domingo, octubre 6, 2024

EN REDONDO: Migrantes, creciente la invasión silenciosa

Por: Mario Ruiz Redondo

 

Mientras en Estados Unidos su presidente Donald Trump reitera que construirá el muro en la frontera con México, así tenga que paralizar a su gobierno ante la negativa de los legisladores demócratas y republicanos, en la Frontera Sur con Centroamérica ni siquiera se piensa en ninguna posibilidad semejante.

Para empezar, nunca ha sido el estilo de nuestro país el cerrar sus puertas a quien desde el extranjero solicita su solidaridad. La hemos visto con españoles, cubanos, argentinos, chilenos, nicaragüenses, hondureños, colombianos, en fin de todas las nacionalidades de Latinoamérica y de muchas otras partes del mundo.

La migración forzada y el asilo concedido por los distintos gobiernos de todas las épocas, han permitido el enriquecimiento y fusión de culturas, que ha favorecido en todos sentidos a la Nación.

Sin embargo, hoy los tiempos son diferentes en esa circunstancia, en la que se tiene, como nunca antes, el paso permanente por la Frontera Sur, la de Chiapas con Centroamérica, de un flujo de 52 nacionalidades reconocido oficialmente por la Secretaría de Gobernación, vía su Instituto Nacional de Migración.

Mezcla de todas las razas con orígenes en países cercanos en la geografía del sur del continente americano, hasta distantes como África, Medio Oriente o Asia. Presencia de iraquíes, libaneses, sirios, chinos, coreanos, afganos, paquistaníes, turcos, por citar algunos, que son traídos a territorio chiapaneco-mexicano por mafias internacionales, con enlaces en el interior de Estados Unidos.

Ingreso sin control, ni migratorio como tampoco sanitario, que convierte en principio a la Región Soconusco en un foco rojo de alto riesgo para la salud seguridad nacional nuestra y del vecino del norte, que afortunadamente no ha tenido mayores repercusiones negativas.

A diario, son miles de hombres, mujeres y niños, los que sin ningún problema cruzan el cauce del Río Suchiate, para internarse en territorio nacional, pasando por enfrente de soldados del Ejército Mexicano, apostados en la ribera poniente, que solamente observan sin intervenir, en lo que debería ser una obligada revisión de mochilas y maletas, donde lo mismo se transportan bajo el esquema del contrabando hormiga, cocaína y armas.

Nadie los detiene, porque los agentes de migración están arreglados con los “polleros” guatemaltecos, que todo organizan desde Tecún Umán, en un negocio de ganancias estratosféricas, que se comparte a otras autoridades.

La estrategia de la “vista gorda” que funciona y bien para el tráfico ilegal de seres humanos, con destino final en los Estados Unidos, que hasta antes del endurecimiento de la política migratoria del gobierno republicano de Donald Trump, hacía menos difícil su desplazamiento a los distintos rumbos de la Unión Americana.

Actualmente, un alto porcentaje de ellos ha empezado a diluirse en todos los estados de la república mexicana, en los que su presencia es más que evidente, sin que hasta ahora se haya establecido una estrategia mínima de seguimiento por parte del Gobierno Federal.

Presencia masiva creciente en lo que va del año, en los municipios de la Región Soconusco, principalmente de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, que huyen no solamente en la búsqueda de mejores condiciones económicas de subsistencia, sino del terror que hace peligrar sus vidas, por la violencia extrema generada por las bandas delictivas de “maras” salvatrucha 13 y barrio 18, que lo mismo amenazan, extorsionan, lesionan, asesinan y controlan el tráfico y comercialización de drogas.

Arribo a territorio nacional, en la que estos pandilleros se mezclan con quienes huyen de ellos, para establecerse abiertamente en las distintas jurisdicciones municipales de la colindancia con Guatemala, donde han empezado a sembrar el terror entre las poblaciones de Unión Juárez, Cacahoatán, Tuxtla Chico, Metapa, Frontera Hidalgo, Suchiate y hasta Tapachula, creando un corredor de prostitución de jóvenes menores de edad y narcomenudeo.

Invasión paralela de una peligrosa corriente humana que se ha posicionado a lo largo de la faja costera chiapaneca, para operar en bares, botaneros y prostíbulos, protegidos por autoridades corruptas, que hacen posible la impunidad del quehacer criminal de estos pandilleros, pasando por Huehuetán, Villa Comaltitlán, Acapetahua, Escuintla, Mapastepec, Pijijiapan, Tonalá, hasta llegar a Arriaga, que es donde quienes traen la mirada dirigida al otro lado del río Bravo, se trepan a los techos de los vagones de “La Bestia”, que los llevará al centro y luego al norte del país.

Ruta del asalto, de las violaciones sexuales que no se denuncian, de todo tipo de ilícitos, que si bien se han combatido, no han sido lo suficiente por el incremento constante de “maras” que son fácil de identificar por la cantidad exagerada de tatuajes en diversas de su cuerpos, en las que destacan su pertenencia a una y otra banda criminal.

Diversificación de los accesos en grado superlativo, que lo mismo utilizan las rutas paralelas geográficamente de la Sierra Madre de Chiapas y su prolongación guatemalteca, para seguir la travesía por el río Grijalva hacia el centro de la entidad, o la de la parte central por las inmediaciones de Ciudad Cuauhtémoc-Comitán-San Cristóbal de las Casas-Tuxtla Gutiérrez, lo mismo que la de la Selva Lacandona hasta llegar a Palenque y de ahí a Villahermosa, además de la correspondiente al punto fronterizo tabasqueño de Tenosique, donde abordan el ferrocarril.

