jueves, noviembre 21, 2024

ISEGORÍA: Crítica de la razón política

Sergio Gómez Montero*

Me voy estoy cansado

tengo derecho a andar después de una jornada de picar esta tierra doblemente

con manos y cabeza

J. Cameron: “Alguna despedida”

Han sido álgidos estos días, no sólo por la mentada de madre con micrófono abierto de don Porfirio, sino por la pobreza argumental (las razones vergonzosas de quienes disputan) de quienes litigan sobre cuestiones que, supuestamente, debieran ser muy serias y que pragmáticamente, como antes, se resolvían sólo con el grito amenazador del señor-presidente-de-la-república, a quien de manera previa precedió la señora secretaria de Gobernación, para tristeza de todos. En otras palabras, en cuestiones políticas, hoy, el país (sigo las lecciones de don Porfirio), el país es un verdadero desmadre, en donde unos están mandando a la banca del senado a Olga Sánchez Cordero, en tanto otros les piden a Ebrard y a Monreal que calmen a sus pupilos, mientras Diego Fernández de Cevallos se soba con placidez las manos.

¿Por qué es que se ha degradado tanto la política del país? ¿Porque ella es así de sucia e inútil o porque se carece de habilidad para conducirla? Los movimientos recientes de la Cámara de Diputados están demostrando, por esa vía, la pobreza operativa de una democracia representativa que sólo simula su vinculación con el pueblo y que no es sino una pista de circo en donde quienes allí desfilan ante el júbilo del público –diputados y senadores, y a veces el mismo César–, con rasguños e insultos de por medio tratan a toda costa de defender sus prebendas y regalías, olvidándose así de su tarea fundamental: trabajar, legislando, por y para el pueblo.

La esencia de la política es sustituir a la guerra como conflicto armado, y desde luego, vuelvo a decirlo, quien mejor conoce las reglas de la guerra es quien mejor opera en las contiendas políticas, en donde al trasladar a la pista pública tiempos y movimientos de la guerra, dicen los clásicos, mayor certeza tiene de salir triunfante. Pero, hasta hoy, dado que es en la pista de la democracia representativa en donde se combate, es que los tiempos y movimientos que allí subsisten, dado su pragmatismo, anulan de raíz las razones argumentales en que la lucha política debiera sustentarse y es por eso que la política se convierte, así, en un torneo de mentadas de madre. La crítica de la política, por ende, no es en esencia el ser en sí de ella, sino, más que nada, una crítica despiadada y feroz hacia un sistema político, la democracia representativa, que si se hace la crítica a fondo de él, una crítica histórica bien razonada, sólo conduce a una conclusión: como herencia típicamente burguesa y capitalista, la democracia representativa (por sus características electorales y parlamentarias, acompañadas de un presidencialismo ramplón) ya no tiene ninguna razón de ser, como hoy lo está demostrando en México, España, Inglaterra o Argentina.

La crítica de la razón política hoy, pues, se debe encaminar, más que nada, a pensar cómo es que hoy la democracia representativa, como forma de organización política, puede ser sustituida por un sistema político más orgánico, más pertinente, más acorde a los tiempos que se están viviendo, para que así terminen los concursos de mentadas de madre en que la política se ha convertido en los cuatro países mencionados (y muy pronto, también, en Estados Unidos, ¿verdad señor Trump?)

*Profesor jubilado de la UPN

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