Fernando Irala
Mientras el Legislativo se apresura en promulgar reformas constitucionales a velocidades que rompen los récords, no sólo de México sino del mundo, la Suprema Corte de Justicia se apresta a discutir la posible invalidación de una parte de la reforma judicial.
La semana pasada, la nota fue la aprobación y promulgación de la modificación a la Constitución conocida como de supremacía constitucional.
Diversos expertos han hecho notar, para empezar, el mal uso del término, por lo demás ligado a ideologías extremistas y a regímenes dictatoriales.
Lo cierto es que en este caso está mal empleado, porque nunca nadie en México ha puesto en duda la supremacía de la Constitución como la ley superior que rige la vida de la nación. Se le llama incluso Carta Magna.
Pero lo que ahora se ha votado es que las reformas procesadas por el partido en el poder a nuestra Ley Suprema son inatacables, y que no procede recurso alguno contra lo que vote el Congreso de la Unión y validen la mayoría de los congresos estatales.
Ya vimos además, como se aprueban ahora las más importantes modificaciones legales. Hay una verdadera competencia para ver que órgano parlamentario es el más veloz para decir que sí a las solicitudes o a las órdenes de Palacio Nacional.
La antigua tradición priísta de sumisión que los hizo ganarse el mote de levantadedos, en la actual época de comunicación digital ha palidecido y quedado muy atrás. Ahora, en Zacatecas, en Tamaulipas, en Hidalgo, en todo el país, incluso en la ciudad de México, los legisladores locales son capaces en unas cuantas horas de recibir y leer, de comprender y analizar, y de votar a favor de lo que se les pide perentoriamente. De debatir no, no dan para tanto.
El hecho es que prácticamente mientras esta reforma se promulgaba, del interior mismo del grupo en el poder ha surgido la primer advertencia que obligará a enmendar lo legislado. La supremacía de su proyecto no puede ser tan absoluta, que no contemple por lo menos la excepción de cuando los cambios puedan vulnerar derechos humanos, los cuales, ya se sabe, en el derecho internacional ahora son protegidos por instancias especializadas, sin importar fronteras ni soberanías nacionales.
Conectado con lo anterior, decíamos al inicio de estas líneas, ahora es el turno de la Suprema Corte de Justicia, que este martes abordará los recursos interpuestos en el tema de la reforma judicial.
De lo que resuelva el máximo tribunal se derivarán importantes consecuencias, y en el caso de que invalide total o parcialmente las leyes impugnadas, entraremos en una crisis entre los poderes como no hemos vivido en México por lo menos desde la Revolución Mexicana.
Lo sabremos en breve.