jueves, diciembre 12, 2024

ESCARAMUZAS POLÍTICAS : El Papa Francisco, intencional o no, interfirió en el intento de Trump por acercarse a Rusia

Gloria Analco

Se produjo lo que tanto temían los círculos neoconservadores de Washington: Donald Trump llegó a acuerdos con Vladimir Putin. Y mientras departía con él muy amigablemente en Hamburgo, donde tenía lugar la reunión del G-20, sus potenciales enemigos del establishment estadounidense continuaban reuniendo pruebas sobre los nexos de su campaña electoral con Rusia.

Consiguieron relatos de tres asesores de la Casa Blanca y otros dos con supuesta información de que el hijo mayor de Trump se había reunido con una fuente rusa, conectada con el Kremlin, quien le había prometido información que perjudicaría a Hillary Clinton, escándalo que estalló este pasado fin de semana.

Una llamada por teléfono repentina del Papa Francisco al periodista italiano Eugenio Scalfari, también interfirió en los esfuerzos de Trump por mejorar las relaciones con Rusia.

Scalfari, cofundador de La Repubblica de Italia, activo todavía en ese diario y muy cercano a Francisco, le dijo: “Hace mucho tiempo que no nos vemos”, a lo cual el Papa le contestó: “Tiene razón, yo también lo quiero. Podría venir hoy a las cuatro”.

Se encontraron en la Casa Santa Marta, donde el jefe de la Iglesia católica pasa la mayor parte del tiempo y duerme.

“Francisco me dijo estar muy preocupado por la Cumbre del G-20”, escribió Scalfari. Y a continuación, luego de haber charlado sobre otras cosas, el Papa Francisco le soltó:

“Me temo que son muy peligrosas las alianzas entre potencias que tienen una visión distorsionada del mundo”.

El Papa sabía que cualquier cosa que fuera a decir saldría publicada al día siguiente en el diario La Repubblica, justo el día que Trump se reuniría con Putin por primera vez.

Con lo que Francisco a continuación diría, se iba a poner a prueba la importancia que tiene la jerarquía católica en la política mundial, además de sus funciones espirituales.

Al hablar sobre lo peligroso de las alianzas entre potencias, él citó -en primer lugar- la que podría producirse entre Estados Unidos y Rusia. O sea, desde su punto de vista, no debían juntarse, cosa que era lo que estaba pretendiendo Trump.

“¿Cuál es el peligro de estas alianzas, Su Santidad?”, le pregunto Scalfari.

El Papa también había mencionado la amenaza que podrían representar las alianzas entre China y Corea del Norte o entre Putin y Assad en la guerra en Siria, mostrando con este último ejemplo que él estaba del lado de la OTAN y no a favor del equilibrio mundial.

Parecía que las preferencias del Papa Francisco estaban marcadas principalmente por su relación más estrecha con Occidente, y además intentaba influir en el desarrollo de los acontecimientos, buscando una entrevista que ese jueves, en la víspera del arranque de la  Cumbre del G-20, nadie le había solicitado.

Además, el Papa Francisco, con ello, trazaba líneas que conectaban directamente con Washington, a voluntad o no.

La canciller alemana, Angela Merkel, estaría en desacuerdo con el Papa, pues elogió la primera reunión entre Trump y Putin, y dijo que “el mundo entero no hará sino beneficiarse de que Rusia y EE.UU. establezcan un diálogo directo bueno y honesto”.

El último líder político de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, mencionó, tras el encuentro histórico, que “Trump no es una persona vacía, sino impredecible”.

Desde luego que los más influyentes medios de comunicación y de la política estadounidenses le dieron gran vuelo a las declaraciones del Papa y criticaron la postura de Trump durante su encuentro con Putin, tratando de hacer ver a la sociedad norteamericana lo inconveniente que sería que EE.UU. y Rusia se acercaran.

Las palabras de la Senadora Lindsey Graham, republicana de Carolina del Sur, sintetizan el ambiente que se ha creado en Washington tras el encuentro Trump-Putin.

Ella dijo que la actitud de Trump “está perjudicando su capacidad de gobernar a esta nación perdonando y olvidando y empoderando”, calificando su reunión con Putin de “desastrosa”.

Y como uniformados, los grandes medios de ese país mencionaron, cada uno a su modo, que Trump le había transferido gran poder a Putin.

Y, la verdad, el gran disgusto de las élites políticas estadounidenses ¡no es para menos!

El Departamento de Estado y el Pentágono han venido trabajando muy duro, desde el Gobierno de Barack Obama, para sacar de juego a Rusia.

Ello ha incluido deponer del poder al presidente de Ucrania, ganar el apoyo de la Unión Europea bajo los auspicios de la OTAN, avanzar unidades de combate en las inmediaciones de Rusia, sancionar a este país por embolsarse a Crimea, y acusar al país de Putin de todos los pecados mortales en una muy costosa campaña propagandística, además de desplazar misiles estadounidenses con base en tierra en Europa.

Todo ello y más, con tal de reducir a Rusia a su mínima expresión y evitar que algún país les haga sombra para lograr la tan ansiada supremacía mundial de Estados Unidos de América, en aras de un mundo unipolar.

¡Y ahora viene Trump, y quiere descomponerlo todo! Está claro que sobre la cabeza del Presidente estadounidense pende el “impeachment” para ser destituido.

¿Quién terminará saliéndose con la suya? El futuro del mundo depende de ello, pues una confrontación Rusia-Estados Unidos no beneficiaría a nadie.

gloriaanalco@gmail.com

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