sábado, abril 20, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Vidas paralelas: Nuño y Meade

Pablo Cabañas Díaz
El famoso caudillo de la revolución, Álvaro Obregón, solía decir … “en política siempre se comete un solo error, los demás vienen por añadidura”. Desde diciembre de 2014, el clima de sospechas de corrupción y errores de comunicación del gobierno  de Enrique Peña Nieto habrían de marcar el resto de su gobierno. Hasta antes de la elección del primero de julio, Morena no había conseguido gobernar ninguna entidad. En este 2018, el efecto AMLO hizo que ese partido ganara cinco de nueve gubernaturas en juego: Chiapas con Rutilio Escandón, Morelos conCuauhtémoc Blanco, Tabasco con Adán Agusto López y Veracruz con Cuitláhuac García, además de la Jefatura de Gobierno de la CDMX con Claudia Sheinbaum. A solo cuatro años de su registro como partido político nacional, Morena ya tiene los gobiernos de cinco entidades, incluidas dos de las que tienen mayor población y electores: la CDMX y Veracruz
Un ejemplo de  los problemas que enfrentaba el PRI en la elección del 2018 se pudo observar en marzo cuando , José Antonio Meade el candidato de  Enrique Peña Nieto  fue abucheado y recibió chiflidos y mentadas de madre luego de que intentara defender el “gasolinazo” de 2017.  La presentación de Meade era el broche de oro del evento de Omnilife en el Estadio Akron de Guadalajara, Jalisco. Ahí, con Jorge Vergara, dueño y director de la empresa, Meade quiso hacer el salto mortal: defender el gasolinazo. Apenas trató de justificar el incremento de precios con los mismos argumentos que usara Peña Nieto en enero del 2017, y la gente empezó a chiflar, a mentarle la madre y a gritarle “¡Fuera!, ¡fuera!”
Meade no pudo ser fue el escudo  protector  de múltiples actos de corrupción e impunidad en el sexenio actual empezando por la desaparición y muerte el 26 de septiembre del 2014  de  los 43 estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero,  hecho que conmocionó a la sociedad mexicana como hacía décadas que no ocurría, situando la complicidad del poder político, federal, estatal y municipal, con la violencia del crimen organizado ,la corrupción y la impunidad de las instituciones y sus representantes.
Al cóctel de frustración y cólera del electorado  se sumó después la tardía e insuficiente respuesta del gobierno federal y, aún peor, el descubrimiento de que la esposa del presidente compró  la llamada Casa Blanca a una constructora beneficiada con la adjudicación del futuro tren de alta velocidad México-Querétaro, posteriormente cancelada. La tragedia de Iguala pasó a convertirse en crisis nacional —la más grave desde el tequilazo de mediados de los años noventa,— en un contexto de estancamiento económico y promesas incumplidas.
En un hecho insólito para un presidente mexicano  el 19 de julio de 2016,  Peña Nieto se disculpó de forma pública por el escándalo de la Casa Blanca. En el evento donde promulgó las leyes del  Sistema Nacional Anticorrupción ,  dijo haber sentido “en carne propia la irritación de los mexicanos”. “La entiendo perfectamente. Por eso, con toda humildad, les pido perdón” estas palabra fueron expresadas s ante miembros del Congreso, gobernadores, organizaciones ciudadanas y parte del gabinete.
Ese día el  presidente reconoció que el reportaje difundido por la periodista Carmen Aristegui en 2014 causó “gran indignación”. La investigación reveló que el mandatario y su esposa, la actriz Angélica Rivera,  tenía una casa  en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México. La casa fue construida y vendida por una de las empresas de Juan Armando Hinojosa, que favoreció con más de 80 contratos. La revelación obligó al Gobierno a abrir una investigación a modo por un presunto conflicto de interés. La Secretaría de la Función Pública (SFP),  como era obvio , no encontró delito alguno  tras meses de pesquisas.
Peña Nieto reconoció haber cometido un “error”. Expresó que los funcionarios públicos son también “responsables de la percepción que generan”. No obstante, aseguró no haber violado ninguna ley, pero que su familia resultó afectada y afirmó  con marcado  cinismo que el caso “lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el Gobierno”.
Con la disculpa presidencial también llegó una nota aclaratoria emitida por el gobierno. Poco después de que Peña Nieto entonara su mea culpa, un  boletín de prensa de Los Pinos informó de que Angélica Rivera devolvió el inmueble el 11 de diciembre de 2014, un mes después de que se emitió el reportaje. La primera dama terminó su relación comercial con Ingeniería Inmobiliaria del Centro, propiedad del empresario Hinojosa y su Grupo Higa. “La inmobiliaria reintegró a la señora Rivera los pagos que realizó entre el 12 de enero de 2012 y el 11 de diciembre de 2014, más los intereses respectivos”. Según la SFP, la primera dama había desembolsado unos 35 millones de pesos  para adquirir la casa ubicada en Sierra Gorda 150, en Lomas de Chapultepec.
El PRI que había hecho bandera de la modernización del país a través del Pacto por México, en 2014 trató de recuperar la iniciativa política en 2018. No era un tarea fácil. Iguala marcó un antes y un después en este sexenio, y el hoy  cada vez fue  peor que el ayer.
Aurelio Nuño quien fue el  coordinador de la campaña de Meade era en ese tiempo jefe de gabinete de  Peña Nieto  y no tuvo  empacho en reconocer errores en este trayecto de la esperanza a la desconfianza . Declaró al periódico español El País el  seis de diciembre del 2014: “Nos faltó una agenda más contundente en materia de seguridad y de Estado de Derecho. Nos quedamos cortos. No vimos la dimensión del problema y la prioridad que debería haber tenido”.  Lo mismo sucedió con la derrota del PRI, Nuño lo pudo ver.

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