viernes, marzo 29, 2024

#DesdeLaBarrera Que los médicos no piensen con el bolsillo, sino con el corazón

En esta publicación quisiera sólo hacer un llamado a la comunidad médica mexicana a que tenga un poco más de empatía hacia sus pacientes y deje un poco de lado el negocio económico que cada especialidad representa.

En el mes de octubre del 2022, mi suegra, la señora Rosa Rodríguez y Díaz, sufrió una caída de no tan alta gravedad, donde padeció una fractura de cadera, fue atendida en el Hospital Dalinde para practicarle una cirugía donde le hicieron un implante para restablecer su movilidad; por fortuna, el procedimiento fue correcto y tras una semana, fue traída a casa con los cuidados y recomendaciones prudentes.

Un mes tarde, a principios de noviembre, sufrió un cuadro de lo que los médicos llaman delirium notándosele una inusual confusión mental; nuevamente, fue ingresada a la unidad médica Dalinde, donde se le trató, pero, sufrió heridas en el pie izquierdo, ocasionadas por su misma condición, que al alterarse, requirió ser atada, y por esos amarres y su fuerza, se ocasionó lo que más tarde desencadenaría en dolorosas escaras.

Nuevamente, fue dada de alta con recomendaciones del médico internista de que lo ideal era traerla a casa, acompañarla y darle los cuidados necesarios a sus heridas.

Hacia mediados del mes de diciembre, las heridas parecían no remitir, admitimos algo de ignorancia al no saber si realmente los medicamentos y los lavados que le practicábamos a sus heridas  estaban sirviendo para su correcta evolución.

Para principios de enero de este año, la situación se complicó, el empeine derecho de la señora Rosa, ya estaba tan dañado que nos atrevimos a asegurar que eran sus tendones lo que ya alcanzábamos a ver, poco antes de eso, un angiólogo del Hospital Médica Sur, ya nos había informado que era una condición que definitivamente no iba a mejorar, pero que se podía contener, sin embargo la gravedad de lo que veíamos nos hizo buscar otra opinión.

Nos remitimos a la clínica HC Medical México, donde un doctor, nos dio un diagnóstico realmente grave y alarmante, habló de que la circulación del pie de Rosita estaba casi nula y de no tratarse, finalmente iba a requerir de una amputación, pero que ante tal escenario lo ideal era consultar nuevamente a un angiólogo y sugirió uno de la misma cadena médica para mejor tratamiento.

El viernes 6 de enero, tuvimos una consulta con el especialista en angiología, le practicó un doppler en ambas piernas, confirmó el peligro en la circulación y de inmediato sugirió una intervención quirúrgica donde trataría de abrir las arterias y de nuevo provocar una mejor circulación en las venas de las piernas.

El lunes 9 de enero fue ingresada a la unidad Médica Sur, el proceso en urgencias fue realmente rápido y con la eficiencia que calificamos como correcta, ese mismo día entró a piso y para el martes 10 de enero, mi amada suegra ya se encontraba en quirófano… El procedimiento resultó exitoso, por lo que para el mismo día siguiente se programó una segunda intervención, donde se le practicaría la limpieza en las heridas de sus escaras, que a ese momento ya se encontraban en estado realmente crítico.

Quepa decir que hasta este momento, toda la atención a la salud de la mamá de mi pareja se centró siempre en la gravedad de la pierna, sin embargo, estamos hablando de una paciente de 87 años, que hasta un par de meses antes se encontraba en perfecto estado de salud, o por lo menos, era lo que creíamos.

Tras la segunda intervención, vinieron otros problemas, mi suegra no estaba alimentándose correctamente, comía muy poco y sus riñones… empezaron a acusar una falla muy superior al problema que habíamos detectado de inicio. Le fue colocado un catéter, una sonda y de último un riñón artificial.

Todos estos procedimientos siguieron las recomendaciones de cada uno de los médicos que la atendieron, en todo momento, supuestamente, se buscó su total bienestar.

Pero fue la mañana del sábado 14 de enero, cuando todo salió de control, la paciente sufrió una dramática baja en todos sus signos vitales, alrededor de 10 individuos del personal médico del hospital, entraba y salían corriendo de la habitación, a los familiares nos sacaron, de pronto salió la internista en turno para decirnos que había que intubar a la paciente y que era una cuestión de vida o muerte porque, además, Rosita ya presentaba muerte cerebral.

Lo siguiente fue que se le intubó, pasó un muy difícil sábado, también el domingo, a su familia, cada doctor que entraba a turno les daba informaciones dramáticas, incluso reprendiendo por haber permitido todos los procesos que se le habían practicado a ya tan mancillado cuerpo.

El lunes 16 de enero, fue algo diferente, en la mañana de ese día, una doctora de terapia intensiva me dijo y expreso textual: “Yo creo que vamos a salir de esta, con los adultos mayores hay que tener paciencia pero, de esta sí vamos a salir”…. No sobre decir que dichas palabras nos inyectaron nuevos ánimos.

Pero ese mismo día más tarde, otro médico dijo que el tiempo de mamá estaba llegando a su fin, la situación de la pierna, se había agravado, se habló incluso de una amputación supuestamente para beneficial el posible proceso de mejora, pero sin alguna garantía de que así sucediera.

El día martes 17 de enero, alrededor del medio día le fue retirado el riñón artificial y ese mismo día a las 18:26 de la tarde, Rosita partió.

Toda la trama médica de practicar un proceso para una cosa, otro para otra, las versiones de los médicos, cirujanos, internistas, especialistas, enfermeras, cada versión era una cosa, que al mismo tiempo conflictuaba a la familia porque realmente, nadie nos dijo desde el principio que estábamos alargando una agonía. Quizá nuestro propio egoísmo de no querer despedirnos de ella pudo cegarnos, pero si alguien, alguna de esas personas nos hubiera hablado con la verdad…

Nuestra tristeza se alargó, la ineficiencia del Hospital y del seguro provocó que el cuerpo de mi suegra nos fuera entregado casi 20 horas después de que había fallecido, haciendo honor a una completa falta de profesionalismo o acaso un ápice de empatía.

Finalmente nos atrevemos a preguntar ¿será que todo el sistema médico está condicionado? Por que con la falla generalizada que ya presentaba mi suegra, horas antes de su fallecimiento aún querían practicarle una amputación, mi suegra se convirtió en un número? Un simple signo de pesos del que alguien quiso sacar una raja?

Cada médico lleva a cabo el famoso juramento hipocrático que entre otras dice: “No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”. Lo fundamental debería ser que los médicos no se mercantilicen y que no piensen con el bolsillo, sino con el corazón.

En memoria de Rosa Rodríguez y Díaz
Amada madre, esposa, abuela y bisabuela  

 

Aletia Molina
@AletiaMolina

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