jueves, marzo 28, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Feminismos en lucha

Pablo Cabañas Díaz

En estos días en la Ciudad de  México, un significativo segmento de  mujeres se han manifestado  contra  los agravios que enfrentan en Ministerios Públicos, el transporte, el trabajo, el hogar. La tarea es  compleja: evitar la violencia física y social en contra de las mujeres. Estamos en el tiempo  de generar los   cambios que las beneficien.  Las mujeres no  aceptan más el rol que han venido desempeñando en el mantenimiento del sistema patriarcal, y  se encuentran en lucha  para enfrentar dicho sistema empezando por sus propios espacios, porque incluso allí —nos daremos cuenta— se requiere de un activismo activo. Estamos hablando de construir políticas públicas  cuya existencia encuentra justificación originaria en la búsqueda del reconocimiento de la dignidad humana y en las ideas de libertad e igualdad.

Las prácticas que promueven la desigualdad pueden provenir tanto de hombres como de mujeres, de agentes del Estado como de cualquier organización política, religiosa. Además, nada asegura que los espacios en los que predomina la presencia de mujeres se encuentren libres de sexismo y de las creencias sobre la supuesta superioridad de los hombres; de hecho, incluso en muchos hogares las principales transmisoras de prejuicios y estereotipos son paradójicamente las mujeres.

No obstante, hay que reconocer que en un comienzo el movimiento feminista se dejó llevar por un fuerte sentimiento anti hombres, debido a la dominación masculina en casi todos los ámbitos de la sociedad. Y, ello, de alguna manera ha servido para motivar un mayor análisis sobre la problemática que giraba en torno a la situación de las mujeres y propiciar una verdadera toma de conciencia —principalmente política— sobre su liberación. La evolución del pensamiento feminista hizo que poco a poco se dejase de lado este sentimiento para adoptar una postura mucho más crítica respecto del sistema patriarcal y el sexismo institucionalizado, porque ambos convierten en sus víctimas a todas las personas, aunque ciertamente a unas más que a otras.

Lograr la liberación de las mujeres no solo consistiría en liberarse de la opresión masculina, sino en cuestionar el estado de cosas existente sobre la base de un principio general de igualdad. Esto significa, tomar conciencia de las relaciones desiguales existentes entre las propias mujeres, ya sea por razones de clase, raza u orientación sexual. Se inicia la lucha contra las  prácticas que promueven la discriminación de las personas por motivo de su sexo biológico, pues en virtud a este se atribuyen socialmente una serie de características, comportamientos y roles de mujeres y  hombres.  En esta lucha habrá  de incidir y abanderar el cambio contra la exclusión en la sociedad mexicana.

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