jueves, marzo 28, 2024

LA COSTUMBRE DEL PODER: A fondo con el FCE

Gregorio Ortega Molina

*La administración pública consume la llama del ingenio literario y creativo. Taibo II y el FCE pueden morir en el intento

A Margo Glantz no la vencieron sus pretensiones administrativas como ella argumenta, decidió abandonar el barco del FCE debido al peso de los años, éstos pudieron más que la razón y el deseo de figurar.

     ¿Fue la Glantz parte de un entramado político para mover piezas de ajedrez cuya nueva colocación no debía ser objetada? Es posible, los intelectuales y los puristas no ven con buenos ojos a Paco Ignacio Taibo II. Les cae en pandorga por irreverente, porque viste mal, pero sobre todo porque sus libros se venden más que los de sus críticos. Lo mismo las aventuras de Héctor Belascoarán Shayne que los resultantes de investigación histórica.

     Pero Taibo II también es responsable de ciertas trapacerías literarias, de la manera en cómo asegurar ciertos premios literarios a quienes, por necesidad, merecían apoyos económicos. Supeditaron la calidad a la necesidad en su observancia de la amistad a rajatabla.

     De vivir Margarita Michelena ya le hubiese dado una apoplejía sólo de enterarse que Paco Ignacio Taibo II definirá el destino del FCE en esta transformación de México, que para asentarse como historia verificable ha de modificar hábitos, cultura e ideología, y nada mejor para hacerlo que desde la lectura, tanto de novela como de ensayo, de poesía como de biografías. Allí, en esa institución cultural, anidará parte sustancial de la propuesta para transformar a los mexicanos.

     Naturalmente los cambios no se dan por ensalmo ni ocurren de la noche a la mañana, aunque a Taibo II puede ocurrirle lo que a los pastores del rebaño moreno en el Congreso, y precipitarse debido al entusiasmo del triunfo, sin detenerse a considerar que todo cambio que aspira a permanecer, ha de darse por sus pasos contados.

     En una ocasión en que Fernando Benítez me invitó a comer me dijo, entre otras cosas, que mi padre, Gregorio Ortega Hernández, fue mejor periodista que editor. De inmediato pensé en lo que el mismo Ortega respondió a Emanuel Carballo cuando advirtió que Hombres, mujeres sólo era un libro de entrevistas y no el trabajo de un escritor. El periodismo trasciende cuando quienes lo practican se entregan a él en cuerpo y alma.

     Lo mismo ocurre con la literatura. ¿Recuerda alguien que Martín Luis Guzmán escribiera algún texto memorable después de encerrarse en la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito? La administración pública consume la llama del ingenio literario y creativo. Taibo II y el FCE pueden morir en el intento.

www.gregorioortega.blog  @OrtegaGregorio

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