jueves, diciembre 12, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: La soñadora

*Mónica Herranz

A hierro intenso había sido forjada su alma con el fuego de los sueños, con la llama de las almas que no saben no intentarlo, que perseveran y que creen, a pesar de a veces no lograrlo. Así era ella, una soñadora nata, colmada de anhelos e ilusiones, convencida de que vale mil veces más un lo intenté que un qué hubiera pasado.

Con los vayvenes de la vida adquirió templanza, esa cualidad humana que incita a la moderación, pero, ¿es posible perseguir un sueño si no hay esa pasión?. La soñadora sabía que no, no al menos en todos los casos, sin embargo, trás algunos trastabilleos y algún que otro descalabro, no lo quedó más que moderar el corazón y perseguir sus sueños en campañia también de la razón.

-Razón y moderación, en conjunto una buena combinación-. Eso pensaba la soñadora mientras trataba de dilucidar si dar un paso adelante o retroceder uno hacia atrás y es que tenía en mente un nuevo sueño y sabía que era difícil, muy difícil de lograr.

Este sueño la cautivaba e idearlo hacía que sus fantasías se desvocaran y sus sentimientos se desbordaran, que alborotados se reflejaran en su sonrisa y escaparan por cada uno de sus poros y era entonces cuando entraba la razón, esa buena amiga aunque incómoda compañera a veces, que la hacía poner los pies en la tierra y pensar con mesura y no sólo con el arrebato que implica la pasión.

Llegada a ese punto y trás pensar y pensar, analizar y dilucidar, la soñadora más que nunca hubiera querido poder conocer el futuro, porque habría de decidir si apostar o no por ese sueño y la decisión era compleja ya que alborotaba no sólo sus fantasías o sus sentimientos más encantadores, sino también los temores más profundos que ella conocía.

Deseaba poder anticipar una respuesta a sus cuestionamientos, pero no podía, y aunque contempló consultar con sabios, brujas, al oráculo o las estrellas y hasta con la mismísima madre tierra, desistió, porque aunque sus consjeos podía escuchar, la decisión sólo ella la habría de tomar.

Se sentía atrapada entre “el que quiere algo lucha por ello” y el “dejar ir para encontrar” y es que quería luchar por ese sueño, deseaba hacerlo realidad, pero no quería forzar algo que no debería de pasar ni quería soltarlo a la par, ¿soltarlo? para encontrar qué, en el supuesto caso de que fuera a encontrar…

Sin embargo y aun con todo lo descrito, hay que regresar al inicio, “a hierro intenso había había sido forjada su alma con el fuego de los sueños”, y una soñadora así, necesitará más que algunas dudas inquietantes para desistir. Sabe de ante mano que lo intentará, que se aproximará a aquello que la hace soñar tanto como le sea posible, porque su sueño es del tipo de los que dan sentido a la vida, de los que enriquecen el espíritu, en definitiva, de los que mercen una oportunidad.

Si lo logra habrá salido indemne de la batalla y si no, aun vapuleada, sabe que el camino siempre es continuar, poque entiende que valiente hay que ser para soñar y suficientemente fuerte para aterrizar los pies en la realidad.

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

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