Sergio Gómez Montero*
Estamos a la entrada de una tierra
prometida que emana leche y miel
como una mujer
e. Cardenal< “Yo quiero otro país”
No es fácil ahora escribir del país, dadas las múltiples vertientes que sobre él convergen y que forman corrientes de todo tipo, muchas de las cuales, si no es que la mayoría, buscan de manera empeñosa ver cómo pueden, de una u otra manera, impedir que gobierne con éxito el régimen antineoliberal de AMLO. ¿Por qué; cuáles son las razones de ese empeño; qué es lo que moviliza a esas corrientes? Desde luego, nuestro referente más inmediato es América Latina (pero igual, podemos encontrar referentes hoy a nivel mundial, como ser Siria, en donde la intromisión del gobierno estadounidense –y particularmente de la CIA– es de una obviedad manifiesta y repulsiva) en donde históricamente –ya escribía en si tiempo, entre otros, José Carlos Mariátegui– se ha tratado siempre de limitar e impedir, indistintamente, en Guatemala o Bolivia, que la libertad y la justicia triunfen en nuestros pueblos, siempre teniendo que pasar primero por encima de todos aquellos que también siempre se han opuesto a ello, por lo que el neocolonialismo de nuestra región ser pareciera ser una obsesión impuesta precisamente por el gobierno mencionado.
Así pues, luchas en contra de ese neocolonialismo pareciera ser la vocación de América Latina si es que hoy quisiera alcanzar un estatus de libertad y justicia plenas, pasando primero por encima de aquellos que hacen todo lo posibles (desde sus posiciones de privilegio económico, desde los medios y a veces medio escondidos en las filas del gobierno) por poner piedritas y piedrotas en el camino de quienes buscan avanzar por caminos alternativos a las vías previamente marcadas pot el neocolonialismo neoliberal que tanta pobreza y carencia de libertad dejó entre los habitantes de nuestras naciones. Es realmente, pues impresionante la cantidad de recursos de todo tipo que hoy se despliegan (desde la derecha y la supuesta ultraizquierda de México y Argentina) para evitar que esos nuevos regímenes de gobiernos de transición traten, conciliadoramente, de avanzar, en la construcción de países de leche y miel de los que hablaba precisamente el recién fallecido Ernesto Cardenal.
Cómo, pues, lograr que ese avance se dé en caminos tan áridos y pedregosos sin necesidad de utilizar dinamita, sino sólo convocando a que todos empujemos parejo y casi sin descanso para que la carreta avance, y que cuando se atore convoquemos al diálogo para ver cuál es la mejor manera de evitar los obstáculos en lugar de marchar juntos, embozados, con aquellos, los conservadores, que por tradición han sido enemigos de las mejores causas de la Nación.
No, no se vale tanta y tan ominosa pendontez (sí, se trata desde reinventar el lenguaje).
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx