viernes, abril 19, 2024

El 41% de la población latinoamericana padece inseguridad alimentaria

Inseguridad alimentaria afecta a un 41% de la población en América Latina, según el Panorama regional de seguridad alimentaria y nutricional 2021. En publicación conjunta de la FAO; el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA); la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS); el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

 

De acuerdo a este informe, 4 de cada 10 de personas en la región, un aproximado de 267 millones, experimentaron inseguridad alimentaria de moderada a grave el año anterior. Lo cual aumenta a 60 millones de personas más que en el año 2019; traducido como un 9% arriba; casi igual que el resto de regiones del mundo con inseguridad alimentaria (de 9,9%). ¿No somos la granja del mundo?  ¿Dónde quedan los alimentos que producimos, lo que producen nuestros agricultores? 

 

Según el informe, en América del Sur, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó en 20,5% entre 2014 y 2020 pero la región conocida como Mesoamérica tuvo un aumento de 7,3% en el mismo período. Los alarmantes datos indican que la situación está peor: 

 

“En la región, la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave (personas que se han quedado sin alimentos o han pasado un día o más sin comer) alcanzó el 14 por ciento en 2020, un total de 92,8 millones de personas, un enorme aumento en comparación a 2014, cuando afectaba a 47,6 millones de personas”; expresa el informe. 

 

¿Hay diferencias? 

La inseguridad alimentaria no afecta de igual forma a hombres y mujeres, pues en el año 2020; el 41,8% de las mujeres de la región experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave. Con una diferencia de casi 10 puntos porcentuales, los hombres se situaron en un 32,2%.  La FAO destaca:

 

“Esta disparidad ha ido en aumento en los últimos 6 años y aumentó drásticamente, del 6,4 por ciento en 2019 al 9,6 por ciento en 2020”. 

 

En palabras de la directora regional del PMA para América Latina y el Caribe, Lola Castro:

 

“Este informe nos muestra una cruda realidad que debemos enfrentar de lleno para mitigar la situación de la población más vulnerable. Al expandir los sistemas nacionales de protección social, por ejemplo, los gobiernos pueden llegar a los más necesitados con asistencia para ayudarlos a superar estos tiempos difíciles”.

 

El gran pilón: obesidad y sobrepeso no dan tregua.

De acuerdo al Panorama regional de seguridad alimentaria y nutricional 2021, la región continúa  perdiendo contra otra de las poderosas formas de malnutrición: 

“106 millones de personas —uno de cada cuatro adultos— padecen obesidad en América Latina y el Caribe”; FAO.

 

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Y sí, la prevalencia de la obesidad tuvo aumentos desde el año 2000 al 2016, pues esta se colocó en 9,5% en el Caribe; 8,2% en Mesoamérica y 7,2% en América del Sur. 

 

Hubo aumentos significativos en la prevalencia de la obesidad entre 2000 y 2016: un aumento de 9,5 puntos porcentuales en el Caribe, 8,2 en Mesoamérica, y 7,2 en América del Sur.

 

“Seguimos perdiendo la batalla contra todas las formas de malnutrición y estamos lejos de poder garantizar una nutrición saludable para toda la población”; apuntó la Dra. Carissa F. Etienne, directora de la OPS/OMS.

Agregó que si se quiere brindar bienestar en las Américas, los sistemas agrícolas deben transformarse. Desde el lado que se observe es imprescindible la transformación. Nuevamente se habla de transformación. Todo o casi todo queda en manos de los gobiernos del mundo, mismos que siguen sin determinación hacia este importante sector productivo.

 

Mientras tanto, en México se lleva a cabo el programa Sembrando Vida, otro programa con fecha de caducidad. Otro a la lista del clientelismo que deja ver la fragilidad del campo: los campesinos prefieren talar selvas y bosques para sembrar y recibir la ayuda monetaria. Lejos de ayudar, se perjudica. ¿Por qué? El hambre no da tregua. De algo tienen que vivir. ¡Se necesitan políticas públicas!

 

“Si queremos acabar con el hambre y brindar bienestar y vidas saludables a las personas de las Américas, tenemos que transformar nuestros sistemas agrícolas y alimentarios para brindar dietas saludables para todos y no dejar a nadie atrás”; dijo la Dra. Carissa F Etienne respecto al informe. 

 

¿Qué pasa con la infancia? 

También en aumento desde hace 20 años y en 2020: el 7,5% de los menores de cinco años tenían sobrepeso. Lo que sitúa en casi 2 puntos porcentuales por arriba del promedio mundial. 

 

Lo anterior tiene mayor prevalencia en América del Sur con 8,2%, seguida por el Caribe con 6,6% y Mesoamérica con 6,3%.

 

Aunque América Latina y el Caribe han mostrado avances en la reducción del retraso del crecimiento en los niños y niñas, con una disminución 18% al 11,3% en los últimos 20 años;  entre 2012 y 2020 la tasa de disminución se desaceleró. Lo cual deja en vista la prevalencia regional de emaciación (desnutrición aguda) en niños: 1,3% más baja que el promedio mundial del 6,7%.

 

“En América Latina y el Caribe, el COVID-19 ha empeorado una crisis de malnutrición preexistente. Con los servicios interrumpidos y los medios de vida devastados, las familias tienen más dificultades para poner alimentos saludables en la mesa, lo que deja a muchos niños y niñas con hambre y a otros con sobrepeso”; expuso Jean Gough, Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe.

 

Por lo tanto, es necesario que tengan acceso a alimentos nutritivos y asequibles. Es necesaria una educación alimentaria desde la educación básica, junto al desarrollo de políticas públicas. Es parte de los derechos humanos, en práctica debe ponerse. 

 

Con el informe conjunto de las Naciones Unidas se piden acciones urgentes para detener el aumento del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas. Sin embargo, pedir no es suficiente. Como ciudadanos debemos exigir que se cumpla el derecho a la alimentación rica en variedad y calidad de acuerdo a nuestra cultura. Basta de programas que sólo empeoran la situación.

Es momento de cambiar los sistemas agroalimentarios desde casa. Informarse es la clave. Simples preguntas pueden hacer la diferencia: ¿De dónde viene lo que como? ¿Cómo se produce? ¿Quién y cómo lo produce? ¿En verdad es saludable?

Lee el informe completo: Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutrición en América Latina y el Caribe.

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