Por: Mario Ruiz Redondo
Rabinos judíos pedófilos
Hasta ahora, por ser la más importante religión en los cinco continentes, la Iglesia Católica ha sido blanco fácil de los ataques mediáticos, basados en los problemas de abusos sexuales de sus clérigos de todos los niveles, los cuales se han reactivado en los tiempos recientes, principalmente desde los Estados Unidos, programados y dirigidos para deformar su imagen mediante la magnificación de los hechos.
Una realidad que dista mucho de ser como se plantea, en cuanto a que los religiosos católicos sean los únicos o los más, en la práctica de la pedofilia desde los altares.
Lo cierto, es que contrario a lo que se dice y se dimensiona en los medios de comunicación, los rabinos judíos son también protagonistas de suma importancia, pero que normalmente no trascienden al mundo, al mantenerse amparados por el inmenso poder económico y financiero de los patriarcas de las comunidades israelitas, que han mantenido en secreto desde siempre, este tipo de escándalos.
Estos líderes espirituales, miembros de prominentes familias de la comunidad israelita estadounidense y del mundo, constituyen la máxima autoridad moral dentro del judaísmo, al dirigir las sinagogas donde se realiza el culto. Son los responsables de los casos más importantes de pedofilia, al interior de sus extremadamente herméticos conglomerados sociales.
Son ellos los autores de innumerables casos de abuso sexual entre sus iguales, que transitan por la vida en medio del anonimato, como resultado de la consigna judía de hacer prevalecer la cultura de la no denuncia, bajo el argumento de que la ropa sucia se lava en casa.
El 14 de diciembre de 2011, pese a todos los intentos de índole diversa para acallar por enésima vez a la justicia, el fiscal Charles Haynes, perteneciente al distrito de Brooklyn en Nueva York, desafiaría al poder judío, al dar a conocer los resultados de una investigación sobre denuncias de acusaciones de abuso sexual, que permitiría descubrir 118 casos, en los que se responsabilizaba a rabinos, de los cuales, 25 fueron sometidos a proceso y sentenciados 33 por delitos graves; 13 por faltas y 10 por violaciones. En total serían 85 los detenidos.
Las victimas enfrentarían una serie de ataques y repudio en su misma comunidad, al ser señaladas como traidoras, Se sabe que ante dicha presión y acoso, 17 casos fueron desestimados por que al final, las víctimas, por miedo, no quisieron declarar.
Los ataques sexuales fueron cometidos en contra de niños, adolescentes, tanto hombres como mujeres de cuatro a 16 años, en oficinas y otras instalaciones de las sinagogas, entre ellas la violación de una niña de 12 años, realizada por el rabino Nechemya Weberman, quien afirmaba que era su psicólogo, terapeuta y consejero espiritual.
Aunque no se daría a conocer la lista completa, en la información de aquellos días figuraban entre otros, los nombres de Simon Lemmer, Moshe Spitzer, Yona Weinberg, Stefan Colmer, Joel Pinter, Shlomo Tourjman, Nathan Actman, Boris Shaulov, Constantine Kotzalides, Fredy Conde, Simon Benisty, Yaakov Maimon, Bjorn Daley, Solomon Marmorstein, Sheldon Siller, Tzvi Boxer, Joseph Passof, David Klausner, Emanuel Yegutkin, Michael Sabo, Andrew Goodman, Meir Dascalowitz, Nechemya Weberman, Yosef Donin, Hector Valerdi, Jacob Kaff, Menachem Deutsch, Arthur Samet, Israel Nivazou, Frankie Hatton, Chaim Becker, Moshe Keller, Jedrych Macie, Moshe Vaisfiche, John Pilieci, Eli Belili, Nuchum Hammerman.
La investigación “Kol Tzdek” (Voz de la Justicia), duraría tres años y está considerada como una de las más importantes contra la pederastía a nivel mundial, la que enfrentaría demasiadas dificultades para convencer a las víctimas, a superar su condición de silencio cómplice al descubierto superando la cubierta de silencio cómplice, ya que antes de poner una denuncia ante la policía, el ofendido debería acudir al rabino, para que como autoridad religiosa, evaluaría la situación.
Los rabinos están constituidos y reconocidos como maestros de la enseñanza de la Tora (texto base y fundamento del judaísmo), que lo mismo bautizan y celebran matrimonios y dan sermones el viernes por la noche, desde la perspectiva de ser una persona que ha alcanzado la grandeza espiritual, se ha purificado y es un excelente ejemplo para la comunidad, semejante a “un ángel de Dios”.
Explicación judía de que el “ángel” es “mensajero, enviado del Creador y su cualidad esencial es su fidelidad en el cumplimiento de la misión encomendada por el Todopoderoso, por lo que deberá ser un gran erudito de la Torá, conociendo perfectamente el Tanaj (Biblia), la Mishná, el Talmud, el Shulján Aruj (Código de la ley judía), además de conocer todos los aspectos de la filosofía que les da identidad”.
Dentro de las mismas comunidades judías del planeta, se está consciente de que tales características son difíciles de encontrar, más si a ellas se agrega la de tener un alto grado de integridad moral para servir de ejemplo a sus discípulos. Estiman que para ubicar a un rabino noble y confiable, la búsqueda para los interesados, es larga.
