Sergio Gómez Montero*
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
R. Dalton: “Por qué escribimos”
En memoria de Alberto Montero, por Puebla, por su Universidad en lucha
Digo, hasta el final, su sexenio sigue dando pena. Ël termina cargado de dinero sucio y de sucias mentiras en las que nadie cree y de personajes, como Bailleres, cuyos yates terminan el sexenio pintados de muerte. Qué bueno, pues, queda del sexenio de EPN que mal comenzó y muy mal termina, por más esfuerzos que hizo al final por concertar a toda costa con López Obrador para que lo que iba a ser una debacle, quedase sólo en una victoria abrumadora para el tabasqueño y ello cubriera al toluquita con el respeto de la victoria. Que al menos así, las penas finales de la derrota se cubrieran con los laureles de respeto al vencedor.
¿Qué esperar, pues, del sexto informe de gobierno? ¿Existió acaso? ¿Tiene caso, como dice AMLO que hará, el ponerse a estudiar ese Informe? Si de nada valieron los cinco años previos de gobierno, de qué sirve estudiar los tres meses finales que serán más grises que todos los meses gobernados por EPN y sobre los cuales ni caso tiene hablar. Pero en fin, Al de EPN es un gobierno al que necesariamente hay que cobrarle muchísimas cuentas ahora y los meses por venir, pues de otra manera no se podrá gobernar con calma. Por principios de cuenta, por ejemplo, ¿EPN podrá vivir en este país? ¿A dónde irá a vivir su exilio? ¿Por qué se va del país sin pagar una sola de las múltiples deudas pendientes? ¿Nadie será capaz de cobrarle cuentas? ¿Será lo suyo sólo borrón y cuenta nueva?
Pero, sin duda, lo que duele no es prometer que se quiere comenzar una Cuarta Transformación sin antes saldar cuentas con la tercera, la que, por dejar vivo a Díaz dejó viva, sin saldar cuentas con la llamada revolución del 17, que les dejó abiertas las puertas a Obregón y Carranza para hacer con esa revolución que nunca castigó a Porfirio Díaz una tercera transformación fracasada, sin reivindicar lo que los anarcosindicalistas exigían: tierra y libertad para los campesinos, y pan y justicia para los obreros. Reivindicaciones que nunca se cumplieron.
Ahora no sabemos aún lo que la cuarta transformación promete. Sabemos sí, que ella no va a castigar a quienes condujeron en su etapa última al neoliberalismo, los que están ahí, tranquilos, campantes, en sus yates y en sus camionetas y sus aviones, prestos a exiliarse donde más convenga.
La vida para ellos de aquí en adelante, les será viva, suave, frugal. Suavecita vida la de los gobernantes que se van sin castigo.
Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx