra, que transporta al lector a un mundo deslumbrante, que describe con frases largas, enclíticos, esdrújulas y vibrantes adjetivos, mimando las palabras y diciendo las cosas en un estilo muy peculiar, muy suyo, revelador de su imaginación alucinante y su inmenso talento.
Su discurso novelístico es como un río de letras en constante movimiento que confluye en una extroversión en el lenguaje, muy lejano de lo peyorativo, la cual refleja la explosiva personalidad de sus personajes, en especial de Ausencia y Enedina, su fiel nana.
En esta novela, ‘La China’ Mendoza utiliza elementos de la narrativa del realismo mágico al presentar una protagonista cuasi eterna, similar al dictador de ‘El otoño del patriarca’ de Gabriel García Márquez, pero que conserva su juventud a costa de Enedina, su sirvienta y doble para efecto de acumular los años de ambas, pero también cuando esta decide morirse, ‘así nomás’, para no aguantar más ‘esos trotes’ de Ausencia.
El uso de un lenguaje metafórico complejo y uno narrativo barroco, así como los complicados patrones de dialogo y el fluir de la conciencia, son algunas de las estrategias textuales utilizadas por ‘La China’ Mendoza -considera el doctor David William Foster- con la finalidad de impedir la lectura de su novela como una farsa erótica, sino por el contrario, de incitar a una adecuada contemplación de la imagen esencialmente trágica de la sexualidad de Ausencia.
Porque la autora, en lugar de presentar la sexualidad femenina como fuerza liberadora, hace que las intensas fantasías eróticas se conviertan para Ausencia en una forma de prisión física y emocional; porque liberada de las cadenas impuestas por la sociedad mexicana tradicional y represiva, Ausencia se esclaviza por sí misma a la quimera elusiva de su inalcanzable satisfacción sexual, concluye el catedrático de la Universidad estatal de Arizona.
…Y Ausencia se quedó ausente del mundo exterior, inamovible en sus recuerdos erótico-amorosos de sus dos hombres.
Post Scriptum
María Luisa Mendoza (Guanajuato,1930-Ciudad de México, 2018) estudió Letras Modernas en la UNAM y Escenografía en la Escuela de Arte Teatral del INBA. Fue maestra de Escenografía y de Periodismo; secretaria de la Comisión de Premiación de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas; comentarista en televisión y diputada federal. Entre los numerosos reconocimientos que recibió destacan: Premio Magda Donato 1971 por su novela ‘Con él, conmigo, con nosotros tres’; Premio Nacional de Periodismo y Premio Bernal Díaz del Castillo 1972 por ‘Crónicas de Chile’; Premio Nacional de Periodismo 1984 por su programa ‘Un día, un escritor’ y por su trayectoria profesional, así como el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero 2001 por su obra ‘De amor y lujo’.