Francisco Gómez Maza
La tradición mexicana de asilo viene de 1853
Y ha dejado riqueza cultural, artística y científica
Imposible no escribir de Bolivia, de Evo morales y de la tradición mexicana de asilo a perseguidos políticos de países de países en conflictos políticos, violentos, o golpes de estado.
Ahora, le tocó a Evo Morales, presidente constitucional de aquel país sudamericano, ser objeto del asilo por razones humanitarias.
El avión de la Fuerza Aérea Mexicana que trasportó al asilado a México, para aterrizar en el aeropuerto internacional Benito Juárez, pasó muchas peripecias, pero al fin llegó.
Con una grata sonrisa, el presidente boliviano dio las gracias por la recepción de la inmensa mayoría de los mexicanos, menos los grupos del conservadurismo.
El canciller Marcelo Ebrard comentó, en breve ceremonia, a las puertas del antiguo hangar presidencial, todo el “periplo” sufrido para recoger a Morales, llevarlo a la cabina del avión y partir hacia México por recovecos espaciales ya que, ni Perú ni Ecuador, dieron permiso que el avión militar mexicano volara en su espacio aéreo por “razones políticas”.
Pero al fin, la aeronave que traía al derrocado presidente boliviano – forzado a renunciar – aterrizó en México. Y México actuó como siempre había actuado hasta antes de los gobiernos contrarrevolucionarios de Carlos Salinas a Enrique Peña.
Como lo recordó el canciller Marcelo Ebrard, el pasado domingo 10 de noviembre, México ostenta una larga tradición de asilo y refugio, en una lista que incluye al exilio republicano español, durante el mandato del presidente general Cárdenas del Río, una transterración que enriqueció a México de hombres sabios en todas las ramas de la cultura, las artes, y la ciencia.
También han sido asilados en México ciudadanos que huyeron de las dictaduras sudamericanas de la segunda mitad del siglo XX y víctimas de la guerra civil en Centroamérica, durante los años ochenta y noventa.
México ha recibido a muchos como asilados políticos, destacando un grupo de líderes, que incluye al militar italiano Giuseppe Garibaldi, al escritor y político cubano José Martí, al ideólogo soviético revolucionario León Trotsky, al director de cine español Luis Buñuel, al poeta León Felipe, o a la Nobel guatemalteca Rigoberta Menchú.
La gran tradición mexicana en materia de asilo político comenzó en 1853, cuando el país firmó con Colombia un tratado de no extradición por delitos políticos. El otorgamiento de asilo es un derecho soberano del Estado mexicano, que va acorde con sus principios normativos en política exterior, de acuerdo con lo que comentó el Canciller a la prensa el lunes 11 de noviembre. Desde entonces, México se ha vuelto uno de los bastiones más importantes en el continente para aquellos que huyen de su país.
Las dictaduras que asolaron a América Latina, a partir de la segunda mitad del siglo XX, produjeron gran cantidad de asilados en México, en la década del setenta principalmente de Argentina, Chile, Brasil y Uruguay, y posteriormente, en los ochenta, de El Salvador y Guatemala.
De acuerdo con el artículo 11 de la constitución política mexicana, toda persona tiene derecho a buscar y recibir asilo. El reconocimiento de la condición de refugiado y el otorgamiento de asilo político se realizarán de conformidad con los tratados internacionales. La ley regulará sus procedencias y excepciones.
Y esta reforma fue publicada en el Diario Oficial de la Federación por el propio presidente Peña, el 15 de abril del año 2016. Nada nuevo bajo el sol. El asilo a Evo Morales es perfectamente legal porque es constitucional.
Quienes se oponen al asilo al presidente constitucional de Bolivia, bajo el falso argumento de que es anticonstitucional, sólo demuestran ignorancia supina y odio. Y se debe destacar que el asilo a Evo Morales es un hecho que retoma la tradición mexicana.