Pablo Cabañas Díaz
Enrique Peña Nieto aseguró al iniciar su gobierno que la economía mexicana crecería a un ritmo de entre 5 y 6% toda vez que las aprobaciones de reformas estructurales darían el impulso necesario al desarrollo del país. Esta previsión optimista fue una quimera, e incluso se considera al sexenio de Peña Nieto como un periodo perdido para economía mexicana. Desde 1982, la apertura económica y el libre mercado se fueron presentando de manera reiterada como una oportunidad para el progreso de México; sin embargo, los indicadores económicos y sociales no reflejan este hecho. La continuidad en el enfoque de las políticas públicas iniciadas en 1982, en el gobierno de Miguel de Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000) y permaneció en los gobiernos de Acción Nacional encabezados por Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012), y con el retorno del PRI a la jefatura del Poder Ejecutivo (2012-2018). En 35 años la misma línea de pensamiento sigue vigente.
Las privatizaciones, en nuestro país, no han estado encaminadas a mejorar ni la eficiencia privada, ni la eficiencia pública o a mejorar el bienestar social, sino a satisfacer los intereses de los grupos de poder. Los múltiples vínculos y negociaciones que involucraron los múltiples procesos de privatización transformaron la relación entre las élites estatales y privadas, nacionales y extranjeras. Se auspició el camino a la práctica tan extendida y reconocida entre las élites estadounidenses de la “puerta giratoria” (revolving door), esto es, un tránsito cada vez más frecuente de los espacios de decisión públicos a los privados y viceversa.
Desde la elección presidencial del 2006, la más cerrada en la historia contemporánea de México en la que hubo una diferencia de 233 mil votos, la continuidad institucional, legal y cultural del viejo régimen se mantuvo por 12 años. El quiebre se da a mediados del 2014, en lo que parecía ser una historia de éxito de una tecnocracia conservadora que había logrado completar el ciclo neoliberal en México, se convirtió de pronto en un relato de horror, incompetencia y abierto desafío a la opinión pública”.
La campaña electoral de Peña Nieto construyó una agenda cuya promesa era romper con el ciclo de tasas de crecimiento del 2% anual. El candidato de PRI-PVEM, Peña Nieto, hizo 23 propuestas durante su participación en el primer debate presidencial. La 13, estaba referida a “modernizar” Pemex, con la participación del sector privado y la 16 , era la de bajar el precio a combustibles y hacerlos menos contaminantes.
El PRI no alcanzó la mayoría parlamentaria en las elecciones de 2012, lo cual obligó a Peña Nieto a cambiar su estrategia de privatizaciones . La agenda política resultante fue un programa de gobierno, que implicaba la construcción de un presidencialismo de coalición, que aseguraría en el Congreso de la Unión, la aprobación de un amplio paquete de reformas entre ellas la privatización de Pemex a través de una estrategia llamada Pacto por México apoyada por el PRI, PAN y el PRD.