Pablo Cabañas Díaz.
Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, “Pita Amor” (1917-2000), fue una poeta y narradora cuya vida fue muy polémica . Publicó treinta títulos de poesía y dos de narrativa. “Yo soy mi casa”,de carácter autobiográfico, narra el cambio de la niñez a la juventud y el alejamiento del ámbito familiar de su protagonista, persona inquieta, agresiva, tempestuosa, temeraria y egocéntrica. Desde muy joven mantuvo una agitada vida social y conoció a los intelectuales y escritores de la época, entre ellos, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, José Revueltas, Fernando Benítez y Ricardo Guerra uno de sus más cercanos compañeros, Rosario Castellanos y Dolores Castro. Tuvo una breve participación en el cine y el teatro, en los que fue actriz de reparto en los años cuarenta. Su gusto por escribir, especialmente poesía, la llevó a educarse de manera autodidacta.
Dos de sus más allegados amigos y maestros fueron Enrique González Martínez y Manuel González Montesinos. Ellos y Alfonso Reyes la iniciaron en el estudio del arte poética y la lectura de poetas clásicos españoles, y franceses como Baudelaire y Rimbaud, además de los existencialistas entonces en boga. Pita Amor organizaba recitales donde declamaba la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, Calderón de la Barca, López Velarde, Villaurrutia, García Lorca, Machado, Neruda y la suya propia. Su poesía fue publicada en la revista América y en los suplementos culturales “Revista Mexicana de Cultura”, “Diorama de la Cultura” y “La Cultura en México”.
Los temas recurrentes en la obra de Pita Amor son la soledad y la melancolía que trata con una sensibilidad profunda. En su literatura está la descripción de los diversos lugares y objetos que conformaban su casa y el carácter de sus personajes para dejar una imagen vívida de la sociedad del postporfiriato venida a menos. “Galería de títeres” se compone de relatos breves, ejemplo de buena prosa y eficacia descriptiva de la psicología de sus personajes, la mayoría mujeres, que se enfrentan a la ausencia del amor, a la soledad, a la vejez, “cárcel de arrugas”, como la llamó la autora, o a la pobreza; mujeres vistas mordazmente en su envidia, impiedad, lesbianismo y obsesión por la muerte. La autora propone la escritura como salvación de vida. De su fuerte carácter surge su poesía: “Yo soy mi casa”, título compartido con su novela en que la autora expresa el sentimiento de prisión que vive en la casa de su familia y reconoce sus conflictos de personalidad presentes en su obra poética a través de tercetos, décimas y sonetos, como en “Como reina de barajas”, “48 veces Pita”. En “Puerta obstinada” y “Círculo de angustia”. . Al final de su vida, anciana, enferma de grandeza y clasismo, casi en la miseria, dormía en hoteles y se paseaba como un fantasma por la Zona Rosa de la capital del país dando bastonazos a diestra y siniestra.
Señala Ricardo Cruz que “la belleza se había ido y ahora solo brillaban sus enormes joyas y sus vestidos de diseñador, aunque hasta el final sobreviviría por su poesía: en los restaurantes ofrecía, por unos pesos, sonetos improvisados en una servilleta. Perdió amistades y familia, y algunos la llamaban la “abuelita de Batman”, mientras ella lucía su atropellado maquillaje. El 8 de mayo de 2000, envuelta también en poesía escribió: “Mi cuarto es de cuatro metros,/ mi cuerpo mide uno y medio/ y la caja que me espera/ será el final de mi tedio”