martes, mayo 14, 2024

ISEGORÍA: Apología de la desesperanza

Sergio Gómez Montero*

Ahora es tender la mano
Como los ciegos, como quienes cantan
Por los pueblos
E. Romero: “Con la mano tendida”

La obsesión por la crítica malsana, la descalificación, la invalidez tiene su límite; llega a cansar, a aburrir, a volverse un sonsonete repetitivo y molesto, como si sólo existieran los extremos y el extremo del gobierno fuera siempre la maldad y la desesperanza. Así –lo expresó con claridad AMLO el pasado martes–, para la prensa escrita e icónica de los medios corporativos (la mayoría de ellos, con algunas excepciones que se escapan) no existen las medias tintas: todo lo que hace el gobierno actual no sirve, no tiene sentido, si los neoliberales lo hicieran ya seríamos como en nuestro país vecino del norte.

En tal sentido, pues, ¿qué caso tiene jugar con los opositores, si de antemano el juego está perdido? El país actual, es cierto, no es un país fácil, como no fácil es hoy el mundo en su conjunto, teniendo que soportar una pandemia (convertida en sindemia) que nos ha cubierto a todos los habitantes del planeta y nos ha convertido en una población enferma y sumida toda ella en la tragedia de la angustia y el resquemor. Habitantes tristes de un mundo triste, deambulamos la gran mayoría de nosotros por ciudades que con dificultades nos acogen y nos transportan de un lado para otro con objeto de encontrar los medios de supervivencia. Ciudades de desafíos constantes, que pocas, muy pocas respuestas de optimismo ofrecen. ¿Quién tiene allí, hoy, no sólo la oración, sino una respuesta caritativa para ella? No es fácil, pues, vivir el presente, y más difícil se hace esa vida si, frente a nuestros ojos, tenemos una prensa (escrita e icónica) que se frota las manos cada vez que reproduce las magnificencias de los desastres, como desastres son, para ella, todas las acciones emprendidas por el gobierno de la 4T que no tiene salvación de Dios, claman estentóreamente sus enemigos que habitan las páginas de los periódicos y las pantallas de la televisión.

¿Hacia dónde conduce esa apología de la desesperanza que hoy pulula en los medios y en los discursos de los opositores, que no sea a la exclamación de “ya chole” con la magnificación de las desgracias, en lugar de acercarse a las tribus de quienes cotidianamente sufren los castigos de la enfermedad, de la pobreza, de la carencia de futuro? En tiempos tan críticos como los actuales, lo que más hace falta es precisamente el apoyo, el estímulo, el no pierdas la esperanza que ya aquí, a la vuelta de la esquina, viene la recuperación. Vamos jalando todo pa’ lante para que ese futuro ya no tarde más; vamos dándole la mano a quienes nos gobiernan para que, entre todos, salgamos adelante, particularmente los pobres, los que menos tenemos.

Es decir, hoy, si algo diferencia al gobierno y a sus críticos es eso precisamente: para los segundos sólo existe la negrura; para el primero la esperanza se vislumbra, porque él trabaja con las grandes mayorías del pueblo, que no quieren volver a los terrores y amagos del pasado.

La lucha es, pues, entre un pasado terrorífico, oscuro, y un futuro que se espera promisorio.

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx

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