jueves, abril 25, 2024

R A F A G A: El pueblo dice: Lo malo cuenta y cuenta mucho

Jorge Herrera Valenzuela
En otra época, allá por los años setenta u ochenta del siglo pasado, el solo anuncio del Informe Presidencial despertaba interés, las expectativas eran de diferente tono, los funcionarios guardaban silencio noticioso y hasta el mismo Presidente de la República suspendía audiencias y acuerdos para dedicarse a revisar el texto que iba a leer. Después vino la etapa del desinterés popular y a partir del nuevo milenio se impuso la costumbre de que el secretario de Gobernación entregue, en la sesión solemne del Congreso de la Unión, los volúmenes del Informe. Se implantó que el día 2 de septiembre sea el acto oficial, para que el titular del Ejecutivo Federal lea su mensaje, sin interrupciones y sin contestación de un legislador.
Se acabó el Día del Presidente. Ya no hay concentraciones de obreros, campesinos, burócratas, comerciantes, ni las vallas humanas por donde pasaba el Jefe del Ejecutivo Federal. Unas veces fue en un automóvil descubierto, otras en uno tradicional y hubo mandatarios que caminaban de Palacio Nacional al recinto de Donceles y Allende, sede de la Cámara de Diputados. Hoy la sede está en San Lázaro, al Oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México. También desapareció “el besamanos” en los salones de Palacio Nacional y los desayunos y las comidas de respaldo al Presidente de México, a cargo de civiles y militares.
Bueno, todo ha cambiado. Es radical la forma en que se maneja el esquema previo al 1 de septiembre, al día del inicio de un período ordinario del Congreso de la Unión. La sesión solemne da oportunidad a que cada partido político, nueve en este 2017, nombre a su representante para que en la alta tribuna del Poder Legislativo fije la postura de su partido, aunque generalmente siete de los oradores se lanzan en contra del gobierno federal, y particularmente le pegan presidente Enrique Peña Nieto. “Los verdes” andan cobijados por el tricolor. El noveno, el del PRI, tiene la encomienda de hablar sobre las obras realizadas por la administración actual, obras que refieren los avances logrados y las soluciones a problemas nacionales.
Sin embargo, respecto a las últimas líneas del párrafo anterior, debo comentar que las cosas no son nada favorables para el gobierno que está en su quinto año. La nula estrategia de información sobre la ejecución de programas y en torno a los resultados de la aplicación de reformas constitucionales, motivó a que personalmente Peña Nieto sea el promotor de su publicidad, mediante videos, cuya difusión televisiva fue programada para una difusión simultánea en los cuatro canales de televisión abierta, incluyendo el Canal 11. ¿Para que gastan millones de pesos en la Coordinación de Comunicación Social y en la oficina de un vocero presidencial?
La campaña titulada “lo bueno cuenta y cuenta mucho” no ha tenido la penetración proyectada, porque la popularidad del presidente Peña Nieto está en bajos niveles. El mexiquense quiere entrar a los hogares, mediante sus mensajes televisivos, a efecto de atraer la atención de los adultos, teniendo como intermediarios a los niños. Cuando en uno de los videos el hombre de Atlacomulco asegura que México exporta más alimentos que los que importa, el televidente esboza una sonrisa, recordando que hasta la barbacoa se hace con carne traída de Nueva Zelanda.
En las redes sociales, como ya es costumbre, el ingenio del mexicano se hace presente. No pocas veces se pasan de sarcásticos y casi siempre se utilizan palabras altisonantes para referirse al Presidente de México. Soy firme defensor de la libertad de expresión como de la libertad de pensamiento, pero, considero, que al amparo de esos derechos se cae en extremos. Sin embargo, las mayorías dominan y ese es asunto que nadie frenará. Por ejemplo, está en circulación en las redes un “meme” donde en un ángulo aparece el vaquero de la película Toy Story con la leyenda “Toy Story” y en el opuesto, también vestido como el muñeco, vemos a Peña Nieto con el letrero en que se lee “Toy Pendejo”.
Las cosas pasan a otro terreno, ya no con picante humorismo. La voz del pueblo, en la calle, en los restaurantes, en los autobuses, en fin, en todos lados, hace suyo el lema oficial, cambiándole el sentido. Escuchamos cuando dicen que la inseguridad es “lo malo cuenta y cuenta mucho”, añadiendo que en toda la República diariamente hay asesinatos, asaltos en la vía pública, robos a casa habitación, extorsiones, secuestros. La corrupción y la impunidad también “son malas y cuentan mucho”, apoyándose en el caso de los exgobernadores que como Humberto Moreira Valdés, Luis Armando Reynoso Femat y Rodrigo Medina de la Cruz, entre otros, han burlado a la justicia y gozan de libertad.
Cuando la gente de la calle habla de la delincuencia organizada, la de los narcotraficantes, la de los tratantes de personas (prostitución), la de los contrabandistas de armas, recuerdan que “lo malo cuenta y cuenta mucho”, así como al referir la ineptitud de los miembros del gabinete presidencial, a la incapacidad de los funcionarios para resolver los problemas o al cinismo del licenciado en Derecho Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes, en el caso de “El socavón” del Paso Express, en Cuernavaca, Morelos.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿El Presidente Peña Nieto se percatará de que se está quedando solo, que en su partido político no hay consenso favorable al gobierno y la campaña político electoral lo marginará?
jherrerav@live.com.mx

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