miércoles, abril 24, 2024

Imperativo crear sistemas agroalimentarios sostenibles, inclusivos y resilientes

Cada año se celebra el 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación. El tema de este año es: “Mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y una vida mejor”. 

Este día busca crear conciencia sobre la necesidad de una transformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.

La forma en que elegimos y consumimos alimentos no sólo afectan a nuestra salud, sino a la del planeta entero; incluyendo, desde luego, al resto de su población (vegetal y animal). 

Los alimentos que comemos repercute en la manera de funcionar de los sistemas agroalimentarios y por esta razón, necesitamos construir un futuro con alimentos suficientes, nutritivos, inocuos y asequibles para todos.

“La acción colectiva en 150 países es lo que hace del Día Mundial de la Alimentación uno de los días más celebrados del calendario de las Naciones Unidas. Cientos de eventos y actividades de divulgación reúnen a gobiernos, empresas, ONG, medios de comunicación y público en general. Promueven la conciencia y la acción en todo el mundo a favor de quienes padecen hambre y de la necesidad de garantizar dietas saludables para todos”; explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

 

¿Por qué es tan importante?

Los sistemas agroalimentarios emplean a 1,000 millones de personas en todo el mundo. Esta cantidad es mayor a la de cualquier otro sector económico.

A lo anterior se le agrega que la manera en que producimos, consumimos y -además- desperdiciamos alimentos; tiene un precio muy alto para la Tierra. Se ejerce presión innecesaria en los recursos naturales, el medio ambiente y el clima. 

“Con demasiada frecuencia, la producción de alimentos degrada o destruye los hábitats naturales y contribuye a la extinción de especies. Esta ineficiencia nos está costando billones de USD”, asegura la FAO.

Esto no termina ahí, pues los sistemas agroalimentarios actuales exponen las desigualdades e injusticias en nuestra sociedad a nivel mundial

“Unos 3 000 millones de personas no pueden permitirse dietas saludables, mientras que el sobrepeso y la obesidad continúan aumentando en todo el mundo”, asevera la FAO.

 

Covid-19 y la fragilidad de los Sistemas Agroalimentarios.

Durante los dos años de la pandemia se ha hablado respecto a la fragilidad de nuestros sistemas alimentarios, las futuras crisis alimentarias y las hambrunas que el Covid-19; junto a otros factores, han desatado en el mundo. 

Este virus ha dejado en claro que es urgente un cambio en nuestros sistemas alimentarios porque ha hecho que sea aún más difícil para los agricultores, (que ya se confrontan con la variabilidad del clima y los fenómenos extremos) vender sus cosechas; los orilla a otras actividades y al desperdicio de alimentos. 

Desde luego, el aumento de la pobreza empuja a un mayor número de residentes de la ciudad a utilizar los bancos de alimentos y millones de personas necesitan ayuda alimentaria de urgencia.

 

Por esta innegable situación, es imperativo crear sistemas agroalimentarios sostenibles que sean capaces de alimentar a 10,000 millones de personas para el año 2050.

¿Es posible?

Sí hay soluciones y los gobiernos DEBEN reconvertir las políticas en pro de la sostenibilidad. En crear políticas que fomenten una producción de alimentos nutritivos asequibles y que promuevan la participación de los agricultores; sin dejarlos de lado como se ha hecho hasta ahora. 

Estas políticas deben promover igualdad, aprendizaje, innovación y estimular al sector rural; el motor de todos. ¡Del campo comemos todos!

Aunado a ello, es necesario considerar los vínculos que existen entre los sistemas alimentarios. Comenzando por la educación, la salud, la energía, la protección social, las finanzas y demás.

Todo ello debe ser respaldado por un aumento considerable en la inversión responsable y apoyo enérgico que reduzca el impacto  medioambiental y social negativo en todos los sectores; con énfasis en el sector privado, la sociedad civil, los investigadores y el ámbito académico.

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