Fernando IRALA
Un inesperado paro de los policías federales en la capital del país se convirtió en el asunto más preocupante del ya muy complicado escenario nacional.
Acusados por el gobierno de corruptos y “fifís”, al parecer se ha decidido conformar la Guardia Nacional con marinos, soldados y nuevos elementos, y marginar a los provenientes de la PF.
Aunque absorbió a otro cuerpo muy antiguo, el llamado de Caminos, la Federal tenía apenas veinte años de existencia, y en su momento fue presentada como una institución de alto nivel.
Ahora se les descalifica de manera genérica, pero en dos décadas fue el único organismo policial preparado para contener al crimen organizado.
Fue insuficiente, ya se sabe, entre otras cosas porque nunca se le hizo crecer al tamaño necesario para enfrentar eficazmente sus tareas.
Desde antes de su creación y hasta la fecha, el Ejército primero, y la Marina después, han debido enfrentar labores de combate al narcotráfico y a otras formas del crimen organizado.
Desde siempre se ha dicho también que los cuerpos militares tienen otra función y otra formación, de manera que cuando salen a las calles y caminos a desempeñarse como policías, ni tienen la eficacia requerida ni sus métodos son los más limpios.
Ahora la Guardia Nacional está en proceso de conformación como un híbrido que tiene raíces en esas tres agrupaciones. Pero los policías federales se sienten discriminados, y descontentos porque se les pretenden rebajar ingresos y prestaciones.
Por ello se produjo su movimiento, el cual ha generado una crisis de seguridad, que además ocurre en el año de mayor violencia y repunte del crimen de que se tenga memoria en el país.
La Guardia Nacional es un cuerpo nuevo, por lo tanto sin mucha experiencia, y visiblemente tardará en irse haciendo del control del territorio nacional, si es que alguna vez lo logra.
El desprecio con el que se ha tratado a los federales inconformes es de una audacia suicida. En el pecado podemos llevar la penitencia.