viernes, noviembre 8, 2024

LIBROS DE AYER Y HOY: Elecciones y el crimen colectivo

Teresa Gil

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

De nada sirve que denunciemos, que nos horroricemos ante lo que sucede, si de alguna manera muchos somos parte y culpables de los crímenes -grandes o pequeños- que se cometen a diario en nuestro país. La exacerbación que domina a los que linchan a presuntos delincuentes, la demanda de sangre en las fiestas taurinas, o la lapidación permanente de quienes no nos cuadran, son expresiones  del crimen, que a veces toma caracteres mortales. No por nada cuando se quiere crucificar, se pone énfasis en los deméritos de la víctima para justificar una agresión. Quizá aquellos discursos de Colosio que sonaron a rebeldía, fueron comentados en el interior del sistema con tanta acidez, que su eliminación fue justificada. Los cristos de todos los tiempos llegan a la cruz, al cadalso o a la simple defenestración, previo un demérito. La eliminación de cualquier forma, hace recobrar la normalidad y la vida sigue. La complicidad colectiva que se ha visto en los casos de AMLO y de Claudia Sheinbaum, mientras la gente parece desentenderse- forma de complicidad-, de lo que pueda pasar, lanza una advertencia urgente para que autoridades, personas involucradas y gente común, reflexionen en lo que está pasando. En este momento, la situación no es un juego, ni se trata de un simple enfrentamiento electoral. Ya son actos criminales de una colectividad exacerbada contra dos  personas en particular. Las acciones tomadas, tienen ya esa raigambre criminal que los responsables de la seguridad no han hecho el intento de frenar y la situación va de mal en peor. Lo ponen todo a nivel de riñas entre rivales pero las cosas rebasan ese ámbito.  En el caso de Claudia ha habido agresiones directas con  objetos y  palabras ofensivas, de grupos de choque que todo mundo sabe que pertenecen al PRD, lo que ha  obligado a suspender actos. Es mucho odio y misogismo porque están en juego cacicazgos poderosos que pueden perder su espacio. Y los órganos electorales se hacen los omisos, igual que las autoridades responsables  de la CDMX

KAZANTZAKIS EL GRIEGO Y LA JUSTIFICACIÓN  EQUÍVOCA DE UNA COMUNIDAD

En la película Zorba el griego, es impresionante como el pueblo de una comarca de Creta apedrea a una  mujer hasta darle  muerte, solo por odio, celos  y envidia. La literatura glosa muchas ocasiones en  las que  comunidades  o grupos numerosos  se juntan para agredir a alguien contra al que han sido exacerbados por un enemigo común o para hacer justicia contra un  tirano o un  criminal. En  el último caso están Fuenteovejuna de Lope de Vega,  La muerte tiene permiso de Edmundo Valadés o  la reunión  de doce personas, en un esbozo de los doce apóstoles, para vengar la muerte de una niña en Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie. Los ejemplos son múltiples, pero los hay del primer caso –muchos  aquí-, como cuando grupos unificados como masas desbordadas se lanzan  al crimen y a la destrucción. Los linchamientos comunes en algunos pueblos que se quejan de falta de justicia, son  casos conocidos. La agresión contra políticos opositores en una contienda electoral, es otra. En este, el enemigo es el sistema y lo estamos viendo, con exageración peligrosa en esta contienda electoral. Nikos Kazantzakis- 1883-1957-, fue un fecundo escritor griego nacido en Heraclión, que aportó a la literatura griega no solo capítulos llenos de lecciones y poesía  sino que exaltó en algunos de sus textos el espíritu socialista de solidaridad a los pueblos necesitados, el amor a la vida y la profundidad en las cosas y la  naturaleza, que no suele dar  la intrincada vida moderna. Dos, entre varias de sus obras son las famosas La última tentación y Zorba el griego, Vida y andanzas de Alexis Zorbas (El Acantilado 2015) llevadas ambas a la pantalla. El personaje que se presenta en 342 páginas, fue un  amigo real -con otro nombre- del escritor; un hombre rústico, fascinante en su forma de vivir, su filosofía popular y el amor a la naturaleza, la música y un desparpajo lleno de ingenio. El aborde de esa obra por analistas se centra en el desarrollo de la trama con la llegada de un joven escritor y el personaje Zorba, pero a mi me  impactó desde que vi la película allá a fines de los sesenta, el acto en el que concentra el filme el director Michel Cacoyannis, la coalición  de una pequeña comunidad inmiscuida en sus costumbres y sus prejuicios, contra una viuda de mentalidad abierta (Irene Papa), que es hermosa y causa envidia, celos y odio. Sus méritos merecen la muerte según ese pueblo de mujeres feas, algunas viejas, enlutadas, que creen no tener futuro en la vida.  Pese a la defensa que hacen Zorba (el mexicano- estadounidense Anthony Quinn) y el joven que llegó a la comarca y se prendó de la viuda –  Alan Bates-, el pueblo vence y arrasa a pedradas a la joven. Otro hecho impresionante del filme es cuando al morir una cortesana que vive en el pueblo, la codicia, la ambición y la miseria humanas se conjugan para arrasar como verdaderas alimañas la casa de la muerta y saquearla. Parecían ciertos políticos del sistema. Un filme fundamental que fue musicalizado por el gran compositor griego Mikis Theodorakis, con  su inolvidable sirtaki El baile de Zorba. Kazantzakis yace en Creta y ha sido recuperado en su país y otros, como uno de los grandes escritores griegos.

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