martes, abril 16, 2024

Javárosk, Sajalín y Kamchatka al alcance de todos

Luis Alberto García / Javárovsk, Rusia

*El tímido verano permite tomar sol y hasta nadar en el río Amur.

*Bailes, fiestas y bebidas tradicionales en la rambla de Naberezhnaya.

*Birobidzhán, población colonizada por judíos enviados por Stalin.

*El mítico Tren Transiberiano pasa rumbo a Vladivostok.

*Esta urbe es la más remota del inmenso país euroasiático.

*Territorios insulares y peninsulares, últimos confines del Extremo Oriente ruso.

Desde la plaza Komsomólskaya de esta ciudad que ha competido en importancia con Vladivostok -ochocientos kilómetros al Sur-, se desciende por unas escaleras al río Amur, por donde es posible andar sin que terminen los suburbios elegantes de Jabárovsk.

Y es seguro que, en un día tímidamente caluroso de verano –si se admite tal afirmación en estas latitudes casi siempre gélidas-, habrá más personas tomando algo de sol que nadando, aunque algunos de los lugareños ocasionalmente se animan a meterse.

En la orilla existe un parque agradable, en donde también se encuentran algunos de los mejores museos de la ciudad: el de Historia Regional (Shevchenko 11), situado en un edificio histórico de ladrillo que data de 1894, el año en que se inauguró el Tren Transiberiano, y en el que inició el gobierno autocrático del zar Nicolás II.

Tiene exhibiciones sobre la flora y fauna y las culturas nativas; en el de Arte del Extremo Oriente (Shevchenko 7) se puede ver arte originario, íconos rusos y porcelana japonesa, y en el Militar (Shevchenko 20) hay una exhibición de armas, tanques y diversos objetos del pasado militar ruso.

En las noches de verano, en la calle Naberezhnaya, una rambla que bordea el río Amur tiene puestos donde sirven bebidas y se toca música tradicional, y de vuelta, en la colina, hay una discoteca cercana llamada El Hospital (Muraviov-Amurski 3B) a la que se llega caminando.

Si se busca actividad nocturna más tranquila, hay que ir al Teatro de Pantomimas Triada (Lenin 27), que ofrece espectáculos eclécticos y a menudo silenciosos en honor a su nombre, una buena opción si no se domina bien el ruso.

Jabárovsk es un lugar ideal para establecer el campamento base mientras se explora el Extremo Oriente, ya que tanto el Ferrocarril Transiberiano como el Baikal-Amur (BAM, el hermano norteño del Transiberiano) pasan por aquí, además de haber vuelos periódicos que salen de esta ciudad a poblaciones remotas del Extremo Oriente ruso.

Para vivir una de las muchas extravagancias que hay aquí, se puede ir a Birobidzhán, capital de la provincia hebrea autónoma, pequeña y llamativa por sus ciénagas que se extienden a ambos lados de la frontera con China, establecida por Iósif Stalin como la nueva tierra de los judíos en 1934, cuando la dictadura unipersonal empezaba a fortalecerse.

Hasta aquí vinieron alguna vez judíos de toda la Unión Soviética y hasta de Estados Unidos, aunque muchos de los recién llegados se fueron unos años después, y en la actualidad apenas un dos por ciento de los habitantes de la región se identifican como judíos.

A Birobidzhán se llega desde Jabárovsk en el Transiberiano (con nueve salidas diarias), y si bien es una ciudad tranquila, vale la pena visitarla para tener una mejor idea de su historia: hay que visitar el Museo Regional (Lenin 25), o Freid (Sholom-Aleijema 14A), el centro cultural judío.

Al caminar por la ciudad y ver las imágenes de menorahs y dreidels (objetos típicamente judíos), encontraremos pintados algunos de estos símbolos judíos en las paradas de autobús, y al seguir más hacia el Oeste con el Transiberiano, se llegará a la bulliciosa ciudad de Blagovéshchensk (hay un solo servicio diario desde Jabárovsk).

