jueves, marzo 28, 2024

¿Te has preguntado de dónde viene lo que comes? ¡Hasta la carne que compras contribuye a tu bienestar!

Tomahawk es un corte muy popular porque es sumamente vistoso.
Comer carne con responsabilidad es tarea de todos. Busca trazabilidad.

Cuando compramos carne o cualquier alimento, en lo que menos nos fijamos es de dónde viene, cómo la producen y procesan; en qué nos beneficia o afecta comer determinados productos que son hechos de cierta manera. Esto es un gran error porque al ser consumidores, adquirimos una responsabilidad no sólo ambiental y social, sino sanitaria porque no todo lo producido es adecuado para nuestra salud.

Quizá en el puesto de tacos de la esquina preparan unos <<de tripa y nana buenísimos>> que además de matar el antojo, sacian el hambre a un excelente precio. Eso está bien, podríamos pensar: de igual manera contribuye a la economía local. Lo cierto es que no siempre es sano e inocuo (dejando de lado la parte nutricional) porque no sabemos ni de dónde vienen los ingredientes con los que prepararon esos taquitos tan sabrosos. 

 

A veces, a unos cuantos se nos ocurre preguntarle a la persona que los prepara: ¿Dónde se surte? o ¿Sabe de dónde viene la carne que compra? La respuesta suele ser negativa o si eso llega a ofender al vendedor o mesero que nos atiende, ni responde.  La razón es que en la mayoría de los casos no tienen idea de dónde viene lo que adquieren para vender y ni les importa. ¡Segundo gran error! 

El saber de dónde viene lo que comemos y cómo fue hecho se llama trazabilidad, un concepto importantísimo del cual desconocemos bastante. <<¿A mí qué me importa saber de dónde viene lo que me como? Yo sólo como para quitarme el hambre y porque está bueno>>. Eso es tan común como darse un baño o pasear a nuestras mascotas.  ¡Tercer error!

Es importantísimo verificar la procedencia de la carne -y cualquier alimento que consumimos- para que tengamos garantía de inocuidad y calidad.  Aquí nos podemos preguntar qué diantres es esto y en qué me beneficia: 

 

Si nos dirigimos a un diccionario, encontramos que inocuidad es algo que no nos hace daño y con ello viene la higiene, junto a varias reglas y leyes establecidas de manera nacional e internacional para que la comida no nos haga daño o nos transmita enfermedades.  ¿Recuerdas a los cisticercos o la salmonella? Por ello es imprescindible la inocuidad al producir, empacar, preparar y comercializar alimentos.  Pandemias como la que estamos viviendo se salen de control porque no existe inocuidad en nuestras acciones. 

 

De igual forma encontramos otro concepto un poco más complejo de explicar: calidad. Este se refiere a estándares que colocamos entre los grupos sociales y culturales; mismos que atribuimos por la procedencia, fabricación o preparación de algún producto. También es preciso decir que la calidad no sólo es un valor que colocamos a algo por preceptos culturales, sino porque el producto que consumimos resulta inocuo, nutritivo y por ende nos aporta bienestar y salud

 

Por lo tanto, la trazabilidad en los alimentos es crucial para mantenernos sanos, bien nutridos y desde luego, darnos ese gustito que todos nos merecemos. Hay que recordar otro concepto: seguridad alimentaria, que es nuestro derecho y por ello podemos y debemos exigir alimentos que sean variados, inocuos, accesibles y de buena calidad de acuerdo a nuestras preferencias culturales

 

Para facilitar la tarea de encontrar alimentos inocuos y de buena calidad, existen algunas certificaciones que nos ayudan a garantizar que esto sea así. Una de estas es la certificación kosher, halal (en lo cultural) y también en la parte de inocuidad se encuentra la certificación TIF.

 

Desde luego existen múltiples certificaciones que nos pueden brindar alimentos de buena calidad  y contribuyen a la tarea de pensar a futuro por nuestra salud  y la del planeta; así como la del resto de criaturas que viven aquí. Es preciso transformarnos en consumidores responsables.

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