jueves, marzo 28, 2024

ESCARAMUZAS POLÍTICAS: Demasiado riesgo y un instrumento bursátil abusivo hacen peligrar el dinero de las afores

Gloria Analco
No sólo algunos aeropuertos amenazan a veces con hundirse, como el de la Bahía de Osaka, en Japón, por lo blando del suelo, también el fango político puede provocar no solamente que se desmorone un nuevo aeropuerto, sino poner en situación de muy alto riesgo el futuro de las pensiones de los trabajadores.
Ya se desataron todas las alarmas por el uso de las afores para financiar la dudosa construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), pero lo que no se han atrevido a decir -por supuesto-, es que los fondos de pensiones invertidos en la emisión de la FIBRA E, no recibirán rendimientos hasta que el aeropuerto entre en operación y genere recursos.
Esa figura financiera fue manipulada para hacer legal poder disponer de los fondos de pensiones sin retribuirles rentabilidad alguna mientras esté en proceso la construcción del nuevo aeropuerto.
Aquí entra lo fangoso del financiamiento para esa obra en contra de las pensiones de los trabajadores: “No habrá ni un centavo hasta el 1 de enero de 2021”, que es cuando entraría ya en operación el nuevo aeropuerto si saliera bien librado de la difícil topografía de los terrenos existentes en el ex Lago de Texcoco.
Eso ha sido corroborado para esta columna por Alejandro Rodríguez Maurice, quien durante los últimos 30 años se ha desempeñado dentro del sistema financiero como abogado de instituciones bancarias, bursátiles y afores, y quien tiene estudios de LLM por la Georgetown University y Diplomado en Alta Dirección de Empresas por el IPADE.
Para invertir en las emisiones de la Fibra E, originalmente sólo autorizaba hacerlo en infraestructura que ya estaba en marcha, no en nuevas obras, como es el caso del NAICM, y el primer experimento que se hizo con la nueva modalidad de aceptar inversiones en obras sin flujo de dinero todavía fue la Fibra E de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cuyo mercado competitivo está en proceso.
Rodríguez Maurice dice que la Fibra E no engaña a ningún inversionista, pues claramente señala que quien invierta en su emisión para el nuevo aeropuerto tiene un rendimiento “objetivo” (teórico) del 10 por ciento, pero sólo hasta que haya un aeropuerto en operación que ya esté cobrando contraprestaciones por su utilización, y hasta entonces habrá dinero para pagar un rendimiento a los tenedores de sus certificados.
Estamos hablando, en principio, de un monto de 13 mil 500 millones de pesos que oficialmente han invertido en ese proyecto las Afores Inbursa, Pensionissste, Profuturo y XXI-Banorte Financian, capital que quedará en reserva, paralizado, sin rendir ningún interés durante al menos dos años consecutivos, plazo que podría ampliarse si la construcción del aeropuerto registrara retrasos.
Eso contraviene la máxima de que los rendimientos al capital constituyen un derecho inalienable del sistema capitalista, que es el que impera en México, sustraerlo es violar una de sus normas fundamentales, además de que los recursos se han invertido en una aventura hacia lo desconocido por lo pantanoso del terreno en el ex Lago de Texcoco.
“Es legal esa forma de operar, sin ofrecer rendimientos, porque eso fue avalado en la regulación financiera de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) por su Junta de Gobierno en 2016, y por la Ley del Sistema de Ahorro para el Retiro que faculta a los comités corporativos de cada afore para tomar esa decisión de inversión, pero es completamente antiético”, señaló Rodríguez Maurice.
“No se vale que esa documentación legal diga que el riesgo puede ser perderlo todo y el material de mercadotecnia no vinculativo señale que están blindados”, añadió.
Además de que al aeropuerto -financiado de esa deshonesta manera por las afores- puede ocurrirle algo semejante al Aeropuerto Internacional de Kansai, en la Bahía de Osaka, que ha sido afectado por importantes asientos, que aunque está posado sobre una isla artificial, se halló en grave peligro por registrar hundimientos diferenciales, al igual que los que se producen en la zona de Texcoco.
Rodríguez Maurice llama a esos terrenos “aguados” porque realmente están muy blandos, y agregó que además los asientos se producen en distintos niveles, lo cual provoca que esos terrenos no sean aptos para ninguna construcción, luego de que él visitó el área en compañía de expertos en la materia.
Todo parece indicar que ni el ingenio de quienes practican la ingeniería podría superar las limitaciones de los terrenos donde descansaría el futuro aeropuerto, que supone un reclamo arquitectónico de consideración, y, por lo mismo, excesivos gastos.
Los asientos en varios niveles afectaron las estructuras del aeropuerto de Kansai, que para corregirlos se instaló en la base de los pilares un sistema informatizado que logró levantar los pilares mediante gatos, lo cual permitió compensar el descenso con placas metálicas de impresionante peso.
Cuando empezó a construirse ese aeropuerto -en 1987- , el primero sobre una isla artificial, fue considerado uno de los proyectos de ingeniería más grandes de la historia, incluso fue comparado con la construcción de las pirámides de Egipto.
Pero no imaginaron los dolores de cabeza que les traerían las irregularidades del terreno –como es el mismo caso en el ex Lago de Texcoco- que propiciaron el hundimiento lentamente del aeropuerto en las aguas de la Bahía de Osaka. Fue cuando se reforzaron sus pilares, pero constituyó una de las obras de mayor presupuesto en la historia moderna.
El terreno sobre el cual se piensa construir el nuevo aeropuerto puede aguardar más sorpresas de las que cualquier experto pueda imaginar, además de que está asentado en una zona altamente sísmica.
El aeropuerto de Kansai pudo sostenerse, pero a muy alto costo y en un país con una economía de Primer Mundo, algo en cambio incosteable para México, por lo cual el Gobierno de Peña Nieto, que impulsa el proyecto, ha echado mano de los ahorros de los trabajadores como parte del financiamiento que necesita.
La decisión de disponer de los fondos de ahorro de los pensionistas sólo se hizo evidente el pasado 23 de marzo, cuando fue informado que cuatro afores habían invertido en certificados de la Fibra E, puesto que el propio presidente Enrique Peña Nieto ya lo había anunciado en octubre del año pasado.
En una entrevista con Adela Micha, dentro del Foro “Impulsando a México: La fortaleza de sus instituciones”, organizado por El Financiero-Boomberg, la periodista le preguntó que si se podía echar atrás la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, en caso de que llegara a la Presidencia un político que no estuviera de acuerdo con esa obra.
El primer mandatario contestó que suspenderlo tendría un altísimo costo para el país, pero también para los fondos de pensiones, porque “el dinero de los trabajadores están invertidos en el aeropuerto”.
Eso no suscitó ningún escándalo, al parecer por la falta de repercusión de la entrevista, pero sí puso algo muy importante en evidencia: que Peña Nieto dijo en ese momento que si se cancelaba el nuevo aeropuerto, como estaba planificado, “le va a dar un raspón muy fuerte a los ahorros de los trabajadores”.
En realidad, el “raspón” a los fondos de pensiones de los trabajadores ya se lo había dado su administración al cambiar las reglas del juego de la denominada Fibra E, que como dijo Alejandro Rodríguez Maurice, su rendimiento “no existe” hasta culminar la obra, y “el riesgo es que se retrase o nunca se culmine su puesta en operación”, expuso.

Artículos relacionados