Francisco Rodríguez
Los límites de la credibilidad del nuevo régimen se ponen a prueba en las sentencias de jueces, magistrados y ministros de una justicia tradicionalmente corporativa y siniestra que siempre ha protegido a los delincuentes de metralla y también a los de cuello blanco. Los dos, igualmente peligrosos.
Conceptos manidos como secrecía, privacidad, ofensa a los derechos humanos se están valorando constantemente por encima del bien supremo de la patria: el superior, el interés público de la Nación, finalmente, la soberanía que por mandato constitucional reside solamente en el pueblo originario de todo derecho.
Contubernios inconfesables o aún no confesados, artimañas de un derecho protector de los malvados, recursos de desesperados delincuentes, de acorralados por el juicio público, están logrando que prevalezcan prácticas corruptas de antaño. Cuando es insuficiente, el derecho es perverso, decía Víctor Hugo.
Por palancas y recomendaciones, en su inmensa mayoría, llegaron a sus escritorios de judicatura servidores incondicionales de maleantes y favoritos que han hecho de las leyes un festín particular demasiado oneroso y provechoso. Y aunque el primero de julio decidimos el destino, éste nos juega una mala pasada.
El mazo de nuestra justicia sigue vendiéndose al peor verdugo
Ante la imposibilidad de ser casuística, las lagunas de la ley no son interpretadas por los juzgadores en favor de quien tiene razón, sino en beneficio supremo de quien tiene el dinero y las influencias necesarias para ser inmune e impune.
Si en Singapur los corruptos hubieran sido juzgados con los criterios del viejo derecho colonial prevaleciente en ese protectorado emblemático de los ingleses, a los indiciados se les hubiera tenido que pedir perdón de rodillas, no ajusticiados como afortunadamente se hizo, poniendo el ejemplo mundial sobre los gañanes.
El derecho, ágil y expedito por definición, ha caído en las garras mexicanas de huizacheros leguleyos, traficantes de beneficios indebidos que lo han convertido en coto de intereses clientelares, en lo peor de sí mismo. El mazo de nuestra justicia sigue vendiéndose al peor verdugo.
En un sistema presidencial de corte piramidal como en el que vivimos, bastaría una sola decisión del tlatoani para poner el remedio… y el trapito. Todo mundo coincide en que bastaría un chasquido de dedos, un manotazo en la mesa para alinear la voluntad y las agallas de jueces, magistrados y ministros hoy intocables.
Porque, oiga usted, está más que comprobado que en México el mejor golpe que puede darse no es a los bajos del adversario aparentemente invencible, sino a su bolsillo. Éste es letal, no admite componendas.
El cacicazgo de los corruptos se ha trasladado al Poder Judicial
Todos los corruptos y cómplices del sistema judicial de impartición y procuración de justicia venal entenderían de inmediato el mensaje, se pondrían las pilas, se enredarían en la bandera y ahí sí, el ejemplo sería el más eficaz de todos.
El cacicazgo de los corruptos se ha trasladado de los poderes Legislativo y Ejecutivo al Judicial y ahí sí, estamos indefensos, ante la carestía e inutilidad de los pedidos y ahogos de justicia. La justicia es uno de los lujos más exquisitos que puede darse un ciudadano de a pie.
Aún más, dijera el clásico de los rufianes, cuando la justicia debe impartirla algún infame de barandilla administrativa deja sentir el peso del poder que otorgan los contubernios . Es el caso de las tomas de nota sindical, los permisos y licencias al ciudadano que causan derechos autogenerados, las infracciones y demás hierbas.
Romero Deschamps: justicia que se tarda, justicia que se deniega
La ley está siendo manipulada al extremo, sometida a un proceso de degradación y estrangulamiento inaguantable para quien la requiere, erigida en un verdugo inconsulto, por encima de cualquier reivindicación posible. La limpia puede empezar con un solo ejemplo.
Con un solo caso que establezca los límites entre la impunidad y la justicia, entre la razón y la rapiña desenfrenada. El caso de Carlos Romero Deschamps es imposible de soslayar. Justicia que se tarda es justicia que se deniega y concede el tiempo necesario para burlarla.
