viernes, diciembre 13, 2024

ISEGORÍA: La tierra de enmedio

Sergio Gómez Montero*
Donde he perdido algo
camino con más cautela.
No sé si hallaré lo que busco
Brezmes: “Perdido”

Para Martha y Pepe que mucho saben de esto

Desde luego, esta no es una versión de El señor de los anillos de Tolkien ni mucho menos. Es, una vez más, el relato oscuro y triste de la migración y el papel triste y amargo que le toca jugar a nuestro país, en esa historia de terror que encierra hoy todo proceso migratorio encarnado por humanos. Verdadera tierra de enmedio nosotros, porque no somos ni principio ni fin, el nuestro es sólo el papel de tierra de paso para las caravanas de migrantes integradas en su gran mayoría por población originaria de los países de América Central, en donde hoy, en Estados Unidos, esa población disputa, de manera ardua, con nuestros paisanos por el control del trabajo y la violencia, como tratando así de desquitarse de los maltratos sufridos al pasar por México, en donde ellos sufren –como hoy, una vez más, ha quedado plenamente demostrado– los excesos que implica su trayectoria accidentada y en manos de la delincuencia organizada, que en sus filas tiene, indistintamente, a verdaderos criminales y a gentes que pertenecen a las filas policiacas o militares que se encargan del negocio del transporte ilegal de esas personas por el territorio nacional, atraviesen el país en caravana o en vehículos que muchas veces son verdaderas carrozas fúnebres.
¿Por qué razón se da en las condiciones en que se da el paso de migrantes por nuestro país? ¿Por qué es nuestro vecino del norte el que se encarga hoy, tan cínicamente, de fijar las reglas sobre el cruce de quiénes sí y quienes no se pueden acercar a las tierras fronterizas del norte nuestro, como hoy lo establece el Quédate en México?
Ser tierra de enmedio no es, cierto, un papel agradable. Por el contrario, como quedó demostrado desde principios del siglo XX con la llegada de población china que quería migrar a los Estados Unidos, ello ha representado para nosotros el ser una tierra en donde suceden tragedias que no quisiéramos ver ni registrar, pues ya bastante peso conlleva el sufrir el drama de quienes, paisanos, buscan cruzar al otro lado, a Estados Unidos en búsqueda de aquellos trabajos que la población de Estados Unidos no quiere realizar y que a nosotros, hoy, nos reditúa una cantidad sensible de dólares a través de las remesas que se reciben, remesas que no se contaminan como las del sur, que se quedan en manos, precisamente (me lo dice mi compadre Eduardo Cruz), del crimen organizado (13, 000 dólares, en promedio, por llevarte de sur a norte, por cada migrante que se atreve a realizar esos viajes de muerte, que uno nunca sabe a dónde lo pueden llevar).
En fin, al respecto no queda sino preguntarse: ¿cuándo será posible que esos viajes de muerte ya no se realicen en esta trágica tierra de enmedio en que estamos convertidos?

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
yahoo.com.mx

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