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COVID-19: América Latina puede dilapidar su década de crecimiento económico

(CdMx, 13 de mayo, 2020) – En los últimos cuatro meses, la pandemia de COVID-19 ha cambiado el mundo, desembocando en la trágica pérdida de vidas humanas, obligando a las personas a suspender sus vidas cotidianas y permanecer en su casa a toda costa, haciendo, además, que las principales economías se derrumben. De hecho, se podría afirmar que la situación comprende tres crisis por separado: una crisis sanitaria, una crisis financiera y una crisis que afecta a los precios de materias primas, y todo interactuando en el escenario mundial. Este “Gran Bloqueo Global” no tiene precedentes, y debido a que todavía está sucediendo, no hay forma de medir con precisión su impacto final.

Aquí, en América Latina, la pandemia de COVID-19 se está produciendo un poco más tarde que en el resto del mundo. La mayoría de los países de la región han reaccionado con importantes medidas de salud pública para combatir la propagación y mantener la mayor estabilidad posible. Pero a mediados de abril, las perspectivas no eran tan buenas. Del lado de la salud, más de 3.000 personas en América Latina y el Caribe habían muerto a causa del virus. En el aspecto financiero, los analistas predijeron que la región se encaminaría hacia su recesión más profunda en la historia reciente, asumiendo una contracción general del crecimiento económico del 5,2% para este año, mientras que el Bank of America sostuvo expectativas de una caída del 4,4% en la producción.

El resultado general, según el director del FMI para el hemisferio occidental, Alejandro Werner, es “el peor año de crecimiento en América Latina en los últimos 50 años”, así como una “década perdida” para el continente. Teniendo en cuenta la inminente recesión y las lentas posibilidades de recuperación, el PIB per cápita tiene pocas posibilidades de crecer para 2025, en comparación con los niveles de 2015.

Ya en declive

Después de años de inestabilidad política y económica, muchos países latinoamericanos ya estaban en un estado de turbulencia cuando se produjo la pandemia del COVID-19. La bajada de los productos básicos, el aumento de la deuda y las protestas políticas ya estaban ejerciendo presión sobre la débil economía latinoamericana. Argentina y Ecuador se enfrentaron al inminente incumplimiento de deuda. La economía de Venezuela ya estuvo en la zona de hiperinflación durante años, lo que provocó un éxodo masivo de millones. El desempleo brasileño aumentó más del 10% por cuarto año consecutivo y México estaba lidiando con aumentos en las tasas de violencia y homicidios. La pandemia de COVID-19 solo los acercó a sus puntos de inflexión.

¿Cómo se ve el impacto?

Para comprender mejor el impacto de la crisis en América Latina hasta ahora, echemos un vistazo a las dos economías más grandes de la región: Brasil y México.

Con un PIB nominal de 1.977.000 millones de dólares (USD, 2018), la economía brasileña es la más grande de la región. Antes de la pandemia, el país afrontaba un bajo crecimiento del PIB y unas altas tasas de desempleo. Ahora, tenga en cuenta que el 6% de la industria brasileña se considera de alto riesgo, como las aerolíneas, los hoteles y el petróleo y el gas, tres de las industrias más afectadas, por lo que no es de extrañar que Goldman Sachs ya haya estimado una caída del 3,4% del PIB real para 2020.

La segunda economía más grande es la de México, con un PIB nominal de 1.242.393 millones de dólares (USD, 2018). Las cosas no estaban precisamente en su mejor momento en México antes de la pandemia. Se encontraba, de hecho, en medio de su propia crisis económica, ya que no reportó crecimiento en 2019. Con la reducción del comercio, el turismo y la inversión, determinadas por el COVID-19, el Banco de América estimó que la economía podría sufrir una contracción de hasta el 8%. Para añadir sal en la herida, el FMI ha proyectado que México será el país más golpeado en América Latina, económicamente hablando, junto con Ecuador.

El impacto del COVID-19 en las materias primas

iFOREX News informa que muchas otras industrias y materias primas sufrirán su parte del peaje pandémico del COVID-19, derivado de la disminución de la demanda en China, las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales y la caída de los precios internacionales.

En Chile, el presidente Piñera expresó su preocupación respecto a que la crisis tendrá un impacto significativo en los precios mundiales del cobre, la principal exportación del país. Perú también ha reportado una caída notable en las exportaciones de cobre, así como en la harina de pescado. Argentina atribuye una parte de su propia contracción económica del 2% a una caída en las exportaciones de soja y carnes, dos de sus principales productos, mientras que Uruguay notifica una bajada del 18,7% en las exportaciones, incluida la soja, la carne y la madera. Sin embargo, Brasil rompió la tendencia cuando anunció que el 20% de su próxima cosecha de soja ya se vendió en contratos de futuros.

¿Cómo se ve la esperanza de recuperación?

Los gobiernos de toda América Latina están tomando medidas para suavizar el golpe económico. Brasil, Chile y Perú ya están llevando a cabo importantes paquetes de estímulo. México, por otro lado, se está retrasando. El presidente Obrador alega que la ayuda fiscal no es la solución. Quizás sus esperanzas estén puestas en el histórico acuerdo comercial del T-MEC, que se consolidará en un futuro cercano y que ayudará a apuntalar la situación de México. Incluso los bancos centrales siguen al resto del mundo y reducen los tipos de interés en un esfuerzo por impulsar las economías.

Pero la verdadera pregunta que los inversores quieren saber es: ¿será suficiente? Una forma optimista de verlo es observar a China despertando de sus meses de cuarentena y volviendo al trabajo, una medida que aumentaría la demanda de petróleo, cobre y otras exportaciones globales, presumiblemente a tiempo para cualquier alivio que consigan estos paquetes fiscales promovidos por el gobierno, lo que ayudaría a restablecer el equilibrio en el último momento. Otro punto de vista es centrarse directamente en lidiar con la crisis del COVID-19, aún en pleno apogeo. Sin un final claro a la vista, aún puede haber muchos meses de turbulencia económica, social y financiera por delante.

La inestabilidad económica presenta riesgos y oportunidades para los traders

Dichos períodos de volatilidad en los mercados financieros traen tanto oportunidades como riesgos para los traders informados que invierten en el movimiento de precios en forma de CFD. Esencialmente, el trading de productos básicos como el cobre, la soja o el petróleo, o incluso índices económicos como el México 35 (que rastrea el S&P / BMV IPC) o el Brasil 60 (que rastrea el Brasil Ibovespa) -en forma de CFD- le permite aprovechar los movimientos de precios en ambas direcciones, ya sea ‘vendiendo en corto’ o ‘vendiendo en largo’, dependiendo de cómo espere que evolucione el precio.

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