Una cosa es cierta: esta es una cuestión insostenible que está poniendo a prueba, que está retando a toda agalla y a la voluntad política del nuevo régimen. Parece mentira, pero así es. Si este obstáculo menor no es superado favorablemente para el sistema de credibilidad y gobernabilidad democrática…
… el nuevo gobierno pasará campante de rositas por este veranillo convulso y será juzgado sin piedad por el mismo noventa por ciento de la población que ahora lo apoya. Que nadie quiera llamarse a engaño. Las cosas son como son y como parecen.
El nuevo régimen, frente al espejo. Actúa ya o… ¡adiós Nicanor!
Gracias a las faltas de decisión oportuna y valiente, somos un país de caricatura, donde nunca pasa nada y nadie es tomado en serio, menos las autoridades. Vale la pena saber de una vez de qué estamos hechos. Hombres o payasos, es hoy la alternativa. Desgraciadamente no hay otra.
Al fin, el nuevo régimen está parado frente a su propia imagen. El espejo no refleja nada bueno. Debe tomarse una decisión que va a marcar el tono con el que pase al recuerdo para siempre. Si no se hace, jamás nos entenderemos, ni volveremos a confiar entre nosotros, el pueblo.
El conocimiento del paño, la obstinación para salvar escollos y la incorruptibilidad proverbial del mandatario nacional han llegado al umbral de la decisión, de su prueba concluyente como sistema de vida y de convivencia. Si no se toma… ¡adiós Nicanor!
Atropellados por la injusticia y por el mutis de los juzgadores
Ésta y la decisión de defender el patrimonio nacional a todo costo tienen afortunada o desafortunadamente, el mismo nivel de importancia. Somos un pueblo demasiado atropellado por la injusticia y por el mutis de los juzgadores.
Forman parte de las decisiones fundadoras, fundacionales, las que tienen que tomarse en los primeros días de un nuevo régimen. Y sustancialmente, definen la gloria, el purgatorio o el infierno.
El nuevo régimen tiene la palabra.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Sobre las autodefensas en Tamaulipas y la organización del pueblo escribe hoy don Rubén Mújica Vélez: “El asedio internacional a México y a su Presidente son avisos de intento de invasión armada contra Venezuela. Son, dice el adagio chino, ‘las flores, faltan los frutos’. Trump alarmado por los obstáculos, que encuentra a su absurda reelección, busca su enemigo a destruir. El “democrático” Obama, lo tuvo en Osama y pudo bombardear Afganistán a placer, asesinando pueblos y familias enteras a control remoto: mediante los drones. Y recibió el Premio Nobel de la ¡paz! Los Bush tuvieron en Hussein su Frankenstein a destruir y a las inexistentes armas de destrucción masiva. Ahora El Energúmeno Azafranado creó su Frankenstein a destruir: Maduro. Cuando lo que busca el orate yanqui sin camisa de fuerza es apoderarse para sus Buitres Transnacionales de las riquezas del país hermano. Pero en su perversa intención ha topado con una ‘piedra’: México y AMLO que reivindica las tesis internacionalistas mexicanas basadas en el apotegma juarista: “Porque entre los individuos como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es La Paz”. Pero ésta impecable decisión de AMLO tiene graves riesgos. El Orate Yanqui lo ve como un desafío insoportable. Ahora es oportuna al máximo la concentración de 25 mil autodefensas que eligen como líder al Doctor Míreles y para apoyar a AMLO y a la 4a Transformación. Los Autodefensas representan al pueblo organizado y en defensa del país. Asumen un protagonismo ejemplar que está dejando muy atrás a un partido, Morena, que está paralizado desde el 1o de julio. ¿Acaso por la cosecha burocrática? Morena parece cataléptica y ¡debe ya revivir! O el pueblo con el ejemplo de las Autodefensas suplantarán a políticos adocenados que no ventean el tsunami que se está cocinando al Norte de nuestras fronteras. ¡Ahora o nunca, morenos, hay que apoyar a nuestro Presidente!”
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