Sergio Gómez Montero*
los que nacen ahora
son los muertos mañana;
el hoy es el ayer
E. Granda: “Las cosas”
Los tiempos inmediatos parecen acumular iras rotundas de épocas pasadas remotas, pero también recién acontecidas. Todo nos pesa, pues, ya que el presente –a quienes hoy aún monopolizan prensa, radio y televisión y allí comentan– es un tiempo molesto, mientras que el pasado inmediato es un tiempo que se añora y de allí entonces el combate que no cesa en contra del gobierno actual, actualizando así, continuamente, la carga que conlleva parte de la lucha ideológica que acompaña a la tarea de tratar de minar los regímenes de gobierno que se oponen, por la vía electoral, al capitalismo neoliberal, cargado de corrupción e impunidad. En ese sentido, si esas campañas mediáticas de desprestigio sin pruebas, continuo y pertinaz, de las acciones de gobierno, acompañadas de acciones económicas que dificultan el manejo de la economía nacional, evidentemente hacen que la operación del país desde el gobierno se torne por lo común un tránsito continuo de un problema a otro. ¿Será entonces imposible manejar un país que trata de liberarse del neoliberalismo?
¿Qué ha hecho por ejemplo Evo Morales en Bolivia para lograr que su país sea hoy, en América Latina, ejemplo de crecimiento con justicia, como lo fue y es aún, en la actualidad, Cuba? Uno de los factores que más ha incidido en esos dos casos es su tamaño y la escasa disponibilidad de materias primas altamente apreciables, como el petróleo de Venezuela o la biodiversidad de los territorios de Brasil, Argentina y Ecuador. La riqueza de esos países, desde mucho tiempo atrás, ha sido codiciada por Estados Unidos y por eso, si se estudia con detalle la historia reciente de esos países, va a aparecer siempre, fantasmal, la presencia de este último país, siempre atento para evitar que los países de América Latina rompan el yugo de la “democracia” estadounidense, que los mantiene siempre sumisos a la economía de mercado capitalista (el hoy famoso –dadas su sumisión y servilismo— “Grupo Lima”). Hoy, por eso, en México, los sectores de población y sus voceros que se han visto favorecidos por esa economía capitalista se mantienen necios en tratar de sabotear el surgimiento del nuevo país que se está tratando de construir, con dificultades, sí, pero que poco a poco está tratando de salir adelante.
¿Cómo empujar para que eso sea posible? ¿Hasta dónde ceder? Es un problema complicado, porque la complejidad de la inmediatez parece estarle restando atención al mediano y al largo plazo (insisto: ¿en dónde está el Plan Nacional de Desarrollo?) en donde se vislumbran problemas económicos y organizativos graves a atender desde hoy y hasta ahora no queda claro cómo se está preparando la administración federal para atenderlos. ¿Por qué disputar ahora sobre la Guardia Nacional, el manejo de las estancias infantiles o el programa nacional de educación, si ya se tiene previsto lo que se quiere hacer al respecto y la acción de la oposición busca sólo crear falsos problemas para así intentar sabotear sin razón la acción del gobierno sólo porque viene del gobierno?
Una cosa que no hay que olvidar, muy importante, en términos de gobierno en un país dividido como el nuestro, es que las acciones que él emprenda dejarán satisfecha a una parte (75% en México aprueba a López Obrador) de la población, mientras que otra quedará insatisfecha o enojada. Más vale hacer cuentas en ese sentido y seguir gobernando.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx