*Hoy la migración y lo que ésta comunica y sirve, también es en bits y algoritmos. No todos podrán sumarse a ese nuevo lenguaje que se establece entre las naciones, los integrantes de las innovadoras profesiones, los gobernantes y los gobernados y los nuevos estamentos sociales. La diferencia se establecerá entre los que pueden y saben comunicarse, y los que son víctimas del mutismo que les imponen los cambios a los que no pueden sumarse
Gregorio Ortega Molina
¿Podrá universalizarse y estandarizarse el uso de la comunicación cibernética entre los integrantes de una sociedad, y entre los de sociedades de naciones diferentes e incluso antagónicas?
El verdadero e inmediato desafío es la comunicación, con toda la carga anímica, cultural, educativa, ética y moral que tiene el verbo comunicar. Cristo se comunicó por la palabra; la suya, su verdad, tiene dos mil años de vigencia; sí, con sus asegunes, sus bifurcaciones y deformaciones, pero la esencia del mensaje está viva. En Occidente sólo Homero y Sócrates se sirvieron de la voz para dejar su legado. Ningún otro pensador, filósofo, líder social o político o religioso.
Sobre la comunicación está el concepto de tiempo real. ¿Cuántos y cómo lo entienden? ¿Qué porcentaje de los mexicanos tienen a su disposición un teléfono inteligente o una computadora o acceso a Internet? ¿Cuál es el número exacto de estudiantes que durante el enclaustramiento dispusieron de lo mínimo necesario para “educarse” o recibir instrucción pública en línea? ¿Cuántos saben lo que se espera de ellos, y cuántos más pueden medir y calibrar sus posibilidades de salir del mutismo cibernético, para “vivir” en el mundo de hoy?
El cambio está aquí… unos lo vivimos con intensidad, esforzándonos por evitar el rezago -aunque no comprendamos a cabalidad cuál será el resultado-, mientras otros, la mayoría, nunca… sí, nunca podrán superar esa rezago en la comunicación, porque carecen y nunca tendrán los instrumentos técnicos y materiales necesarios para ponerse al día.
La velocidad -debida a la pandemia y sus consecuencias inmediatas- con la cual se han instalado los cambios, con el fin de evitar un mayor tropiezo económico, favorece el desequilibrio dentro de un país y entre naciones. Si en algún momento el libre comercio, el tránsito de una a otra de las naciones, la idea de integrar América del Norte (en una tardía y mala copia de la CEE) y favorecer la desaparición de las asimetrías, fue viable, hoy deja de ser opción, precisamente por una de las más graves consecuencias de la Revolución Cibernética, que es comunicar. Me refiero a la migración.
Las civilizaciones, los cambios culturales, ocurren gracias a las migraciones. Quienes se trasladan de una nación a otra, por motivos de supervivencia, llevan consigo su memoria genética, sus hábitos, su manera de ser, y al asimilarse no desaparecen en las sociedades que los cobijan, sino que inciden en ellas, contribuyen a transformarlas, para bien y para mal. ¿De qué manera podemos entender la catequización, la creación del Colegio de México, hacernos del español como el idioma nacional?
Hoy la migración y lo que ésta comunica y sirve, también es en bits y algoritmos, y no todos podrán sumarse a ese nuevo lenguaje que se establece entre las naciones, los integrantes de las innovadoras profesiones, los gobernantes y los gobernados y los nuevos estamentos sociales. La diferencia se establecerá entre los que pueden y saben comunicarse, y los que son víctimas del mutismo que les imponen los cambios a los que no pueden sumarse.
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