Aletia Molina
Cada vez tenemos más datos que nos hacen darnos cuenta que la economía mexicana no se encuentra en una trayectoria de recuperación y que el bienestar de las personas y hogares en nuestro país se ha deteriorado. A finales de 2021, el dato que estaba en boca de todos eran las tasas anuales de inflación observadas en los últimos meses del año. En noviembre observamos la inflación anual (7.37%) más elevada en más de 20 años y en diciembre, el valor de la canasta alimentaria subió 11% en su comparación anual.
Estos datos revelan uno de los retos más importantes en nuestro país en 2022: el deterioro del poder adquisitivo de los hogares, en específico de los hogares con menores ingresos, donde estos incrementos en el nivel de precios de la canasta alimentaria tienen un impacto muy significativo en su ingreso disponible.
Aunado al reto de la inflación, empezamos también 2022 con uno de los retos más importantes para nuestro país: la recuperación económica. Si bien en los primeros dos trimestres de 2021 se observaron tasas de crecimiento positivas, en los últimos dos trimestres del año observamos dos contracciones consecutivas.
En 2021 la economía de nuestro país creció 5.0% anual frente a 2020. Sin embargo, en 2020 la economía se contrajo 8.4% real anual, en gran medida como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Además, desde 2019 observamos una contracción de 0.2% anual.
El efecto rebote no fue suficiente para compensar lo perdido en 2020 y mucho menos para regresar a niveles previos a 2019. De acuerdo con las cifras oportunas, se estima que la economía tiene un tamaño similar al que tenía en el segundo trimestre de 2016.
Este crecimiento anual se encuentra por debajo de las perspectivas económicas tanto de organismos internacionales como nacionales. El Fondo Monetario Internacional proyectaba un crecimiento para nuestro país en 2021 de 5.3%, la OCDE de 5.9% y el Banco Mundial de 5.7%. Por su parte, la SHCP proyectaba en sus Criterios Generales de Política Económica un rango de crecimiento de 5.8-6.8%, mientras que en la Encuesta Banxico de diciembre de 2021, la expectativa de crecimiento era de 5.7%.
En este punto, ¿estamos o no en una recesión económica?
Después de la publicación del dato oportuno del PIB al cuarto trimestre de 2021 por parte del Inegi, la discusión en diversos medios y redes sociales giró en torno a este término.
En primer lugar, poco importa si crecimos 0.1% o nos contrajimos (-) 0.1% en el último trimestre del año frente al trimestre previo, el impulso rebote de la pandemia se agotó y nos dejó con un tamaño similar al que tenía la economía hace casi 6 años.
De acuerdo con el National Bureau of Economic Research (NBER) se deben considerar tres criterios para determinar que la economía se encuentra en recesión.
El primero, la duración de dos trimestres consecutivos de contracción económica. Este criterio se cumple de confirmarse los datos oportunos del cuarto trimestre, puesto que en el tercer trimestre de 2021 los datos observados mostraron que la economía se contrajo 0.4%. Sumado a esto, en el cuarto trimestre la contracción sería de 0.1% frente al trimestre anterior.
El segundo, la profundidad de estas contracciones. Esta característica no se cumple, ya que la estimación oportuna del cuarto trimestre es cercana al 0%. Lo cual apunta a que la recuperación se estancó.
El tercero, la difusión o contagio a varias actividades económicas y distintos indicadores, en especial del mercado laboral. Sin duda, no tenemos el mercado laboral formal y dinámico que México necesita para crecer, ni hemos logrado aumentar la participación laboral de las mujeres.
Si bien la tasa de desocupación es menor al 4%, la de subocupación es todavía demasiado alta. Es decir, son problemas sistémicos que se engarzan con una recuperación parcial que podría dar indicios de difusión.
La difusión se perfila con mayor claridad en la contracción de las actividades terciarias en el tercer y cuarto trimestre de 2021, a diferencia de las actividades secundarias y primarias, donde se observan tasas de crecimiento positivas en dichos trimestres.
En conclusión, según el NBER no nos encontramos en recesión técnica, (Oh! Lopitoz tenía razón!), sin embargo, la economía mexicana presenta bajos niveles de crecimiento en 2021 –5% anual– tras la contracción de 8.4% en 2020, con el reto de una inflación de más del doble del objetivo del Banco de México y una situación poco favorable en términos de inversión desde antes de la pandemia, con el último punto máximo de la inversión fija bruta observado en julio de 2018.
Ante el agotamiento del efecto rebote, necesitamos más inversión para reactivar la economía. La inversión privada necesita certidumbre jurídica para que México continúe siendo atractivo para los inversionistas y que estas inversiones generen empleos de calidad y, por otra parte, la inversión pública debe ser una palanca de desarrollo que provea la infraestructura y servicios públicos necesarios para que México sea un país más competitivo y pueda proporcionar bienestar social a sus habitantes.
La política económica del actual gobierno debería encauzarse en alcanzar un nivel de inversión que represente el 24% del PIB (máximo histórico) y que ésta sea un detonante de crecimiento.
Si no se encausan los esfuerzos para incentivar mayor inversión privada, así como una expansión de la inversión pública como porcentaje del PIB, las discusiones sobre sí estamos o no en recesión económica se volverán constantes, dirigiendo el sexenio hacia el estancamiento.
@AletiaMolina