Teresa Gil
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Las cosas se precipitan en el proceso electoral y Ricardo Anaya y José Antonio Meade tendrán que responder por mentiras y difamaciones. A este último se le complica la situación, porque la activista Nestora Salgado lo acusa de agresión política y exige su renuncia como candidato. Si la mentira dura mientras la verdad llega, bastaron unas horas para exhibir las falacias de Ricardo Anaya, candidato de Por México al Frente y además tendrá que responder a la revista Proceso de la alteración de la portada del numero 2168 del 20 de mayo para quitar una imagen que lo aludía junto con su esposa. Paradójicamente, es el candidato presidencial que se presentó en el segundo debate de esa misma fecha para denunciar presuntas corruptelas y embustes de otros candidatos. Se presume que puede estar enfermo y necesita atención psiquiátrica. La lista de mentiras que ha ido acumulando en la campaña electoral -buena parte para denostar a Andrés Manuel López Obrador-, no es ajena a quienes lo conocen y sufrieron sus embates de diversa manera en su breve carrera política. La vergonzosa evidencia de ahora se presentó, justo cuando el tribunal español que lo tenía indiciado en un expediente, archivó el asunto, por falta de elementos. La propia revista Proceso publicó el hecho un día después del segundo debate, el 21 de mayo. La extraña cancelación después de semanas de que el caso generara información, provocó suspicacias como las que ocurrieron con Humberto Moreira hace tres años y en este caso, se puede pensar en una posible negociación, que no descarta la renuncia de Anaya a favor de Meade. Una oferta que no puede rehusar. Meade no anda tan alejado de Anaya en sus falacias, como la que le adjudicó a nivel nacional -y que ya ha repetido en otras ocasiones en medios de comunicación-, a la defensora de derechos humanos Nestora Salgado, exonerada por tribunales de cargos de secuestro que le atribuían. Meade se mueve también en las aguas pantanosas del escándalo por esa exhibición absurda y sin venir a cuento en el segundo debate para usarla como ariete contra Morena. Todavía dos días después seguía repitiendo lo mismo. La valiente mujer ha desmentido públicamente al candidato priista y le ha exigido que pruebe sus acusaciones. Tiene una demanda en marcha ante la FEPADE y tribunales civiles y solicita que Meade se excuse públicamente y renuncie a su candidatura. Habrá que ver que dice el INE. Señalados como mentirosos ambos, alterador y suplantador el primero y difamador el segundo, los dos candidatos deben rendir cuentas no solo a los partidos que los han lanzado, sino a los órganos electorales y a la ciudadanía cuyos recursos han utilizado.
CARLO COLLODI, PINOCHO Y EL TÍTERE QUE MENTÍA
La fascinación por La historia de Pinocho (Alborada 1988, España, muchas editoriales) es universal, pero desde que la leí, me fascinó más bien su autor Carlo Lorenzo Filippo Giovanni Lorenzinni, mejor conocido como Carlo Collodi, porque adoptó como apellido el nombre del pueblo donde nació su madre. Esa fascinación tenía una razón en el espíritu revolucionario del autor italiano, en su constante lucha por la independencia de su país y en la vida que llevó inspirada en la búsqueda de la libertad. En determinado momento – y disculpen por personalizar-, me fui a Collodi, un pueblecito de la Toscana cercano a Pistoia y Lucca a conocer el famoso Monte de los Milagros donde Pinocho se reunía con sus amigos los malandrines para hacer travesuras. Por cada mentira, le crecía la nariz. Se trata de una montaña en cuya ladera, importantes arquitectos y arqueólogos, diseñaron todo el cuento del títere de madera, un burattino. En la cima de la montaña se yergue el hada bienhechora con el dedo índice extendido para advertir a Pinocho que no debe de ser malo ni hacer travesuras. Ese dedo lo acompaña a uno en todo el recorrido y al levantar la vista el dedo señala lo que no se debe de hacer. Así va uno, guiado por un hada. El cuento trascendió a su autor y se relata que Collodi nunca llegó a conocer la fama y gusto por su creación. Ha sido traducido a 200 idiomas y es uno de los libros más vendidos en el mundo. Sus analistas observan el fenómeno del personaje que escapó a su autor y como otros personajes clásicos, tomó vida propia. Pinocho ya transformado en niño logró los anhelos de su autor, al convertirse en un jovencito de carne y hueso, responsable y apoyo de su padre Gepetto. Luigi Pirandello el premio Nobel italiano, analizó el fenómeno del personaje independiente, en Seis personajes en busca de autor. Collodi no gestó su famoso cuento- que en realidad es una novela de 36 capítulos con las más diversas aventuras-, como un libro infantil, sino que lo vislumbró como una alegoría- dicen sus biógrafos-, sobre la formación de las personas basada en el honor, la verdad y la virtud. Formación que jamas podremos descubrir en los dos personajes que encabezan este escrito.