Pablo Cabañas Díaz
México se mantiene en caída en el Índice de Percepción de la Corrupción, que elabora Transparencia Internacional (TI). Pasó de un año a otro (2018-2017) de los lugares 135 a 138, de 180 naciones evaluadas. En el sexenio de Enrique Peña Nieto, se pasó del 2012 de un rango de 105 de 176 países evaluados, a 138 de 180 naciones.
En la administración de Felipe Calderón, en el 2006 el país estaba en en el sitio 70 de 163 analizados por TI en percepción de corrupción, y dejó el sexenio en el lugar 105 de 176 países considerados en la evaluación. De acuerdo con el reporte del 2018, nuestro país obtuvo una calificación de 28 puntos sobre 100, en donde 0 es alta corrupción y 100 la ausencia de dicho flagelo. Así las cosas, somos como la nación peor evaluado de entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Estos malos resultados coinciden con los dados en Davos, Suiza en el Foro Económico Mundial, en la presentación del llamado “Barómetro de la Confianza Edelman,” que este año revela que la confianza está en crisis alrededor del mundo. La confianza de la población general en las cuatro instituciones clave: negocios, gobierno, sociedad civil y medios de comunicación ha disminuido ampliamente, un fenómeno que no se había reportado desde el 2012, año en que se empezó a monitorear este segmento a nivel global.
El “Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México” elaborado por El Colegio de México en 2014 presagiaba que la ciudadanía atravesaba por un complejo proceso de desconfianza entre las personas y hacia la autoridad, especialmente por la corrupción gubernamental, por la procuración de justicia y por la ausencia de un estado de derecho. Este cuadro plantea un nuevo reto al gobierno federal, en virtud de la ciudadanía votó en la elección presidencial por el combate a la corrupción por la construcción de un auténtico estado de derecho.