De Octavio Raziel
La teoría social de la conspiración…es una consecuencia de la desaparición de Dios como punto de referencia y de la consiguiente pregunta: “Quién lo ha reemplazado”. Karl Popper
Es hora de dejarse de tonterías y de pensar en lo ideal, y en su lugar dejar espacio para que entendamos “por qué hacen los políticos lo que hacen para llegar al poder, para mantenerse en él y para hacerse con el control del dinero. Si vamos a jugar a la política, aprendamos lo que eso significa de verdad”.
Lo anterior forma parte de uno de los libros más interesantes de cómo ejercer el poder: El manual del dictador. Por qué la mala conducta es casi siempre buena política, (Ed. Siruela) (368 pp) donde Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith describen cómo gobiernan en realidad los líderes, tanto los autocráticos como los democráticos.
El punto de partida de los autores no es entender cómo debería ser el mundo, sino “averiguar lo que la gente hace de verdad”, porque sólo sabiendo cómo funcionan las cosas es posible actuar con cierta previsibilidad.
Trataremos de resumir algunas de las reglas del manual desclasificado por la CIA.
Señalan que la gente que sostiene al líder, aquella que verdaderamente le hace ganar el poder y mantenerlo en él, es a la que debe tener contenta. “Cuanto menos son, más los controlas y mayor discrecionalidad tienes sobre los gastos”.
La segunda regla, ya la venía aplicando Don Fidel Velázquez cuando señalaba que el que se mueve no sale en la foto. Así, recomiendan al líder sustituir al que se mueva. Piensa en que tu electorado es intercambiable y que puedes reemplazar a cualquier alborotador, a los influyentes y los que se sienten esenciales. Los demás quedarán advertidos de que deben ser leales y portarse bien o de lo contrario serán sustituidos.
Controlar la caja. Para los dirigentes, el flujo de caja más eficaz es el que empobrece a mucha gente y redistribuye el dinero de modo que unas cuantas personas seleccionadas –tus partidarios- sigan siendo ricas.
Más adelante recomienda pagar a sus seguidores sólo lo suficiente para conservar su lealtad y añade que “lo que constituye la esencia del mando es pagar a los seguidores, no gobernar bien ni representar la voluntad general”.
Algunos mecanismos adicionales para conservar el poder son:
Un líder prudente no cuenta demasiado con aquellos que le ayudaron a obtener el poder. Después de derribar al dirigente anterior, es cuestión de tiempo que se den cuenta de que pueden volver a hacer lo mismo otra vez. Un nuevo titular prudente actuará con rapidez para quitarse de en medio a algunos e incluir a otros cuyos intereses aseguren más sólidamente la lealtad futura
Es importante contar en esa coalición de partidarios clave con personas que sean competentes para cumplir las obligaciones relacionadas con la puesta en práctica de las políticas del líder, pero no demasiado. En realidad, contar con directivos o con ministros competentes puede ser un peligroso error. Las personas competentes, al fin y al cabo, son posibles rivales (posiblemente contrincantes competentes).
Insisten en las tres características más importantes de sus partidarios son: uno, lealtad; dos, lealtad; tres, lealtad. Los dirigentes que triunfan se rodean de familiares y amigos de confianza y se deshacen de todo seguidor ambicioso.
En parte de sus recomendaciones aclaran el porqué de que las cosas cambian para que nada cambie en cada cambio de gobierno –democrático o tirano- como es seguir manteniendo bajos salarios de la policía, pues así se verán obligados a corromperse, ganarán mucho dinero y no querrán perder su puesto de trabajo. Sabrán que si no son leales les echarás y les castigarás, y dejarán de ganar dinero. Asimismo, debes castigar a quienes denuncien, no a quienes cometan malas prácticas. Que se lo digan a Bradley Manning, Julian Assange o Edward Snowden.
Otra acotación para el líder es que sea prudente y no dé a los demás nada de lo que pueda volverse en su contra. Al pueblo, entre más le des, más querrá. Así, entenderemos el por qué a la gente hay que darle lo justo para que pueda vivir y la formación imprescindible para que pueda trabajar. Y nada más.
Los autores del manual dicen que los líderes de las naciones democráticas obedecen estas reglas al igual que los tiranos y los autócratas porque, como cualquier dirigente, quieren conquistar el poder y permanecer en él. En el caso de los gobiernos democráticos éstos deben ser más creativos, pero al final, las reglas son las mismas para tomar el poder y permanecer en él.