Policías del Estado de México, algunos adscritos a la Fiscalía Estatal, operan como un escuadrón de la muerte: levantan personas, asesinan a rivales de criminales y operan al servicio del cártel que más les pague. Cuando son contratados para “hacer un trabajito” salen en patrullas con emblemas oficiales, uniformados y con el rostro cubierto con pasamontañas.