Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Insistir en el tema sobre las vicisitudes del proceso para la renovación de la dirigencia en Morena, no es ocioso, pues se trata, nada más ni nada menos, del partido en el poder, que, por lo tanto, debería ser ejemplo del cambio que plantea la multicitada Cuarta Transformación (4T), respecto de los manejos, conducción y comportamiento del resto de los partidos políticos que se mantienen a flote, algunos literalmente, en un mar de crisis de confianza y credibilidad, ante su triste y decepcionante actuación.
Como sucede, en mayor o menor medida, en estas organizaciones políticas, las prácticas democráticas, en su fuero interno, no son su fuerte, lo que se hace más evidente cuando son los tiempos de la renovación de sus dirigencias. Y es que, en esos procesos internos, parece inevitable que la ambición política, los intereses personales y la falta de institucionalidad y disciplina sea la característica que predomine y que, finalmente, la que da al traste con cualquier intento democratizador.
Hasta el momento, el partido Movimiento de Renovación Nacional, no ha podido superar su primera prueba y, tras meses de jaloneos, dimes y diretes y alguna que otra marrullería, de las y los aspirantes a presidirlo, el proceso de elección interna se estancó, a pesar de los mensajes contra “politiqueros”, “trepadores” y “oportunistas” y las amenazas de su fundador, de renunciar al partido “si éste se echara a perder”. Porque para quienes participan en este proceso, queda claro que lo más importante es su proyecto personal, sus intereses políticos, más allá de lo que al partido le convenga. Por eso, una y otra vez, el trámite de la sucesión tropieza y se posterga por triquiñuelas y maniobras ideadas por quienes buscan aplicar una fórmula a modo para sacar ventaja.
El espectáculo no puede ser más nocivo para este aún incipiente partido y sus dirigentes. Cuando parecía que las cosas empezaban a tomar rumbo, tras la sentencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que revocó el Congreso, anuló el proceso electoral interno y fijó, al Comité Ejecutivo Nacional, un plazo de 90 días para reponer el proceso, la disputa por el control del partido resurgió.
Poco duró la tregua entre la secretaria general en funciones de presidenta del partido, Yeidckol Polevnsky, y la presidenta del Consejo Nacional morenista, Bertha Luján. Una y otra, aspirantes a la dirigencia, enfrascadas en una pugna sin límites, lanzaron su propia convocatoria. La primera, para una reunión de la dirigencia y, la segunda, para una de los consejeros nacionales y distritales. Ante el presagio de fractura, YSQ les mandó una recomendación, a través de la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, para que se serenaran, dirimieran sus diferencias y aceptaran la encuesta como método para la elección de la dirigencia del partido.
La intermediación pareció tener efecto. Por un momento los ánimos se calmaron, y ambas dirigentes acordaron formular una convocatoria para celebrar un VI Congreso Nacional Extraordinario, el 30 de noviembre, para cumplir con la sentencia del Tribunal Electoral que había ordenado reponer el proceso de elección interna. Pero el entendimiento entre estos personajes duró poco tiempo. Si antes la disputa era entre el método de elección por encuesta o por voto directo de los consejeros, ahora la discrepancia estaba en la clase de encuesta: abierta o sólo entre la militancia, y, entonces, volvió a arder Troya.
Como el tema del Congreso programado era fomentar la unidad del partido en el proceso de elección interna y definir el tipo de encuesta, para avanzar en su reposición, la presidenta de partido, quizás consciente de su desventaja en esta competencia, maniobró para prolongar su permanencia en el cargo, boicoteando la convocatoria para el Congreso Extraordinario, que, finalmente, se tuvo que cancelar, según lo informó la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena.
La disputa entre estos personajes, no parece tener remedio. Mientras Bertha Luján busca acelerar los trámites para reponer a la brevedad el proceso de elección interna y, al efecto, propone celebrar el Congreso para la elección a finales del mes de enero próximo, Yeidckol Polevnsky alega que los 90 días que fijó el Tribunal Electoral para reponer el proceso, resultan insuficientes para depurar su padrón, por lo que solicitará una prórroga de otros 90 días más. Según la dirigente, el proceso no se podrá reponer antes de mediados del año que entra, por lo que, ella “tendrá” que continuar presidiendo el partido, por lo menos, durante seis meses más.
De todo este enredo morenista, quien sale ganando, al menos por el momento, es la dirigente Polevnsky, pues, siendo la más débil de los aspirantes a la dirigencia, con pocas posibilidades de triunfo, parece haber logrado prolongar su mandato al frente del partido, que concluía el pasado 20 de noviembre, evitando la posibilidad de una dirigencia interina, como proponían su contrincante Bertha Luján y la Comisión de Honor y Justicia del partido. Eso sí, todo esto a un alto costo en imagen y desgaste para Morena, sus dirigentes y la mismísima 4T, lo que no parece quitarles el sueño a los protagonistas de este sainete.
Noviembre 28 de 2019.