domingo, diciembre 15, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Cuando desaparece el deseo sexual

*Mónica Herranz

Existen muy numerosos motivos por los que puede desaparecer o tener una disminución muy significativa el deseo sexual. Sin embargo, sea cual sea el motivo, estará ligado a lo sociocultural, a lo emocional o a lo orgánico no descartándose entre ellos, es decir, no son excluyentes y pueden presentarse combinados.

Desde lo sociocultural, como ejemplo, podemos pensar en una pareja cuya sexualidad ha sido plena durante el noviazgo, ha habido entendimiento, disfrute, goce y placer pero al llegar el matrimonio, ya sea civil, religioso o cualquier otro formato de formalización de la pareja como la unión libre, la percepción que tiene cada miembro de la pareja de sí mismo y del otro sufre modificaciones, y éstas podrán repercutir directamente en la sexualidad.

En lo femenino encontramos que hay mujeres que sienten, derivado de juicios morales o religiosos, que ahora que han contraído matrimonio, deben ser y comportarse como señoras en toda la extensión de la palabra, y resulta, que por alguna extraña asociación, que ni es tan extraña en realidad, eso implica dejar de comportarse en la cama, en la intimidad, como lo hacían antes con su pareja. De pronto, aquello que era placentero, motivo de gozo y de disfrute, se convierte en algo impropio y sucio. Y no deja de llamar la atención, porque desde algunos parámetros sociales, el “buen comportamiento” de una señorita va asociado a la abstinencia en la sexualidad antes del matrimonio, sin embargo, la entonces señorita, mientras hubo prohibición social sí se permitía expresar sus deseos, se permitía usar palabras picantes en la intimidad, se permitía usar lencería sensual, es decir, se permitía ejercer plenamente su sexualidad y en muchos casos, con la llegada de la formalización de la pareja y por lo tanto con la llegada de la autorización social para ejercer libremente la sexualidad, ¡zaz! viene un vuelco que todo lo cambia y la actual señora comienza a sentir que debe ser más recatada, que debe conducirse como toda una “dama” y que ya no puede ni debe comportarse de ciertas maneras en la intimidad. Debe dejar de ser amante para convertirse en esposa.

En lo masculino sucede que algunos caballeros sienten que ahora que la novia se ha convertido en su mujer y por lo tanto en esposa ya no pueden ni deben tampoco llevar a cabo con ella ciertas prácticas que antes ejercían en la sexualidad, justo, y ahí coinciden con lo femenino, porque estas prácticas podrían convertirla a ella en una “cualquiera”, de modo, que la flamante esposa no sólo deja de ser amante, sino que ahora es cuasi virginal, porque de lo contrario sería una prostituta.

Existe un complejo llamado Síndrome de la Madonna y la Puta que plantea cómo algunos varones, perciben como prostitutas a todas las mujeres, menos a su madre y a su esposa. Este es un constructo proveniente de una ideología machista que dota a la mujer-esposa de esta característica casi virginal, y por la cual el varón se siente limitado para expresarle a esta mujer-esposa sus legítimos deseos sexuales. Eso podrá hacerlo con una prostituta, y con su esposa deberá tener una sexualidad aplanada y rutinaria, que no ponga en duda el “buen nombre” de su señora.

Desde este planteamiento, el hombre se ve “forzado” socioculturalmente a elegir entre la mujer virginal, y la sensual y sexualmente entusiasta, como si ambas no pudieran coincidir en una misma persona. Y las mujeres se encuentran en otro dilema que es el de ser aburridas y “bien portadas” o el de ser tachadas de puta para arriba, como si tampoco existiera punto medio, y ante este terrible conflicto, que es el de la lucha entre el deseo y la defensa, surge el síntoma: el deterioro en la sexualidad.

Existe una canción interpretada por Diego el Cigala, llamada, “Corazón Loco” cuya letra ejemplifica claramente la dicotomía a la que se enfrenta el varón en el síndrome de la Madonna – Puta, en la que habla de un hombre, su esposa, y su amante, he aquí una parte de la letra: “Aquí va mi explicación, a mí me llaman sin razón corazón loco. Una es el amor sagrado, compañera de mi vida y esposa y madre a la vez, y la otra es el amor prohibido, complemento de mis alma y al que no renunciaré”.

En este breve ejemplo se puede observar como el hombre puede tener acceso ó a la esposa-madre-virginal ó a la mujer-puta, pero no es posible que ambas formen parte de una misma persona, y lo mismo aplica en la canción para el caso de la mujer o es una u otra, pero no ambas a la vez.

En la canción, los personajes son tres, no olvidemos que una de las principales consecuencias de los conflictos en la sexualidad es la infidelidad.