Es la vieja historia de los desplazamientos humanos ya no solo por cuestiones de hambruna y desempleo, sino de manera acentuada por el terror de perder la vida a manos de una delincuencia organizada que se disputa territorios en el Triángulo del Norte de Centroamérica, integrado por El Salvador, Honduras y Guatemala, que ha llevado a sus gobiernos a crear una fuerza trinacional a finales de 2016, que pareciera no estar dando los resultados esperados.

Capacitación dispuesta por la Administración de Donald Trump. dirigida por especialistas anti pandillas del Buró Federal de Investigación (FBI), la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA), además de la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono, que no ha cerrado el círculo esperado para atrapar a los principales cabecillas de este crimen organizado.

Una participación directa de las Corporaciones de Seguridad Nacional de Washington, que se realiza desde tiempo atrás y a la que el ex presidente Barack Obama dio prioridad para combatir a los “maras”, que hoy mantienen atiborradas las cárceles sobre todo de Honduras y El Salvador, que ha perdido efectividad al operar desde ahí muchos de sus líderes, lo cual hace posible su movilidad y efectividad en contra de las sociedades de las tres naciones de influencia.

Interés de la Casa Blanca en el anterior gobierno demócrata, que involucró a la actual administración chiapaneca, previo acuerdo autorizado por la instancia federal correspondiente, que ha permitido la capacitación de personal de la Fiscalía General de la entidad, por parte de los expertos contrainsurgentes militares y civiles del país del norte.

Preparación en tareas policíacas de Investigación Científica, como de Inteligencia y Persecución del Delito, que finalmente ha permitido, si bien no al 100 por ciento, desactivar y detener a peligrosos grupos pandilleriles, que lo mismo han sido deportados a sus países de origen, para que sean juzgados severamente por delitos cometidos de todo tipo, incluyendo comúnmente el asesinato.

Desbandada ante la persecución permanente y coordinada que mantienen ejércitos y corporaciones policíacas, que están provocando huidas hacia territorio mexicano, donde inmediatamente han propiciado un clima de zozobra y miedo, por el uso indiscriminado de armas de fuego y de todo tipo, que a diario reporta crímenes entre los mismos pandilleros o gente ajena de las comunidades de influencia, como se ha vuelto común observar desde Suchiate a Tapachula.

Impotencia de los grupos policíacos municipales en niveles de indefensión, al no estar autorizados a portar armas, ya que esa responsabilidad recae en las diversas Corporaciones estatales integradas por las Policías Preventiva, Fronteriza y de Caminos, además de elementos de las distintas Fiscalías especializadas, que resultan también insuficientes en número, para contener la avalancha de indocumentados.

Realización de Operativos Conjuntos con el Ejército, la Armada y  Policía Federal, que si bien propician una situación de carácter inhibitorio, tampoco detiene el flujo migratorio.

Un problema que se torna más complejo por la insuficiente atención del Gobierno de la República, que en mucho ha dejado la responsabilidad inicialmente a los alcaldes y al gobierno estatal, afectados en sus objetivos de salvaguarda de la seguridad nacional, de manera especial por los recortes presupuestales, que en mucho limitan su desplazamiento mayor, ante la falta de viáticos para gasolina, alimentos, hospedaje, mantenimiento de vehículos y todo lo necesario para operar con relativa eficacia el cuidado de los límites internacionales.

Inconformidad de los presidentes municipales que no va más allá del comentario, en lo concerniente al férreo control que sobre sus agentes policíacos mantiene el Mando Unico, que los pone en condición desventajosa para coordinar mejor las actividades de seguridad pública en sus jurisdicciones, llevando incluso a situaciones de corrupción que afecta su imagen frente a sus gobernados.

Miedo entre los habitantes de los municipios colindantes con Guatemala, que hace imposible el mantener la tradicional costumbre de sacar sus sillas o mecedoras a las puertas de sus casas, para recibir el fresco de la tarde y noche, al ser objeto de asaltos de delincuentes centroamericanos que se han establecido en las mismas comunidades, sin ninguna preocupación de ser arrestados, aunque sean señalados por las víctimas.

Proliferación de armas de fuego, que hacen todavía más peligrosa la intromisión de extranjeros, que se han asentado en colonias de las periferias, donde han creado un ambiente tan hostil, que ni los mismos policías se atreven a ingresar para perseguirlos, por temor a ser agredidos a balazos.

Y si bien es cierto que los niveles de violencia en esta Frontera Sur no han llegado a los niveles extremos de Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz, Guerrero y Jalisco, la impresión entre la población y de manera especial en el sector empresarial, es que se hace necesaria, con carácter de urgente, una revisión a fondo de las Acciones Conjuntas civiles y militares de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), para crear nuevos mecanismos que permitan lograr una mayor efectividad en el combate a las pandillas “maras” y en general, a desplegar mejores sistemas de los Servicios de Inteligencia, para evitar en lo posible la filtración de algún grupo de presunta índole terrorista.

Tapachula, la segunda ciudad de Chiapas y la más importante de la Frontera Sur de México con el istmo latinoamericano, es por lo mismo un escaparate de esta invasión que permite observar como un gran número de salvadoreños y hondureños, buscan en las esquinas de calles con semáforos, la oportunidad de obtener unas monedas que los automovilistas de buena gana les obsequian, para poder comer, tomar un poco de agua y tal vez hasta ahorrar un poco, para continuar su viacrucis hacia un destino cada vez más incierto y lleno de peligros, que les pueden costar hasta la vida.

A diferencia de los racistas promotores de la “Supremacía Blanca” y el neonazismo, liderados por el presidente Donald Trump obsesionado por la construcción del muro con México, aquí en el extremo sur del país, las puertas están y seguirán abiertas, a quienes vengan en plan de superación, más no de destrucción de la paz social.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.

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