martes, mayo 21, 2024

ISEGORÍA: Nacida para perder

Sergio Gómez Montero*
Hace días, en El País leí un artículo de Carmen Morán Breña titulado “?Qué será de Xóchitl?” que me hizo reflexionar mucho en el sentido real que tiene la candidatura de la señora Gálvez en la actual contienda electoral por la Presidencia del país: ¿por qué se le seleccionó a ella, si de antemano se sabía que estaba predestinada a perder? ¿Por qué, porque dado su perfil de fajadora se prestaba a tirar golpes a diestra y siniestra, pues ésa era la estrategia para salir –el bando reaccionario– lo menos perdedor posible, llevar a votar por ellos por lástima, más que por ninguna otra razón durante la actual contienda electoral? ¿Esa fue, pues, su estrategia (de Claudio, Alito, Marko y Jesús; ¿quién, alguna vez, creyó que Xóchitl era la candidata de la “sociedad civil”?) desde el principio de los comicios? ¿Así aseguraban ellos sus puestos legislativos para seguir, cómodamente desde allí, ubicados en la vida política para poder así continuar “molestando” a la borrega y poder así, cómodamente, seguir recibiendo los enormes pagos que conllevará su cargo político? ¿Qué sentido político tiene esa estrategia? Pero, ¿por qué nacida para perder ella y no ellos? ¿Sabía ella, mojiganga, que ése era su papel?
Es interesante saber cuál es el sentido de ese juego absurdo de jugar a perder. Entre otras cosas, por ejemplo, porque ello permite jugar a la guerra sucia masiva, a las dimensiones inconmensurables a que hoy se está jugando y gastando cantidades inconmensurables de dinero para lograrlo (¿quién lo está apoquinando en realidad?). Al crear así espacios increíbles de ficción (“mi candidata es única”, “es super poderosa”, “es la más increíble de todas”), slogans que nadie cree, ni quien se encarga de formularlos. Todo se cae –como está pasando ahorita con la campaña de Xóchitl– por su propio peso. Entonces, ¿para qué seguir adelante? Bueno, porque ése es el chiste del juego. Jugar hasta que el cuerpo aguante, aunque se sepa que se está jugando para perder.
Y sí, entre algunos comentaristas serios se dice, con agudeza, que la candidatura perdedora de Xóchitl fue, desde el principio, un acuerdo en las sombras entre las dos mayores fuerzas políticas del país, quienes estaban conscientes desde mucho tiempo atrás que el triunfo de la representante de las fuerzas mayoritarias era innegable y que se requería, aunque fuera una fantachoda, de un opositor(a) que se prestara al juego, haciendo como que hacía, aparentando que luchaba aunque el final de la pelea –el triunfo de la favorita– estaba decidido de antemano.
Eso y no más fue el más reciente debate: alegoría, jolgorio, arrastrar las garras sin decoro por el encordado, sabiendo así, de antemano, que de lo que se trataba era sólo jugar a que se jugaba, por más que el resultado se conociera desde antes de comenzar a jugar.
Sí, por eso la actual contienda electoral no divierte: el juego está muy disparejo.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada

Artículos relacionados