Pablo Cabañas Díaz
Llego la hora de las decisiones que van a marcar el sexenio. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se debate entre una salida política de alto costo económico, o bien sigue el curso de lo pactado en el periodo neoliberal para mantener la estabilidad económica.
Según los grupos de poder económico y político, el Gobierno ha mostrado ante los inversionistas en los últimos meses, una significativa merma en la confianza que el país había desarrollado en los últimos años. La primera señal fue la cancelación del aeropuerto de Ciudad de México que llevaba un 30% de su construcción.
El gobierno de Enrique Peña Nieto, tras la reforma energética de 2013, en pleno apogeo de la globalización, desdeñó los principios fundantes del Estado mexicano, que durante años los gobiernos del PRI, ligaron a las decisiones trascedentes que toma la figura presidencial a lo largo de su sexenio. No debemos de olvidar que la defensa del petróleo que hizo López Obrador, ante la reforma, fue una lucha simbólica más que un proyecto de Nación.
Estamos de nueva cuenta en la disyuntiva plateada al gobierno de Peña: actuar bajo un esquema de claudicación extrema, o afrontar las consecuencias impuestas por los mercados internacionales y los grupos de poder antagonistas.
No se puede menospreciar y mucho menos no tomar en serio las nuevas calificaciones que dieron a Pemex, Moody’s y Fitch. En los análisis de las calificadoras hay un elemento en común. Según estas firmas el presidente está desalentando la inversión y por ende coloca en riesgo el perfil crediticio de México.
También, señalan las calificadoras que existe una debilidad en el panorama macroeconómico del país y que los objetivos fiscales que se han fijado para 2020 serán difíciles de alcanzar. Seguir la construcción del nuevo aeropuerto, no es ya un problema de racionalidad económica, o seguir el rumbo pactado por la reforma energética del 2013 no significa cumplir lo pactado, lo que está en riesgo es que el sentido la Cuarta Transformación se pierda y por ende un golpe a la credibilidad del Gobierno, que sería una derrota en su credibilidad.