Un mundo religioso lleno de contradicciones en lo concerniente a la moral, al incurrirse en apego del Talmud (texto principal del judaísmo rabínico), que escrito en hebrero y arameo, se ha transformado en la base de la discusión legal judía.
Basta con leer algunos extractos del Talmud, el libro que rige la moral de los judíos, para encontrar situaciones que resultan aberrantes: “Está permitido mantener relaciones sexuales con una niña desde que tenga tres años de edad”. (Yebhamoth 11b).
Autorización para la pedofilia: “Un judío tendrá sexo con un niño, sólo y tanto tiempo como el niño tenga menos de nueve años de edad”. (Sanhedrin 54b).
Más aún, que un adulto copule con una muchacha pequeña, no significa nada”. (Kethuboth 11 b). “Si tuvieran relaciones sexuales antes de los tres años y un día, el himen volvería a crecer y serían vírgenes”.
Normas establecidas por el Judaísmo, como la de que los rabinos realicen la circuncisión de un niño en las sinagogas, a los ocho días de nacido, que se completa con la succión del pene, lo cual en 2010 motivo acciones legales de dos familias por esta costumbre, que derivó en el fallecimiento de sus hijos al infectarse las heridas por la saliva de los responsables del rito judío, llevando ambos casos a la Corte.
Pero la justicia estadounidense en Nueva York, dictaminaría en abril de 2013, a favor de los rabinos, al considerar que tal acción o supone ningún daño moral o sexual para los niños, no obstante que las críticas a tal costumbre no provienen exclusivamente de las comunidades judías, sino en general de la sociedad norteamericana, que la define como un acto que bien puede tipificarse dentro de la pederastía.
No lo juzga así el fallo judicial que ha resuelto la continuación de esta práctica, pasando por alto que puede causar infecciones, destacando únicamente que el chupar el pene de un recién nacido es parte de la religión hebrea.
Esto último es falso, porque en las escrituras judías de referencia, se subraya la importancia de la circuncisión a los pequeños, pero en ningún momento establece como parte del ritual que los rabinos les succionen su órgano sexual.
La inconformidad por los abusos cometidos a la sombra del judaísmo, crece en los Estados Unidos y la Universidad Yeshiva de Nueva York (la Harvard hebrea), es una de las instituciones judías en ser señalada de proteger a rabinos y docentes, incluyendo una preparatoria de élite, junto con el Colegio de Medicina Albert Einstein, la Escuela de Leyes Benjamin N. Cardoza.
Por lo pronto, 31 ex estudiantes de la Preparatoria y demás centros educativos afiliados a la Yeshiva, han denunciado haber sido víctimas de abuso sexual por dos rabinos altamente respetados de esta Universidad, de 1969 a 1989, por lo que han entablado una demanda contra esta Casa de Estudios, por 380 millones de dólares .
Se agrega la Secundaria de la Yeshiva, calificada como escuela judía ejemplar, en la que según el apoderado de los denunciantes, Kevin Mulhearn, denunciaría que “cientos de muchachos fueron acosados sexualmente o sodomizados por predadores religiosos sobradamente conocidos”.
En territorio israelí, la pedofilia es parte de lo cotidiano, al ser receptor de pederastas de origen judío, procedentes de diversa partes del mundo, como lo denuncia la organización activista Jewish Community Watch, al revelar que por lo menos 32 delincuentes sexuales han evitado ser detenidos y condenados en otros países, al mudarse a Israel, amparados en la Ley del retorno, que les da derecho a obtener la ciudadanía y vivir ahí sin ningún problema.
Con tal medida, Israel se ha convertido en un refugio seguro para los pedófilos, al tener toda la libertad de emigrar y así evitar la justicia en los lugares donde son acusados de abuso de menores.
Un ejemplo importante de este tipo de prófugos de la justicia internacional, es el neoyorkino Yona Weimberg, que desde 2008 es acusado de abuso sexual a niños, por lo que en 2014 se trasladó sin ningún problema a Jerusalén, donde ha sido señalado públicamente por su negro pasado, sin ser tocado por la justicia judía.
Esta nueva normatividad pasa por encima la enmienda de 1954 sobre la Ley de Retorno, que prohíbe, por motivos de bienestar social, conceder la ciudadanía y el permiso de residencia en Israel a aquellos judíos que tengan antecedentes penales.
Ha sido Israel escenario, por décadas, de casos de abusos sexuales en la comunidad ortodoxa judía, que hoy empiezan a trascender, haciendo un lado el silencio favorecido por el temor de las víctimas a denunciar o enfrentarse a los agresores en los tribunales, como consta en el hecho de que solamente el 15 por ciento de las víctimas realicen denuncias ante la Policía.
Una situación de represión, que hace posible que sean pocos los agresores que sean
encarcelados por el temor de sus víctimas, como lo afirma Malka Puterkoysky, fundadora y directora del Froto Takaná, que desde hace 15 años brinda asesoría a quienes han sido abusadas por miembros de la corriente judía ortodoxa.
Un tema inagotable, que en el caso judío tiene muchos vericuetos, pero sobre todo ocultamientos que impiden el conocimiento mayor de una terrible realidad, en la que el silencio por el poder del dinero de los agresores, es el cómplice más común sobre todo en el mundo de los rabinos, que argumentan que sus abusos sexuales a menores de edad no son tal, alegando simplemente que así lo ordenan los principios de su religión, por lo que ellos como “maestros”, la acatan al pie de la letra.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.