Y la que podría ser percibida como la cereza del pastel, es el caso de cuando la esposa se convierte en madre. Si socioculturalmente la figura femenina había quedado dotada de cierto tenor virginal con el matrimonio, al convertirse además en madre, queda doblemente dotada de esta característica lo que la puede hacer aún menos accesible sexualmente a ojos de su marido.

En términos de lo emocional tenemos algunos elementos que repercuten directamente en el deseo sexual, uno de ellos son los problemas de pareja, muchos de ellos relacionados con la rutina, el distanciamiento emocional, la infidelidad, una vida sexual poco satisfactoria, descuido de la sexualidad o de la pareja por trás el nacimiento de algún hijo, desidia o flojera. En ocasiones se pueden dar por sentadas situaciones en la pareja que en realidad van sufriendo modificaciones con el tiempo. Así lo que antes, por ejemplo, podría resultar muy excitante para la pareja ahora ya no lo es, pero al no preguntar se va cayendo en la rutina y eso puede disminuir el deseo.

La depresión ocupa un lugar muy destacado en la desaparición o disminución significativa del deseo sexual, sea el tipo de depresión que sea. Otros factores tiene que ver con temor a no cumplir con las expectativas de la pareja, estrés, ansiedad y monotonía.

Y tres aspectos que en lo emocional son muy significativos también son: El autoconcepto, la tecnología y la pornografía. En cuanto al autoconcepto puede haber complejos o disgusto frente a la propia percepción del cuerpo que causen dificultades en el ejercicio de la sexualidad. La tecnología, que es un tema materia de otra nota completa, repercute por que lejos de fomentar la interacción en la pareja, la bloquea o causa distanciamientos importantes, repercutiendo en el deseo. Imaginemos a una pareja, que al llegar la noche, se va a la cama con sus respectivos celulares, ¿en dónde queda ahí el ejercicio de la sexualidad si toda la energía libidinal está en la red? Y finalmente la pornografía, que puede generar una serie de falsas expectativas que en vez de alentar al deseo terminan disminuyéndolo.

Y por último está el aspecto orgánico que puede jugar un papel importantísimo también en la disminución o desaparición del deseo. Entre los principales aspectos orgánicos están el dolor genital, los cambios hormonales, ya sea por embarazo o menopausia en las mujeres, la falta de estrógeno que puede causar resequedad vaginal, las infecciones por hongos o infecciones bacterianas y algunos trastornos metabólicos que no es precisamente que generen que el deseo desaparezca, pero sí que no se pueda concretar, como la diabetes, colesterol o la hipertensión.

Planteado todo lo anterior, ¿qué se puede hacer frente a esta situación? Una de las principales vías de resolución del conflicto es el diálogo. Un diálogo en donde cada miembro de la pareja pueda expresar su sentir respecto al otro y respecto al ejercicio de la sexualidad. Este diálogo puede llevarse sólo entre los miembros de la pareja o puede llevarse a cabo con la mediación de un profesional, un psicólogo o un sexólogo que favorezca y conduzca al establecimiento de estrategias en pro de un ejercicio de la sexualidad satisfactorio para ambos miembros de la pareja.

Otra estrategia es la de la integración, es decir, no percibir al otro miembro de la pareja como un objeto parcial, que es ó todo bueno ó todo malo, sino percibirlo como es, como un objeto total con ambos aspectos. Así la mujer no será vista como ó esposa ó madre ó amante, sino que podrá tener todos esos aspectos a la vez, y hacer uso de ellos de acuerdo a las circunstancias y el hombre no será visto como ó esposo ó padre ó amante, sino que igualmente será percibido íntegramente con todos sus aspectos y podrá ser a veces esposo, a veces padre, a veces amante, según lo requiera la ocasión. Y no es sólo que ambos miembros de la pareja perciban al otro como un objeto total, sino que noten que ellos mismos son objetos totales, de modo que, por ejemplo, la mujer sepa sobre ella misma que puede ser esposa y puede ser puta a la vez y lo ejerza y que el hombre note que puede ser esposo y amante de su mujer a la vez y lo ejerza.

Otras sugerencias importantes son explorar el propio cuerpo y el de la pareja, introducir elementos novedosos en la sexualidad, no perder la creatividad independientemente de la etapa de vida en la que se esté y desde luego, acudir al médico siempre que se tenga la sospecha de que el conflicto puede atravesar por lo orgánico.

Somos seres conformados por infinidad de aspectos, incluyámoslos todos como parte de nosotros y actuemos desde ahí. Es en el integrar y no en el escindir, nuestros infinitos aspectos, dónde se encuentra depositada una buena parte del éxito en el ejercicio de la sexualidad en pareja.

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

facebook.com/psiherranz psiherranz@hotmail.com

 

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