viernes, marzo 29, 2024

TEMAS CENTRALES: AMLO y la rudeza innecesaria

Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
El presidente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador (AMLO), continua en su proyecto político hacia Los Pinos, por tercera y última vez, según su propia declaración, aunque ya anteriormente, cuando competía para la presidencia en 2012, habría declarado lo mismo: me iré a Palenque (en donde está su finca), si no gano y, bueno, aquí lo tenemos otra vez. Así que habría que tomar sus palabras con reserva.
Con casi cinco lustros recorriendo el país, no es de llamar la atención que en las encuestas que se levantan sea el personaje más conocido, por una amplia diferencia; así como el que encabece las preferencias electorales, en cualquier combinación, cuando la pregunta se refiere a los posibles aspirantes presidenciales. Y es que durante todo ese tiempo, el tabasqueño ha estado en campaña electoral para la presidencia del país, por lo que, lo sorprendente sería que, con semejante actividad proselitista, ése no fuera el resultado.
Tampoco sorprende que Morena sea el partido que aparezca arriba en las preferencias electorales, porque este instituto político es López Obrador: su fundador, su líder, su dirigente, su ideólogo, su fiel de la balanza y su candidato presidencial. Es inimaginable pensar en Morena sin relacionarlo con el ex jefe de gobierno de la capital, porque sus destinos van unidos.
Y en esa circunstancia, auto destapado como candidato presidencial indiscutible de su partido, por su propia decisión, porque no se recuerda que esa candidatura haya derivado de una consulta a las bases, de una encuesta o del “democrático” método de la tómbola, resulta ser el contendiente a vencer en la carrera presidencial.
Morena ha ido avanzando en su posicionamiento, aunque no lo suficiente, todavía, para ganar una gubernatura, pero sí para ir sumando simpatizantes. En la pasada elección del Estado de México, la del padrón más grande del país, ya fue más que competitivo, habiendo obtenido una elevada votación que podrá capitalizar en 2018. Y, en la ciudad de México, parece no tener contrario. Es una plaza estratégica para el proyecto lópezobradorista. Por ser la capital de la República, lo que aquí suceda tiene resonancia nacional, además de contar con el segundo padrón más elevado, lo que significa muchos votos potenciales para su causa. Se explica, entonces, el acomodo de fichas que el decano candidato presidencial ha empezado a hacer, colocando a quienes son sus incondicionales.
Bajo un cargo inventado que le evite problemas con la ley electoral, por aquello de los actos anticipados de campaña, aunque no engañe a nadie y todos sepan que se trata de la candidata de Morena al gobierno de la CdMx, Claudia Sheinbaum fue elegida como coordinadora de organización territorial en esta capital, en base al resultado de una misteriosa encuesta, utilizada como método de selección, para que Morena, léase Andrés Manuel López Obrador, resolviera el enigma de la segunda candidatura más importante del paquete electoral de 2018.
Ni dudar de que la ingeniera e investigadora, ahora más política que científica, a pesar suyo, es una colaboradora muy cercana al líder de Morena, a quien ha seguido en sus andanzas políticas en las buenas y en las malas, desde el inicio del presente siglo. Y sin cuestionar sus capacidades, que seguramente no le faltan, su carrera en la administración pública se la debe en un 100 por ciento al tabasqueño, quien, una vez más, decide su destino político.
Designada como secretaria de Medio Ambiente, en el entonces gobierno del Distrito Federal, le encargó la obra más importante de su gestión o al menos la de mayor inversión, la construcción del segundo piso del periférico, así como la de la primera línea del metrobús, aunque en estricto sentido estas obras no fueran de la competencia de su cargo.
Durante su llamado “gobierno legítimo”, la nombró secretaria del patrimonio nacional, y más adelante la responsabilizó de la coordinación del contingente femenil del movimiento en defensa del petróleo, una acción de resistencia civil en contra del gobierno del presidente Felipe Calderón.
En el arribo de la ingeniera a la jefatura delegacional de Tlalpan, en 2012, López Obrador hizo una apuesta a futuro que ahora se concreta con su designación como coordinadora de Morena, léase candidata al gobierno de la capital.
Pero en esta maniobra, Andrés Manuel deja lesionados, al menos uno muy importante, Ricardo Monreal. El jefe delegacional de Cuauhtémoc, suponía que, por su trabajo político de apoyo a la causa del de la Macuspana y de acuerdo a los resultados de la mayoría de las encuestas publicadas que lo ponían a la cabeza de los aspirantes morenistas al gobierno de esta ciudad, sería el lógico candidato, pero se equivocó.
Porque en el proyecto político de AMLO, Ricardo Monreal nunca estuvo considerado para llegar a la jefatura de gobierno de la CdMx, en donde requiere de alguien de su más absoluta confianza y dependencia, que no lo meta en problemas por tener una carrera política propia con pretensiones, ambiciones y posibilidades. Por eso lo mandaron hasta el tercer lugar, para dejarlo sin posibilidades de pataleo, en una jugada de rudeza innecesaria.
La fórmula de una encuesta secreta, de la que se desconoce la metodología, a cargo de una empresa que no se identifica, coordinada por el hijo del líder de Morena, con resultados que, finalmente, no les quedó más remedio que publicar, más por los cuestionamientos a la opacidad del proceso que por un ánimo de transparencia, resultó un procedimiento muy a modo a los intereses de quien la encargó, si es que efectivamente se hizo. Este secuestro de información hizo sospechoso el método, puso en duda el resultado y alienta a suponer que en realidad se trató de una designación disfrazada.
Entrando en el campo de la especulación y tal vez en una jugada extrema, Ricardo Monreal podría hacer realidad lo casi imposible, derrotar a Morena en donde tiene su mejor posicionamiento. Este personaje podría encabezar un frente auténticamente amplio, en el que las fuerzas políticas más disímbolas podrían aliarse, en una operación política que beneficiaría a varios de los partidos a los que ha pertenecido y a algunos más.
¿Se imagina querido lector al PRI, al PVEM, al PANAL, al MC, al PT, al PES y tal vez hasta al PRD, unidos por la capital del país?

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