Ubicada en la confluencia de los ríos Zeya y Amur, Blagovéshchensk posee esa cualidad eterna y relajante de una ciudad a la orilla del río, y del otro lado del Amur se encuentra la ciudad china de Heihe, con más de un millón 700.000 habitantes, diez veces más grande que Blagovéshchensk.

La mayor parte de sus tiendas que dan al río están administradas por ciudadanos chinos que ofrecen a viva voz toda clase de productos, desde indumentarias típicas hasta autopartes ingresadas de contrabando a Rusia.

Lo sorprendente del caso, y hay que tomarse una foto, es que se trata de un punto fronterizo único, porque aquí donde se encuentran Asia y Europa, y si se planea con anticipación, fácilmente se puede visitar Heihe para ver más de cerca la relación entre Rusia y China.

Es necesario contar con una visa que se obtiene en el consulado chino en Blagovéshchensk (Lenin Stadium 1) y una visa rusa de turista que admita varios ingresos al país; pero para vivir una verdadera aventura, pueden viajar hacia el Este desde Jabárovsk hasta la Isla de Sajalín.

Para llegar allí, hay que ir en avión o en tren (una salida diaria, cada 24 horas) a la ciudad portuaria de Vanino y luego tomar el barco diario a la capital de Sajalín, Yuzhno-Sajalinsk.

Con dimensión a lo ruso, Sajalín es del tamaño de Austria y, sin duda, está fuera del circuito turístico habitual porque tiene grandes poblaciones de osos pardos, lobos marinos y ballenas que aparecen mar adentro, y en el verano es posible navegar en balsa o bucear y, en invierno, esquiar o pescar en los lagos congelados.

La isla está viviendo un desarrollo petrolero desquiciante y un aumento de precios, lo que supone una dificultad para quienes viajan con un presupuesto acotado; pero para conocer Sajalín con poco dinero, se puede llevar una carpa y equipo de campaña: Astravel Ecotours, en Moscú. organiza excursiones hasta la gigantesca isla.

También es posible tomar un vuelo desde Jabárovsk hasta Yakutsk, conocida como la ciudad más fría del planeta, con una temperatura invernal que llega a los -70 grados Farenheit, emplazada en un terreno con permagel que se vuelve lodo en el verano.

Ahí es factible conocer de acerca de los evenki, el pueblo originario que tradicionalmente sobrevivió con la cría de renos: Yakutia Travel organiza excursiones a la zona para observar el estilo de vida de estos seres humanos excepcionales, quienes sorprendieron a los pioneros rusos del siglo XVII por su modo de vida, en un ámbito hostil como pocos en el mundo.

Un lugar que cautiva a quienes visitan el Extremo Oriente ruso es la península de Kamchatka, región volcánica que sobresale hacia el Océano Pacifico, en una península en la que hay géiseres, termas de agua caliente e imponentes volcanes que legítimamente figuran como Patrimonio de la Humanidad.

Hasta allí se llega en avión desde Jabárovsk, puesto que no hay carreteras que vayan hacia este remoto rincón del Extremo Oriente, hasta esa península que también posee una excelente pesca de salmón y trucha Arco Iris.

Kamchatka’s Vision ofrece excursiones de pesca y caminatas por la región, que debe su nombre a Iván Kamchatka, un personaje legendario que descubrió, exploró y colonizó ese lengua de tierra recorrida por la cordillera de los montes Khrebet y que al Sur de ella, tiene a Petropavlovsk como un sitio de enorme relevancia.

De ese puerto partieron las expediciones que se encontrarían con el territorio de Alaska, que sería propiedad de Rusia hasta 1867, cuando fue vendida por un puñado de dólares por el zar Alejandro II a Estados Unidos, cuyo gobierno la hizo parte de la Unión Americana hasta 1959.

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