lunes, mayo 6, 2024

CONCATENACIONES: Los símbolos del pasado

Fernando Irala

Como en ningún otro organismo político del país, las ceremonias del Partido Revolucionario Institucional reproducen símbolos y fórmulas que despliegan toda una liturgia del poder.

Han pasado los años y las décadas –de hecho, la revolución que transformó al país y entronizó al partido todavía en el mando ha cumplido ya un siglo– pero la cultura política de los priístas sigue siendo esencialmente la misma, en todo caso muy parecida a la de sus ancestros.

Las formas son fondo, solía repetir el último de sus grandes ideólogos, Jesús Reyes Heroles, desaparecido hace ya casi un tercio de siglo.

Así se manifestó en el desarrollo y culminación de la XXII Asamblea Nacional de los priístas, cuyas mesas de trabajo sesionaron durante la semana pasada para renovar su plataforma y documentos básicos con vistas a la elección presidencial del año próximo, y en la clausura de la reunión, en la que el Presidente Enrique Peña Nieto, llamado como en los viejos tiempos “el primer priísta de la Nación”, arengó a sus huestes y las convocó a la batalla próxima de 2018, “con la seguridad de que México gana cuando gana el PRI”.

De todo lo acordado, lo que concentró la atención de propios y extraños fue la reforma acordada a los estatutos, por las que se dejó de exigir diez años de militancia a quien pueda ser ungido como candidato presidencial tricolor a la Presidencia de la República, requisito que entre otros candados fue puesto en la época del Presidente Zedillo, precisamente porque la “sana distancia” entre el gobierno y el partido en aquel momento sonaba, como fue, a la premeditada entrega del poder a la oposición.

Entonces y ahora, la larga estancia del PRI en el poder ha desgastado su imagen y las posibilidades de permanecer en el futuro. Las encuestas lo ubican actualmente en el tercer lugar de las preferencias electorales, y con la consabida frase “si las elecciones fueran hoy” todo mundo da por vencedor al cuasi eterno aspirante Andrés Manuel López Obrador.

Muchas cosas pasarán en los siguientes meses que muy probablemente cerrarán e incluso invertirán las tendencias que hoy se observan.

A eso se atienen los priístas, que por lo pronto han cumplido con la primera ceremonia de su liturgia, y han mostrado unidad y disciplina frente a su líder.

El panorama es muy distinto de los viejos tiempos que mencionábamos, inclusive al de hace seis años, cuando ante el desgaste del panismo la figura del hoy Presidente, entonces gobernador mexiquense, engrandeció la quimera del regreso de quienes sí sabían gobernar.

Pero por lo visto el fin de semana, los priístas creen que pueden seguir gobernando el país por lo menos otro sexenio. ¿Alguien más lo creerá?

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