jueves, marzo 28, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Abandonando los propósitos de año nuevo

Por Mónica Herranz*

Estamos ya en la segunda semana de enero y la mayoría de nosotros reinició o terminó de reiniciar labores a inicios de esta semana. Llevamos a cuestas algunos kilos de más, lo dulce y amargo de las fiestas, la promesa de poner los tamales en febrero y desde luego los propósitos que nos hicimos a inicio del año. Los propósitos…¡vaya tema! no han pasado ni los quince primeros días del año y la mayoría de ellos ya se nos comienzan a olvidar.

Echando un ojo en internet y en redes sociales sobre cuáles suelen ser los propósitos más comunes que nos hacemos, la mayoría de ellos tiene que ver con el cambio de alguna acción, como por ejemplo: dejar de fumar, adelgazar, hacer deporte, viajar más o dejar de tomar. Y entonces, si “suenan” así de fáciles, si “sólo” implican volver a hacer algo o dejarlo de hacer, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo cumplirlos?, ¿por qué los abandonamos?

Los motivos más comunes por el que nuestros propósitos de año nuevo puede ser que no lleguen ni a la rosca de reyes, es porque son desproporcionados, fantaseosos o irreales.  Por ejemplo, cuando nos planteamos hacer deporte, pero hace mucho tiempo que no lo hacemos o de plano nunca lo hemos hecho y entonces llegamos al gimnasio la primera semana y en vez de empezar paulatinamente, le entramos a cuanto aparato se nos pone por delante y tomamos cada clase disponible.

En el mejor de los casos tomaremos clases de aerobics, pilates, zumba o jazz, pero si además de fantaseosos nos ponemos modernos entonces pueden ser clases de body jump, body pump, spinning o stretching. Y claro…a la semana, ¡ni quién se pueda mover!. Y hasta ahí llegó el propósito. Ya nos habíamos visto corriendo, ¡que digo corriendo!, ganando el maratón de Boston, y tras una semana de entrenamiento, hemos dejado el gym, tenemos una lesión en el tobillo y debemos un dinerito, porque además nos inscribimos en la promo de pague diez meses y le regalamos dos, más la inscripción.

Plantearnos propósitos fantaseosos, desproporcionados o irreales nos va a llevar, además de a abandonarlos, a sentirnos frustrados. Ahora que si lo tomamos con buen humor…

Lo mismo sucede por ejemplo con el propósito de adelgazar, queremos que sea rápido y sin esfuerzo. Nos planteamos metas irreales como bajar 10 kilos en quince días y nos sometemos a estrictas dietas que en muchas ocasiones no logran más que desbalancear a nuestro organismo, llevándonos después a tener atracones y a dejar el propósito atrás.

Por otro lado, también tenemos los propósitos milagro, es decir, aquellos que no está en nuestras manos cumplir, por la circunstancia que sea, pero que aun así nos lo planteamos como si sólo de nosotros dependiera. ¡Este año me caso!, ¿hará falta la colaboración del novio o la novia no? Digo yo…

En fin, ¿a qué voy con todo esto? Como decía al inicio, muchos de nuestros propósitos tienen que ver sólo con modificar acciones, y es justamente por eso que suelen fallar o terminamos abandonándolos. Eso por un lado, y por el otro, el hecho de que sean propósitos desproporcionados, fantaseosos, irreales o milagro tampoco ayuda. Entonces, ¿cómo lograr mantenernos y no abandonarlos?

Un tip sería que más que pensar en modificar determinadas acciones, tratemos de modificar hábitos, ¡esa es la cuestión!. Por ejemplo, no es tanto la acción de adelgazar, sino la de examinar mi conducta y preguntarme, ¿cuántas veces al día como?, ¿lo hago porque tengo apetito o por ansiedad?; cuestionarme qué significado tiene la comida en mi vida y a partir de ahí replantear mis hábitos de alimentación. Es una labor mucho más ardua que decir ¡voy a adelgazar! Y seguramente será más lenta, y nos llevará tiempo y esfuerzo, pero de esa forma lograré cumplir ese propósito y no sólo cumplirlo, sino mantenerlo. Habré pasado de la acción “adelgazar” a la modificación de un hábito, el de la alimentación. Y así lo mismo podemos pensarlo respecto del ejercicio o del dejar de fumar o del de tomar menos o viajar más.

Si mi propósito de año nuevo ha sido por ejemplo, viajar más, entonces deberé hacer un plan financiero que me permita hacerlo y probablemente deba revisar mis hábitos respecto al manejo del dinero, del ahorro, del tiempo libre, de la remuneración que obtengo por el trabajo que hago etc. Tal vez eso me lleve más tiempo y esfuerzo de lo que hubiera deseado, pero es más probable que lo logre a que si sólo me propongo ¡este año quiero viajar más!

Otro propósito que encontré como uno muy común, es el de hacer limpieza profunda. Nos ponemos a limpiar clósets, cajones, escritorios, coches, rincones y recobecos. Ya tiramos ropa, lavamos con cloro, sacudimos, desinfectamos y dejamos muy reluciente el exterior, pero…¿y el interior?, ¿qué hay de la higiene mental?. ¿De qué nos sirve tirar las fotos del o la ex si no hemos elaborado la ruptura?, ¿de qué nos sirve tirar la ropa del clóset si la semana que entra compraremos compulsivamente de nuevo? ¿de que nos sirve sacudir, barrer y trapear a fondo si nuestra mente está terriblemente desordenada? Y no, no quiero decir que estas acciones no sirvan de nada, pero ya que estamos empezando el año y que muchos andamos en esas labores de limpieza, tratemos de que sean tanto externas como internas, hagamos también higiene personal y mental. Esto sin duda ayudará al buen logro y mantenimiento de los famosos propósitos de año nuevo.

De acuerdo a la página habitualmente.com, la estadística sobre el cumplimiento de los propósitos de año nuevo es la siguiente:

El 25 % de las personas no logran sus propósitos ni siquiera durante la primera semana de enero.

El 77 % renuncia a ellos después de la primera semana,

El 40 % renuncia luego de seis meses

El 8 % los cumple durante todo el año.

Si, ya sé que ya estamos en la segunda semana de enero, pero aun así podemos replantearnos esos propósitos de año nuevo desde la perspectiva de modificar hábitos y no sólo de modificar acciones de manera ocasional o circunstancial. ¡Convirtamos esos propósitos irreales y fantaseosos en reales y alcanzables, en vez de mandarlos al olvido!

Anímate y compártenos en los comentarios, ¿qué propósito te replantearías y de qué manera? ¡Gracias!

 

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

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