miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: Todo se mueve, corruptamente

Sergio Gómez Montero*

Cantando por ahí se ha sentado a mi mesa

el cantor, el rufián, el ángel, el guerrero,

el empresario, el lúcido, el loco, la ramera

  1. Tejeda Gómez: “Poeta de la legua”

El mundo, sin duda, está agitado: se mueve lo mismo en el desvanecimiento cada vez mayor de Trump, quien virtualmente ya nada tiene que hacer como presidente de Estados Unidos; que también se mueve agitado por los atentados terroristas de los musulmanes en varias partes del mundo. Nadie sabemos, pues, así, qué hacer frente a una cotidianidad que no permite vislumbrar si el futuro nos será benéfico o si él estará cargado de sorpresas desagradables, como la que conllevó la visita de Emilio Lozoya, exdirector reciente de Pemex, a platicar en la PGR, a pesar de los graves cargos en su contra generados en Brasil por la operación de la empresa Odebrecht y que lo implican directamente. Triste pues que nada surgiera de la plática mencionada, dado que la PGR aún tiene cerrados los ojos al respecto, como tiene cerrados los ojos frente a todo lo que implica corrupción y lavado de dinero en el país (el caso de Rafa Márquez y el Julión).

¿Qué sucede pues con los Estados capitalistas contemporáneos que se están pudriendo virtualmente en todo el mundo bien sea porque tienen dirigentes incapaces de gobernar (Trump en EU), porque están pagando las consecuencias de sus excesos colonialistas en el XIX y el XX (como España, Francia y Alemania) o viven aferrados a una corrupción y a una impunidad inexplicables y de raíces profundas (México, Rusia, Brasil, Argentina)? ¿Tiene alguien respuestas para explicarlo? Tiempos del capitalismo de la destrucción (hombre, sociedad, medio ambiente convertidos en targets de esa destrucción), nadie hasta hoy nos explicamos porqué las respuestas de defensa no se manifiestan, ni con mucho, con la misma intensidad de los ataques, ¿tanto así se ha visto minada la conciencia humana, al grado de que hoy no se vislumbra posibilidad de respuesta ante tanta destrucción?

Desde lo más pequeño a lo gigantesco, en el capitalismo de la destrucción todo sucede (desde la corrupción en escala mínima, hasta la impunidad en grados absurdos), porque, como sucede hoy entre nosotros con el caso Lozoya, todos están nadando en los mismos lodos y entre ellos tratan de cubrir sus tropelías intentando tapar así a todos los que se mueven en esos lodos. No acaso hoy, con el escándalo de Odebrecht sus sobornos involucran lo mismo la campaña priista del 2012 para llevar a Peña Nieto a la presidencia, que fondos para financiar las obras faustas e inútiles como la refinería hasta hoy inconclusa de Tula. Aunque, claro, de manera paralela a la corrupción transita el silencio cómplice de los ciudadanos que somos incapaces por nosotros mismos de comenzar a tomar justicia por nuestra propia mano, sino que nuestro silencio y nuestro voto sólo cuestan $200 para comprar un poco de sal y pan. ¿No hay límites para la destrucción de la naturaleza y el ser humano?

El capitalismo, lo sabemos, ha pasado por diversas etapas, pero la actual, la de la destrucción, caracterizada por corrupción, impunidad y devastación de los recursos humanos, es la que más le ha costado a la humanidad, pues no sólo cuesta la destrucción física que la caracteriza, sino más cuesta y duele la manera en que ha terminado con nuestra conciencia, que nos mantiene indolentes y silenciosos frente a ella, algo que, en concreto, bien sabían Emilio Lozoya y su alfil Coello Trejo al presentarse a “platicar” en las oficinas de la PGR.

Que Dios nos agarre confesados por nuestro silencio cómplice.

*Profesor jubilado

gomeboka@yahoo.com.mx

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